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Reflexión - admitir los errores
Un anciano que tenía un grave problema de miopía se consideraba un experto en evaluación de arte. Un día visitó un museo con algunos amigos. Se le olvidaron las gafas en su casa y no podía ver los cuadros con claridad, pero eso no le frenó en manifestar sus fuertes opiniones.
Tan pronto entraron a la galería, comenzó a criticar las diferentes pinturas. Al detenerse ante lo que pensaba era un retrato de cuerpo entero, empezó a criticarlo. Con aire de superioridad dijo: "El marco es completamente inadecuado para el cuadro. El hombre esta vestido en una forma muy ordinaria y andrajosa.
En realidad, el artista cometió un error imperdonable al seleccionar un sujeto tan vulgar y sucio para su retrato. Es una falta de respeto". El anciano siguió su parloteo sin parar hasta que su esposa logró llegar hasta él entre la multitud y lo apartó discretamente para decirle en voz baja: "Querido, estás mirando un espejo".
Moraleja: Tardamos en reconocer y admitir nuestras propias faltas, que parecen muy grandes cuando las vemos en los demás.
¿¿¿LA WATCHTOWER ADMITE SUS ERRORES???... POR QUE NO LO COMPROBAIS.. TOMAD NOTA DE LA FECHA DE LA ATALAYA... 1973
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págs. 259-260 Muéstrese grande y confiese
que se equivocó ***
Muéstrese grande y
confiese que se equivocó
“TODOS tropezamos muchas veces. Si alguno
no tropieza en palabra, éste es varón perfecto, capaz de refrenar también
el cuerpo entero.” Así escribió un cristiano sobresaliente en Jerusalén hace
más de diecinueve siglos. ¿Y se pueden negar sus palabras? ¡Por supuesto que
no!—Sant. 3:2.
“Tropezar” es solo otra palabra por “cometer
un error” o “equivocarse.” Y aunque todos nos equivocamos, ¡qué difícil nos es
confesarlo! Va en contra del orgullo propio. Cuando se le acusa a uno de haber
cometido un error uno se inclina a querer justificarse, a disculparse y echarle
la culpa a otros o a negar haber cometido el error. Hay que ser grande para reconocer
uno su error, para asumir la culpa, para confesar que se ha equivocado o ha
usado mal juicio.
A veces los jovencitos tienen una queja
válida contra su padre en este sentido. Así sucede que en una ocasión algunos
de ellos dijeron: “Queremos mucho a papá; sí, mucho. Pero cuando discutimos,
nunca jamás reconoce haberse equivocado o haber cometido un error. ¡Ahora bien,
todo el mundo comete errores, a veces!”
A este papá quizás le haya parecido que para
asirse de su autoridad jamás debería confesarse culpable de haber cometido un
error o haberse equivocado. Sea cual sea el razonamiento, su actitud
no fomentaba comunicación y armonía dentro de la familia. Procediendo de
este modo desacertado, en vez de fortalecer su autoridad estaba rebajándose a
los ojos de sus hijos. Al reconocer que a veces se había equivocado ¡habría
demostrado ser lo suficientemente grande para asumir la culpa por los errores!
El rehusar reconocer que uno ha cometido un
error es como alegar infalibilidad. Los cabezas de la más grande organización
religiosa del mundo durante un siglo han alegado ser infalibles, que
no han cometido ningún error —tampoco que ningún papa jamás ha cometido
error alguno— al hablar oficialmente sobre asuntos de doctrina y moralidad.
Pero cada vez más voces se están alzando dentro de esa mismísima organización
religiosa poniendo en tela de juicio esta pretensión. En consecuencia el obispo
católico romano, F. Simons, en Indore, India, declaró:
“Cuando, aunque sea con buena fe, la iglesia
rebasa el testimonio apostólico acerca de Cristo, no tiene derecho a
esperar que puede enseñar tales puntos de vista adicionales con certeza
infalible. Los Apóstoles mismos, al exigir fe, apelaban a la evidencia, a lo
que habían oído y visto. . . . Tampoco hay alguna promesa o seguridad
divina de que la iglesia haya recibido tal dotación en virtud de la cual puede
tener certeza acerca de Cristo independientemente del contenido seguro del
testimonio apostólico. Tan pronto abandona el fundamento seguro que colocaron
los Apóstoles, está sujeta a la ignorancia y errores de su época, que se
extienden, como ha mostrado la experiencia, a su mismo entendimiento de las
Escrituras.
“La pretensión de infalibilidad causa
incalculable daño a la credibilidad de la autoridad docente de la iglesia.
Restringe indebidamente su habilidad para aceptar nueva evidencia y la
convierte en víctima y defensora de errores del pasado.”—Commonweal, 25
de septiembre de 1970, págs. 480, 481.
En contraste notable con la posición que han
adoptado los papas está la posición que han adoptado los testigos cristianos de
Jehová. Prontamente reconocen haber cometido errores en cuanto a doctrina y
adoración. Por eso durante un tiempo, en común con la cristiandad, celebraban
la Navidad hasta que se enteraron de su origen pagano. Por otra parte, puesto
que Romanos 13:1 se había interpretado con el significado de que a los
gobiernos del mundo tenía que dárseles obediencia incondicional, los Testigos
interpretaron que las “autoridades superiores” mencionadas allí aplicaban a Jehová
Dios y Jesucristo. Sin embargo, un examen más cuidadoso del contexto reveló que
Romanos 13:1 realmente se refiere a los gobiernos políticos de este mundo. Pero
al comparar este texto con otros, como Hechos 5:29, que declara: “Tenemos que
obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres,” se discernió que
la “sujeción” que se menciona en Romanos 13:1 tiene que ser una sujeción relativa,
no incondicional. Es decir, los cristianos han de estar en sujeción a los
gobiernos de este mundo mientras éstos no pidan que los cristianos obren
de modo contrario a las leyes de Dios. Cuando los gobiernos lo hacen, entonces
el cristiano tiene que obedecer la ley superior.—Hech. 4:19, 20.
¿Los señala este reconocimiento de cometer
errores como profetas falsos? De ninguna manera, porque los profetas falsos
no reconocen cometer errores. De hecho, el libro de los Hechos suministra
más de un ejemplo de que los cristianos primitivos estuvieron equivocados en
cuanto a sus creencias y hubo necesidad de que fueran enderezados, pero la
Palabra de Dios habla de ellos con aprobación. Todo esto está en armonía con el
principio bíblico de que “la senda de los justos es como la luz brillante que
va haciéndose más y más clara hasta que el día queda firmemente
establecido.”—Pro. 4:18.
En vista de estos ejemplos, ¿por qué debería
serles tan difícil a los individuos confesar que se han equivocado? Ningún
humano lo sabe todo; todos seguimos aprendiendo. Vez tras vez, debido a
conocimiento insuficiente, nos equivocamos. O, por otra parte, quizás cometamos
errores debido a que no dominamos nuestras emociones; quizás hayamos
dejado que algo de prejuicio o la vanidad herida haga que respondamos sin
primero usar nuestra habilidad para pensar a fin de evaluar las consecuencias
de nuestras palabras o acciones.—Pro. 5:1, 2.
El estar dispuesto a confesar que se equivocó
es el proceder correcto, porque lo deja a uno con una conciencia limpia. Nos
guarda de estar a la defensiva o de tratar de justificar nuestros errores
diciendo: “Nadie es perfecto.”
El ser lo suficientemente grande para
reconocer un error también es el derrotero que muestra sabiduría. Tal como se
notó con los niños que se quejaban de que su papá no reconocía un error,
al reconocer nosotros que cometimos un error contribuimos a mejores relaciones
con otros, sean nuestros compañeros, nuestros superiores o inferiores... es
decir, hablando en cuanto a organización. Y el reconocer el error lo grabará
tan firmemente en nuestra propia mente que tendremos menos probabilidad de
repetir ese error.
Por eso muéstrese grande. Muéstrese
suficientemente grande como para confesar que se equivocó. Esté dispuesto a
decir: “Sí, tiene razón. Cometí un error y lo siento.” Entonces esfuércese
mucho para no repetirlo.
http://blog.libresencristo.org/general/noticias/la-diferencia-entre-un-pecado-y-un-error/
La diferencia entre un pecado y un error
Publicado en 14. Jun, 2011 por Libres en Cristo en Desde otros ministerios
Sorprendidos en adulterio, presentando una falsa reclamación de un
seguro o robando en una tienda de ropa, he notado una tendencia cada vez
mayor en la gente a admitir sus errores, pero no sus pecados.
Después que el diario “National Enquirer” publicó la noticia sobre el adulterio del Senador John Edwards, él dijo:
“Hace dos años cometí un grave error, un error del cual solo yo soy responsable, nadie más lo es. En 2006, le hablé a Elizabeth sobre mi error, le pedí que me perdonara y también le pedí perdón a Dios. Esto lo mantuvimos como secreto de nuestra familia desde ese tiempo”
A simple vista, esa declaración pareciera ser de alguien contrito y humillado. Qué mas se puede pedir?
Pero cuando alguien se refiere a este tipo de comportamiento como un error y no como un pecado, está evadiendo su responsabilidad consciente o inconscientemente.
Por qué? Porque hay una diferencia fundamental entre ambos. Mucha gente asume que son sinónimos. Pero no lo son.
La palabra “error” implica un descuido en el entendimiento – algo que se hace sin querer. Por ejemplo, un error legítimo sería:
La palabra “transgresión” es aún más fuerte. Esta implica el pasar por encima de un límite deliberadamente. La palabra “infracción” es similar. Esta implica entrar a la propiedad de otra persona sin su permiso.
A diferencia con los errores, nosotros sí elegimos pecar. Por lo tanto, debemos aceptar la responsabilidad por ello – y las consecuencias que le siguen. Esta es la medida de la madurez y marca la transición entre la adolescencia y la adultez. Es la base de una sociedad civilizada.
Qué podemos hacer para asegurarnos de mantener esa distinción entre pecados y errores? Sugiero cinco acciones:
Pregunta: Como te sentiste la última vez que alguien pecó contra ti y se refirió a eso como un error?
Original
Después que el diario “National Enquirer” publicó la noticia sobre el adulterio del Senador John Edwards, él dijo:
“Hace dos años cometí un grave error, un error del cual solo yo soy responsable, nadie más lo es. En 2006, le hablé a Elizabeth sobre mi error, le pedí que me perdonara y también le pedí perdón a Dios. Esto lo mantuvimos como secreto de nuestra familia desde ese tiempo”
A simple vista, esa declaración pareciera ser de alguien contrito y humillado. Qué mas se puede pedir?
Pero cuando alguien se refiere a este tipo de comportamiento como un error y no como un pecado, está evadiendo su responsabilidad consciente o inconscientemente.
Por qué? Porque hay una diferencia fundamental entre ambos. Mucha gente asume que son sinónimos. Pero no lo son.
La palabra “error” implica un descuido en el entendimiento – algo que se hace sin querer. Por ejemplo, un error legítimo sería:
- Dar vuelta en una calle de un solo sentido y así ir en contravía
- Poner sal en el café, pensando que es azúcar
- Escribir mal una dirección web y terminar entrando a un sitio de pornografía
La palabra “transgresión” es aún más fuerte. Esta implica el pasar por encima de un límite deliberadamente. La palabra “infracción” es similar. Esta implica entrar a la propiedad de otra persona sin su permiso.
A diferencia con los errores, nosotros sí elegimos pecar. Por lo tanto, debemos aceptar la responsabilidad por ello – y las consecuencias que le siguen. Esta es la medida de la madurez y marca la transición entre la adolescencia y la adultez. Es la base de una sociedad civilizada.
Qué podemos hacer para asegurarnos de mantener esa distinción entre pecados y errores? Sugiero cinco acciones:
- Elije tus palabras cuidadosamente. No minimices tu pecado llamándolo error. El significado de la palabra griega homologe? – traducida como confesión en 1 Juan 1:9 - es “hablar la misma palabra.” En otras palabras, estar de acuerdo con Dios. Expresa tu pecado como Dios lo hace. No puedes ser curado de una enfermedad si continúas negándola.
- Toma responsabilidad de tu comportamiento. Si has pecado, reconócelo. (De hecho, si cometes un error, reconnócelo también). Recibe el golpe. Así hayas sido provocado por otras personas, reconoce tu responsabilidad. Así ellos sean 90% responsables, acepte el 100% de su 10% de responsabilidad. Cuando se trata del pecado, no hay una excusa válida. Nunca.
- Reconoce tu. Es normal que sientas culpa cuando pecas. La culpa es un don de Dios, diseñado para iniciar reconciliación. Entre más pronto, aceptes tu responsabilidad, más pronto resolverás el problema. Y nunca sigas tu confesión con la palabra “pero”. Este es el prefacio a una excusa. Ese pero niega todo lo que usted ha dicho antes.
- Cambia tu comportamiento: Las palabras se las lleva el viento. Algunas personas son muy expertas en decir lo siento, pero luego … nada cambia. El arrepentimiento no es solo un cambio de mente, es un cambio de dirección. A menos que cambies tu comportamiento, no te has arrepentido genuinamente, no importa cuantas lágrimas hayas derramado.
- Pide perdón: No puedes exigirlo. No tienes derecho para ello. Sólo puedes pedir perdón y esperar a que la persona contra la que has pecado extienda su gracia. Algunas veces, esa persona esperará hasta que hayas mostrado el fruto del arrepentimiento, y eso está bien (mirar Mateo 3:8, Hechos 26:19-20)
Pregunta: Como te sentiste la última vez que alguien pecó contra ti y se refirió a eso como un error?
Original
9 Comentarios
15. Jun, 2011
15. Jun, 2011
Nuestro website no permite por ahora copiar el material, debido a que algunas personas se han apropiado del material y lo han publicado como propio. Solamente está disponible en la web. Gracias por comprender.
15. Jun, 2011
aunque estos pecados los cometio hace algun tiempo atras.
Dios le Bendiga en esta labor tan linda de ayuda.
29. Jun, 2011
02. Jul, 2011
La mente es astuta para sacar ventaja y que evadamos nuestra responsabilidad frente a Dios.
Un abrazo,
pd: Hoy el sitio del blog luce mas que exelente, genial.
Un botton para ir al sitio principal le estoy buscando para interactuar en los dos sitios.
Ciao
19. Jul, 2011
14. May, 2012
ahora mi pregunta es sobre la culpa, es realmente un don de Dios? la tristeza del arrepentimiento produce fruto para salvacion, pero la culpa paraliza y condena. no diria que realmente es un “don” de Dios
16. May, 2012
16. Jul, 2012