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¿Usan los Testigos de Jehová Imagenes Ocultas en su literatura?

MACIEL Y LOS APESTATAS...














http://eleconomista.com.mx/notas-online/entretenimiento/2009/02/12/sabia-vaticano-nexos-maciel-narco

Sabía Vaticano los nexos de Maciel con el narco

Credito:
José Juan Reyes

Los vínculos de Marcial Maciel con el narcotráfico fueron del conocimiento y documentados por El Vaticano; incluso las autoridades de España iniciaron una investigación, la cual no prosperó.
El líder de los Legionarios de Cristo se encargó de trasladar de un país a otro, con la mayor secrecía, “polvo blanco”, según relatan diversos testimonios.
El ex sacerdote, Alberto Athié, quien decidió abandonar la vocación debido a la serie de irregularidades de Maciel, dijo en entrevista con El Economista, que Marcial también fue consumidor. Utilizaba a sus discípulos para conseguir recetas falsas y con ellas obtener medicamentos con altas dosis de droga.
Athié-Gallo no fue abusado sexualmente por Maciel; sin embargo, fue víctima del escándalo y se vio obligado a dejar las posiciones importantes obtenidas en la Iglesia Católica.
“En el caso de Marcial hubo, por muchos años, acusaciones internas, luego fueron públicas, incluso una demanda judicial hasta hubo la presencia de un fiscal de la santa Sede”.
Fue en diciembre del 2004 cuando se nombró a Charles J. Scicluna como fiscal. Llegó a México en abril del 2005 para entrevistarse con las víctimas del fundador de los Legionarios de Cristo.
Cabe mencionar que Alejandro Espinoza, sobrino de Marcial, ha hecho acusaciones en el sentido de que el fundador de la Legión de Cristo, la cual tiene presencia en al menos 22 países, tuvo contacto con el narcotráfico.
Al respecto, Athié-Gallo dijo que Maciel pedía a sus discípulos trasladar “polvo blanco, esto levantó sospechas”. Los documentos se concentraron en El Vaticano en donde, agregó, sabían que Marcial consumía droga.
Relató que derivado de este consumo, Marcial Maciel fue hospitalizado, debido a su deplorable condición.

http://www.acento.com.do/index.php/news/2467/56/El-lado-oscuro-de-Wojtila-apoyo-a-Maciel-a-sabiendas-de-que-era-drogadicto-y-pederasta.html


Actualidad

Teólogos e intelectuales le sacan los "trapos sucios" a Juan Pablo II

El lado oscuro de Wojtila: apoyó a Maciel, a sabiendas de que era drogadicto y pederasta

Argumenta que por el apoyo dado por Maciel a Wojtila, a nadie en Roma le importó que corrieran los rumores contra el superior de los legionarios; y que “en algún rincón de la curia se escondiera un grueso dossier sobre sus andanzas”

El lado oscuro de Wojtila: apoyó a Maciel, a sabiendas de que era drogadicto y pederasta
Juan Pablo II junto a un grupo de niños y niñas. Acento.com.do/EFE

SERVICIOS DE ACENTO (Con información de la agencia EFE).-En medio de la alegría de millones de católicos por la beatificación de Karol Wojtila (Juan Pablo II) el próximo domingo, 1 de mayo, han surgido numerosas voces críticas, que consideran que el antecesor de Benedicto XVI no reúne los méritos para ser considerado bueno y santo.
Por un lado, el escritor español Jesús Rodríguez acusa a Juan Pablo II de haber protegido al sacerdote Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, a sabiendas de que era un drogadicto y que mantenía relacines sexuales con mujeres, además de violar sexualmente a niños.
Por otro lado, el teólogo suizo Hans Küng criticó desde Berlín, Alemania, la “precipitada” beatificación de Juan Pablo II, al cual calificó de “intolerante”, “autoritario” y “violador de los derechos” de los teólogos y de las mujeres en la Iglesia Católica.
Estas duras críticas se suman a las externadas por un grupo de 50 teólogos, entre los cuales se hallaba el propio Kung, que esta misma semana reclamó al Vaticano que dejase sin efecto la beatificación, por considerar que Juan Pablo II traicionó al arzobispo Monseñor Oscar Romero, de El Salvador, asesinado por la dictadura militar que gobernaba a ese país en el año 1980. Romero le había informado al Papa sobre las amenazas de muerte que pesaban en su contra, pero no recibió ningún apoyo. Los teólogos reclamaron que en vez de Wojtila, sean beatificado Romero.
Críticas de Küng
La agencia EFE reportó que el profesor emérito de Teología Ecuménica, Hans Küng, criticó con suma dureza la beatificación del papa Juan Pablo II (1920-2005), al que considera un pontífice "intolerante" y "autoritario".
"¿El sucesor declara beato al antecesor?. En Roma se actúa como en los tiempos de los césares, que sucesivamente proclamaban la divinidad del anterior emperador", comenta el polémico teólogo
El antiguo papa no puede ser considerado un ejemplo para los fieles de la Iglesia católica, afirma Küng, al que en 1979 le fue prohibida la docencia por orden del Vaticano, en declaraciones que publica hoy el rotativo alemán "Frankfurter Runschau".
El papa Juan Pablo II practicó "un magisterio autoritario con el que reprimió los Derechos Humanos de las mujeres y los teólogos", afirma el teólogo suizo, antiguo profesor en la prestigiosa universidad alemana de Tubinga.
Küng denunció que el "lado oscuro" del pontífice polaco no ha sido tenido en cuenta en su proceso de beatificación y subraya que Juan Pablo II fue un papa "intolerante e indispuesto al diálogo". Las críticas de Küng se extienden al actual papa Benedicto XVI, al que acusa de haber precipitado y llevado a cabo en un tiempo récord la beatificación de Juan Pablo II.
"¿El sucesor declara beato al antecesor?. En Roma se actúa como en los tiempos de los césares, que sucesivamente proclamaban la divinidad del anterior emperador", comenta el polémico teólogo, al que el propio Juan Pablo II prohibió continuar con la docencia teológica.
Finalmente afirma que Benedicto XVI ha actuado como un príncipe absolutista y violado el propio derecho eclesiástico para beatificar a Juan Pablo II en un proceso exageradamente acelerado.
Escritor afirma que apoyó a Maciel, a sabiendas de sus vicios y delitos
El escritor español Jesús Rodríguez sostiene en un reportaje publicado en el diario El País, que Farol Wojtila (el Papa Juan Pablo II) protegió al sacerdote Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, a sabiendas de que era un violador sexual de niños.
Rodríguez, autor del libro “La Confesión. Las extrañas andanzas de Marcial Maciel y otros misterios de la Legión de Cristo (Debate)", sostiene que ese sacerdote ya era pederasta cuando el entonces arzobispo polaco Karol Wojtila fue elegido al papado en 1978 y asumió el nombre de Juan Pablo II.
El autor del reportaje publicado este viernes, 29 de abril, por El País, de España, indica que ya en ese momento Juan Pablo II sabía que el sacerdote Maciel consumía drogas y sostenía relaciones sexuales con mujeres y violaba a menores.
“Y cuando las cosas se comenzaron a poner mal para Maciel tras la publicación en The Hartford Courant de las primeras denuncias por abusos sexuales, en febrero de 1997, el Papa hizo oídos sordos”
“Cuando Wojtyla accedió al papado en 1978, Maciel ya era pederasta. Ya había tenido relaciones con mujeres; ya sufría una adicción a los opiáceos y llevaba décadas de manejos económicos. Controlaba con mano férrea a sus chicos presos en su particular voto de silencio; era señor de mentes y haciendas en la Legión de Cristo”, sostiene Rodríguez.
Agrega que todo ese poder se multiplicó gracia al apoyo del Papa Juan Pablo II, debido a que Maciel le facilitó al entonces nuevo líder de la Iglesia Católica mejorar sus relaciones con el gobierno de México, uno de los menos clericales de América Latina.
“Durante el papado de Wojtyla, la Legión sería la congregación católica de mayor crecimiento. Cuando Wojtyla llegó al Vaticano, contaba con 100 sacerdotes. A su muerte tenía 800 y más de 2.000 seminaristas repartidos en 124 casas por todo el mundo. Universidades en México, Chile, Italia y España; facultades de Teología, Filosofía y Bioética. Más de 130.000 alumnos. Y 20.000 empleados en su grupo económico Integer. La cifra que más se ha repetido sobre el valor de los activos de la Legión en los últimos años es de 25.000 millones de euros”, indica el escritor en el reportaje publicado en El País.
Sostiene que Karol Wojtyla apoyó a los grupos más conservadores del catolicismo, como el Opus, los Kikos, Lumen Dei, los carismáticos, Comunión y Liberación, Schoenstatt, San Egidio y en la Legión de Cristo.
“Juntos se montaron en la máquina del tiempo y rebobinaron hasta los años cincuenta. Hasta una Iglesia con un poder centralizado, sin lugar para la disidencia. Y decidieron que esa era la Iglesia de fin de siglo; la que tenía que reevangelizar el planeta. Maciel sería uno de los mariscales de campo”, señala.
Argumenta que por el apoyo dado por Maciel a Wojtila, a nadie en Roma le importó que corrieran los rumores contra el superior de los legionarios; y que “en algún rincón de la curia se escondiera un grueso dossier sobre sus andanzas”.
“Y cuando las cosas se comenzaron a poner mal para Maciel tras la publicación en The Hartford Courant de las primeras denuncias por abusos sexuales, en febrero de 1997, el Papa hizo oídos sordos”, precisa Rodríguez
Agrega que cuando el obispo mexicano Carlos Talavera entregó en 1999 una carta al cardenal Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, hoy el Papa Benedicto XVI, que detallaba los abusos de Maciel sobre el ex sacerdote legionario Juan Manuel Fernández Amenábar, la respuesta de Ratzinger fue concluyente: "Lamentablemente, no podemos abrir el caso del padre Maciel porque es una persona muy querida del santo padre (Juan Pablo II), ha ayudado mucho a la Iglesia y lo considero un asunto muy delicado".

http://elpais.com/diario/2010/01/24/domingo/1264308758_850215.html


Reportaje:ESCÁNDALO EN LA IGLESIA CATÓLICA

La increíble vida de Marcial Maciel

El fundador de los Legionarios de Cristo fue pederasta, tuvo hijos con varias mujeres y plagió el libro de cabecera del grupo. Tantos 'pecados' ensombrecen la beatificación de Juan Pablo II, su gran protector

JUAN G. BEDOYA 24 ENE 2010
Marcial Maciel soñaba con ser proclamado santo universal... y acabará en los infiernos más profundos de su iglesia. Los últimos descubrimientos sobre la doble y exagerada vida del famoso fundador de los Legionarios de Cristo y del grupo sacerdotal Regnum Christi no dejan lugar a dudas, y eso que aún no ha concluido la investigación ordenada hace un año por Benedicto XVI. Lo que ya se sabe es demoledor. El líder de uno de los más exitosos movimientos del nuevo catolicismo no sólo fue notorio pederasta y drogadicto. También tuvo hijos -al menos cuatro, quizá seis- con varias mujeres, plagió descaradamente el libro de cabecera legionario, titulado El salterio de mis días, e impuso a toda la organización un cuarto voto de silencio para guarecerse de denuncias. Uno de sus antiguos colaboradores le acusa incluso de haber envenenado a su tío abuelo, el obispo Guízar, que avaló la exitosa carrera eclesiástica del ambicioso sobrino en el convulso México de los años treinta del siglo pasado.
Blázquez, obispo de Bilbao, es uno de los cinco 'visitadores' encargados por el Papa de investigar a la Legión en pleno
"¡Cuánta suciedad hay en la Iglesia!", clamó Ratzinger antes de ordenar que Maciel fuese castigado
"¡Cuánta suciedad hay en la Iglesia!" Este clamor le valió un pontificado al entonces cardenal Joseph Ratzinger. Lo pronunció en un vía crucis en abril de 2005, a punto de reunirse el cónclave para elegir al sucesor de Juan Pablo II. El todopoderoso prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex santo Oficio de la Inquisición) sabía de qué hablaba. Los cardenales electores, también. Sobre la mesa del Papa anterior, Karol Wojtyla, se habían acumulado acusaciones de pederastia contra miles de sacerdotes, y también quejas por el encubrimiento de esos delitos por algunos jerarcas en Estados Unidos, Irlanda, Italia, Austria e, incluso, España. El alemán Ratzinger aparecía como el único de los reunidos con información y autoridad suficientes para atajar tal estado de cosas.
El propio Juan Pablo II no se libraba de las críticas. Por citar sólo el caso del fundador de los Legionarios, a la mesa de trabajo del Papa polaco habían llegado durante años cientos de denuncias sobre las andanzas y desviaciones del sacerdote Maciel. El Pontífice las despreció. Maciel era uno de sus preferidos. Llenaba plazas y estadios de fútbol en los viajes del líder católico por el mundo, junto al otro movimiento de moda, el Camino Neocatecumenal del español Kiko Argüello. Aquella protección contra toda lógica amenaza ahora con ensombrecer la anunciada beatificación de Juan Pablo II, a poco que funcione la famosa y vieja figura -desaparecida como tal- del abogado del diablo en todo proceso de canonización.
Cuando el todavía cardenal Ratzinger clamó contra la "suciedad" interna en su iglesia, los cardenales se convencieron de que era el hombre a elegir. Dos días más tarde lo hicieron Papa, el 19 de abril de 2005. Fue entonces cuando se empezó a cavar la tumba del hasta entonces intocable fundador de los Legionarios. Una de las primeras medidas anticorrupción del pontífice Benedicto XVI, en mayo de 2006, le alcanzó donde más dolía. Maciel debía abandonar Roma apresuradamente, y retirarse a su México natal. También debía dejar el poder en manos de alguno de sus colaboradores. La decisión del Vaticano parecía humillante -Maciel era obligado a llevar "una vida reservada de oración y penitencia, renunciando a cualquier forma de ministerio público", se le ordenaba-, pero no acalló el escándalo. Demasiado poco castigo para documentadas acusaciones de abusos sexuales en varios países. Como disculpa, Roma apeló a la edad avanzada del encausado, casi nonagenario. Maciel moriría poco más tarde, en enero de 2008, en Cotija (Michoacán, México). Asunto zanjado, suspiraron sus antiguos amigos en el Vaticano.
Se equivocaban de punta a cabo. Además del clamor dolorido de las víctimas, que pusieron el grito en el cielo por la benevolencia de Benedicto XVI, ahora entraban en escena autoproclamados hijos y mujeres de Maciel reclamando atención y derechos. Todo empezó en Madrid, adonde Maciel venía con frecuencia, a veces discretamente. Al fin y al cabo, fue aquí donde fue recibido con los brazos abiertos en 1941, nada más fundar en México el movimiento de los Legionarios de Cristo, con apenas 20 años de edad. El ministro de Asuntos Exteriores de entonces, el democristiano Alberto Martín-Artajo, fue el encargado de introducirlo en la nacionalcatólica sociedad franquista. Hoy, los Legionarios cuentan en España con una Universidad -la Francisco de Vitoria, en Madrid-, varios seminarios y cientos de colegios, entre otras muchas propiedades.
Los primeros rumores sobre la doble vida de Maciel provocaron un revuelo morboso entre algunos legionarios, abrumados, sobre todo, por las acusaciones de pederastia, que hasta Roma avalaba oficialmente. Si su adorado fundador conoció mujer y tenía una hija, eso espantaba, según ellos, las sospechas del horrendo pecado de pedofilia. Así que lo que debía ser gestionado en sumo secreto, pronto fue un clamor público, filtrado desde dentro. Maciel no sólo tuvo aventuras amorosas, sino que en Madrid vivía una hija suya, con nombre, apellidos y un número de portal concreto en unos lujosos apartamentos de la calle de Los Madroños. La chica, ya madura -la madre murió hace años-, se llama Norma Hilda y ha pactado silencio a cambio de una pensión vitalicia. Quien selló el acuerdo y se ocupó de que la rocambolesca historia acabase ahí fue el mismísimo secretario de Estado vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, durante una visita semioficial a España. Ocurrió en los primeros días de febrero del año pasado. El dinero no fue un obstáculo. Hace décadas que en ambientes hostiles el grupo del Maciel es conocido, con ironía, como los Millonarios de Cristo.
Animado por el éxito del apaño maquinado en Madrid, Benedicto XVI tomó otra decisión, con la esperanza de difuminar el escándalo. Ordenó que la investigación se extendiese a toda la organización. El argumento de la medida era inatacable: si el fundador legionario había llevado una vida de crápula, ¿cómo es que nadie de su entorno lo advirtió y denunció? Para encontrar respuestas, el Papa nombró a cinco "visitadores", todos ellos obispos: Ricardo Blázquez, de Bilbao (España); Giuseppe Versaldi, de Alessandria (Italia); Ricardo Watty, de Tebladpic (México); Ricardo Ezzati, de Concepción (Chile), y Charles Joseph Chaput, de Denver (EE UU). Watty inspeccionaría en México y Centroamérica; Chaput, los centros legionarios de Estados Unidos y Canadá; Versaldi, los de Italia, Israel, Corea y Filipinas; Ezzati, los de Suramérica, y Blázquez, los de Europa, con la excepción de Italia. Para facilitarles el trabajo, el Papa, único que puede atar y desatar esas cosas en la confesión católica, derogó el cuarto voto de la Constitución legionaria, que obliga a los seguidores de Maciel a confesarse sólo con sus superiores y a guardar secreto de los conflictos internos.
En un principio, la inspección ordenada por el Papa fue tomada por el sucesor de Maciel al mando de la Legión y del Regnum Christi, el también mexicano Álvaro Corcuera, como un gesto de confianza. El propio cardenal secretario de Estado, Bertone, había dado pie al equívoco en la carta en la que comunicó públicamente la decisión papal. "La visita apostólica es de fundamental importancia y merece la pena consagrarse a ella con amplitud de miras y limpio corazón. [Los legionarios] Siempre podrán contar con la ayuda de la Santa Sede para, a través de la verdad y la transparencia, en un clima de diálogo fraterno, superar las dificultades existentes", decía la carta del cardenal al sacerdote Corcuera.
Lo que no podían prever entonces ambas partes es el aluvión de noticias sobre la vida secreta de Maciel, ahora sin control posible. Para colmo, había entrado en acción un abogado de prestigio, anunciando acciones judiciales civiles, que siempre sacan de quicio a la Santa Sede. El letrado se llama José Bonilla. Uno de sus hijos fue sometido a abusos sexuales a la edad de tres años en un colegio de los Legionarios y le ganó a la Iglesia católica un juicio penal por esos hechos. Ahora representa a tres de los autoproclamados hijos de Maciel, con nombres propios y en busca de reconocimiento legal y compensaciones económicas. Se trata de tres varones, hermanos entre sí, de nacionalidad mexicana. El letrado asegura que Maciel habría tenido tres hijos más, incluida la española Norma Hilda, cuya existencia ya ha reconocido oficialmente la Legión. Otro hijo viviría en Londres, y una sexta hija se mató en un accidente de tráfico cuando iba a recoger a su padre a un aeropuerto de París. Norma Hilda, por cierto, cursó su carrera en la Universidad Francisco de Vitoria, en Madrid, propiedad legionaria.
Los obispos visitadores que llevan casi un año investigando en las instituciones y centros de los Legionarios de Cristo y del Regnum Christi no sueltan prenda de sus averiguaciones. Tampoco desmienten noticia alguna, y eso que se publican a diario, sobre todo en la prensa latinoamericana. Reconocen, en cambio, que los cinco prelados han sido convocados a Roma de urgencia para presentar a Benedicto XVI un primer informe de lo actuado. José Martínez de Velasco, redactor jefe de la agencia Efe y el primero que desveló los escándalos de la Legión -publicó en 2002 el libro Los Legionarios de Cristo, el nuevo ejército del Papa, y dos años más tarde, Los documentos secretos de los Legionarios de Cristo-, sostiene que la investigación está "prácticamente concluida", pese a que son muchas las personas que han solicitado ser recibidos para dar su testimonio o desahogarse.
Martínez de Velasco afirma, además, que las acusaciones de pederastia contra Maciel prácticamente no se han investigado porque estaban suficientemente contrastadas. Las primeras denuncias sobre abusos sexuales en centros de la Legión llegaron al Vaticano en la década de los años cincuenta del siglo pasado, durante el pontificado de Pío XII, paternal protector también del sacerdote mexicano. Éste había llegado a Roma avalado por su parentesco con un tío abuelo suyo, Rafael Guízar, obispo de Veracruz y en proceso de canonización por Benedicto XVI como uno de los héroes de la persecución y guerra de los Cristeros en el México revolucionario de los años treinta del siglo XX. Sin embargo, un libro publicado en México con el título El Legionario, escrito por Alejandro Espinosa, sostiene que el obispo Guízar murió envenenado con cianuro por el propio Maciel. "Guízar acogió a su sobrino en su seminario clandestino, pero la buena relación entre ambos duró hasta que el obispo descubrió que el joven Maciel le estaba pervirtiendo su seminario con relaciones sexuales con otros estudiantes. El día en que el obispo murió había tenido una discusión muy fuerte con Maciel", sostiene.
Apoyado con información de algunos testigos del suceso y con confesiones que el mismo Maciel le hizo cuando tenía con él una relación muy cercana, Espinosa armó esta hipótesis. "La muerte de monseñor Guízar no quedó esclarecida. Y cuando años después exhumaron su cadáver, se le halló incorrupto y con el pelo rojizo, tal y como deja el cianuro a los cuerpos. Pero la gente se fue por el lado del milagro", sostiene este ex legionario, él mismo sometido a abusos cuando estudiaba en el seminario que la Legión posee en Ontaneda (Cantabria). Hoy vive retirado en el campo mexicano, con estrecheces económicas y, aún, amenazado por antiguos correligionarios. En cambio, el postulador en México de la causa de canonización de Guízar, el sacerdote Rafael González Hernández, tacha de absurda la historia. "Monseñor Guízar murió en 1938 a causa de una insuficiencia cardiaca y de un ataque de diabetes. Tenía 60 años y ya era un anciano decrépito y acabadísimo, pues gastó su vida al servicio de los fieles. Efectivamente, 12 años después de su muerte, en 1950, sus restos fueron exhumados y se encontraron incorruptos", afirma.
Lo cierto es que, con informaciones de acá y de allá, más lo que le han aportado ya los visitadores, el Papa tiene datos suficientes sobre la situación de la Legión de Cristo y sobre las acusaciones contra el fundador y algunos de sus colaboradores. La decisión que adopte se conocerá el próximo marzo. Según Martínez de Velasco, el Vaticano se debate entre tres opciones: disolver la congregación, proceder a su refundación o designar un comisario pontificio que conduzca a la Legión hasta un Capítulo General de renovación total.
Desde la disolución de los jesuitas en 1773 por Clemente XIV, forzado por los reyes de Francia, España, Portugal y de las dos Sicilias -por motivos de poder, por tanto-, la Iglesia católica no se había enfrentado a un caso igual, esta vez por sucios escándalos sexuales y financieros. Benedicto XVI, él mismo acusado de no haber actuado con diligencia cuando estaba al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se enfrenta al peor momento de su pontificado, sobre todo si la investigación interna confirma una culposa pasividad de Juan Pablo II por amistad personal con Maciel.

"Un guía eficaz de la juventud", según piropo de Juan Pablo II

Los días de gloria de Marcial Maciel, y los de los Legionarios -unos 70.000, de los que 800 son sacerdotes-, estaban contados cuando un grupo de ex seminaristas de la organización se unió para denunciar ante la opinión pública al fundador y a sus protectores en el Vaticano. Unos, en Ontaneda (Cantabria), y otros, en seminarios de México, todos sufrieron abusos sexuales de su padre confesor. Fueron sacerdotes la mayoría. Tardaron en "contactarse", pero al final fueron "atando datos", dicen, hasta llenar de credibilidad una denuncia, que llegó ante Ratzinger cuando todavía no habían explotado los escándalos de pederastia en la iglesia de EE UU. He aquí la identidad de algunos de los denunciantes: además de Alejandro Espinosa, los hermanos Fernando y José Antonio Pérez Olvera, Samuel Barrales, Arturo Jurado, Juan José Vaca, José Barba y Félix Alarcón. La gota que colmó el vaso de su paciencia fue una frase de Juan Pablo II, amigo y protector de Maciel. El fundador de los Legionarios de Cristo es "un guía eficaz de la juventud", dijo el Papa polaco, de visita en México. Era en 1994. Con este sorprendente piropo del distraído Pontífice, el fundador legionario, que iba para los altares según el polaco, empezó su caída a los infiernos de la Iglesia romana. El proceso contra Maciel, según lo plantearon los ocho ex legionarios y su abogada, la austriaca Martha Wegan, tenía dos planos: el de los abusos sexuales y la adicción a la morfina del fundador, y el que éste dominara la conciencia de sus víctimas mediante la dirección espiritual. Es decir, además de los delitos sexuales, que en 1998 podrían estar prescritos, Maciel había absuelto a sus muchachos en confesión. La figura de la absolución del cómplice, uno de los mayores delitos en la Iglesia católica, no prescribe, y su examen queda reservado a la Congregación para la Doctrina de la Fe. La demanda contra Maciel se presentó en Roma en octubre de 1998 con este título: Absolutionis complicis. Arturo Jurado et alii versus Rev. Marcial Maciel Degollado. Las desviaciones del fundador legionario ya fueron investigadas entre 1956 y 1959, sin resultado conocido. Durante ese tiempo, Maciel fue suspendido como superior general y expulsado de Roma. El cardenal Alfredo Ottaviani, entonces gran inquisidor, encargó al claretiano vasco y futuro cardenal Arcadio Larraona que dirigiese la investigación. Éste envió a sus visitadores al seminario de Ontaneda, pero no resolvió nada.

http://es.metapedia.org/wiki/Marcial_Maciel

Marcial Maciel


Marcial Maciel
"¡Cuánta suciedad hay en la Iglesia!", clamó Ratzinger antes de ordenar que Maciel fuese castigado[1].


Marcial Maciel Degollado (Michoacán, México, 10 de marzo de 1920 – Florida, Estados Unidos, 30 de enero de 2008) fue un sacerdote mexicano, fundador de la asociación seglar Regnum Christi y de la congregación católica Legión de Cristo.
No sólo fue un notorio pederasta y drogadicto, también tuvo hijos (al menos cuatro, quizá seis) con varias mujeres, plagió descaradamente el libro de cabecera legionario, titulado "El salterio de mis días" e impuso a toda la organización un cuarto voto de silencio para guarecerse de denuncias[1].

Contenido

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Escándalos

Macial Maciel fue condenado tres veces, por el testimonio de sus víctimas en 1997, por el Vaticano en 2006 y por los mismos Legionarios de Cristo que en 2010 optaron finalmente por reconocer la verdad de las acusaciones en su contra.
Las desviaciones del fundador legionario ya fueron investigadas entre 1956 y 1959, sin resultado conocido. Durante ese tiempo, Maciel fue suspendido como superior general y expulsado de Roma. El cardenal Alfredo Ottaviani, entonces gran inquisidor, encargó al claretiano vasco y futuro cardenal Arcadio Larraona que dirigiese la investigación. Éste envió a sus visitadores al seminario de Ontaneda, pero no resolvió nada.
En 2004 el Vaticano comenzó una nueva investigación. En aquella oportunidad Luis Garza Medina contrató a un detective privado para vigilarle. Cuando el Vaticano comprobó la veracidad de las acusaciones de pederastia contra Maciel, le instó a retirarse a una casa en Los Ángeles para orar. Fueron a buscarle a un hotel, frente a Central Park en Nueva Cork –en donde estaba con Norma, una de sus mujeres y su hija, también del mismo nombre–. Allí estuvo durante dos años[2].
En 2006, como resultado de un proceso canónico interrumpido y tras haber hallado importante evidencia de sus comportamientos inmorales, el Vaticano ordenó su retiro del ministerio sacerdotal.
En 2009 saltó a la luz la noticia de que Maciel era padre de una joven española.
A través de un comunicado en febrero de 2010, la Legión de Cristo reconoció las acusaciones de abuso sexual a menores y se desvinculó de su fundador.
Estamos sorprendidos, entristecidos y desconcertados. No podemos negar la existencia de esos hechos, pero no deseamos entrar en más detalles por respeto a la privacidad de las personas afectadas.
Paolo Scarafoni, portavoz de los Legionarios de Cristo
.
El 25 de marzo de 2010 mediante un comunicado Los Legionarios de Cristo indicaron que el 19 de mayo de 2006, la investigación canónica que la Congregación para la Doctrina de la Fe inició contra Marcial Maciel, “llegó a una certeza moral suficiente para imponer sanciones canónicas graves, correspondientes a las acusaciones hechas en contra de Maciel, entre las cuales se incluían actos de abuso sexual a seminaristas menores. Por lo tanto, profundamente consternados, debemos decir que estos hechos sucedieron... Expresamos una vez mas nuestro dolor y pesar a todas y cada una de las personas que hayan sido dañadas por las acciones de nuestro fundador... Y queremos pedir perdón a todas aquellas personas que lo acusaron en el pasado a quienes no se dio crédito o no se supo escuchar pues en su momento no podíamos imaginarnos estos comportamientos. A su vez aceptamos que ante la gravedad de sus faltas no podemos mirar su persona como modelo de vida cristiano o sacerdotal”[3].
Ese mismo año, la investigación del Vaticano sobre los Legionarios de Cristo reveló que «los gravísimos y objetivamente comportamientos inmorales» de Marcial Maciel habían sido «confirmados por testimonios incontrovertibles»[4].
El Vaticano ordenó que las fotografías de Marcial Maciel fueran retiradas de todos los edificios propiedad de la orden religiosa fundada por el sacerdote mexicano en 1941[5].
Durante la regencia de Juán Pablo II, Maciel trató de conseguir la canonización (es decir, que la Iglesia Católica lo declarara Santo), proceso que sería cancelado al confirmarse muchas de las acusaciones en su contra.

La conspiración

El fundador de los Legionarios de Cristo había denunciado en diversas oportunidades la existencia de una supuesta conspiración que operaba en el Vaticano y que buscaba desacreditarle y atacar a los legionarios. Por otra parte y en sentido diametralmente opuesto, muchos son los sectores que a lo largo de las décadas acusaron al Vaticano de encubrir a sacerdotes pederastas[6].
Uno de sus acusadores (Alejandro Espinosa) dice en su libro “El prodigioso ilusionista” que cuando el padre Maciel tenía 18 años envenenó con cianuro a su tío, el famoso obispo Rafael Guízar y Valencia, y quedó impune.
Los actos de pederastia que se le achacan al padre Marcial Maciel se remontan a los años 50 y 60. Sin embargo, se recalcó que no fueron denunciados hasta 1996, después de que Juan Pablo II definiera al fundador de la Legión de Cristo como “guía eficaz de la juventud”. Esto colmó la paciencia de los que sufrieron sus abusos sexuales, quienes decidieron acusarle ante la Santa Sede. Sin embargo, el sacerdote mexicano ya fue investigado entre 1956 y 1959 después de que la Santa Sede recibiera varias denuncias por parte de seminaristas legionarios, quienes aseguraban que Maciel consumía drogas. El visitador apostólico —persona designada por El Vaticano para ocuparse de la investigación— fue monseñor Polidoro Van Vlieberghe.
En unas cartas reveladas en 1996, pocas semanas después de que surgieran las acusaciones pueden leerse las siguientes frases atribuidas a Van Vlieberghe: “Durante los años 50 se lanzaron muchas acusaciones contra el padre Maciel, pero ninguna de ellas era por desórdenes en materia sexual. Descubrí que todas las acusaciones hechas en su contra en ese tiempo eran infundadas”. Además asegura que la acusación de consumo de drogas quedó desacreditada “cuando Maciel se sometió a una serie de análisis médicos que demostraron la ausencia de cualquier dependencia o drogadicción”. No obstante, Miguel Díaz Rivera, que denunció y luego se retractó, no desdijo su testimonio sobre la adicción, observada en un viaje: “prácticamente por todas las ciudades más o menos grandes del recorrido teníamos que conseguir las mencionadas inyecciones (de Dolantina)”[7].
Los textos atribuidos a Van Vlieberghe continúan diciendo que en los tres años que duraron las pesquisas, “se interrogó a cada uno de los miembros de la Legión. Este interrogatorio fue directo y probatorio (...) En ningún momento de nuestras prolongadas y profundas entrevistas acerca del carácter y la actuación del padre Maciel emergió ni una sola afirmación de comportamientos incorrectos de carácter sexual”, concluyó.
Las dos cartas presentadas por la defensa de Maciel pretendían demostrar que durante la década de los 50s el resultado de la investigación del Vaticano fue completamente favorable a el. Sin embargo la enorme cantidad de contradicciones e impresiciones contenidas en ellas desde el principio hizo sospechar a los denunciantes de un posible fraude. Dos de ellos se trasladaron a Chile en enero de 2001 y localizaron a Van Vlieberghe de 96 años quién les confirmó ante testigos no saber nada de esos documentos[8].
Algunas personas que conocieron a Maciel y no le vieron con sus propios ojos participar en los actos de pederastia o consumo de drogas, le han defendido a lo largo de muchos años. Los altos jerarcas de los legionarios se mantuvieron fieles al fundador hasta su muerte, luego de la cual aceptaron la veracidad de las denuncias. Con respecto a esto, en 2010 cinco obispos de diferentes nacionalidades realizaron durante ocho meses indagaciones sobre la congregación Legionarios de Cristo. Llegaron a la conclusión de que "los comportamientos inmorales de Maciel se configuran, a veces, como verdaderos delitos y manifiestan una vida carente de escrúpulos y de genuino sentimiento religioso... Tal vida no la conocía gran parte de los legionarios, sobre todo por el sistema de relaciones construido por Maciel, que supo crearse aliados, obtener confianza, confidencia y silencio sobre circunstancias y reforzar su propio rol de fundador carismático". Agrega que los que dudaban de su comportamiento "crearon un mecanismo de defensa en torno a él que lo mantuvieron durante tiempo inatacable, convirtiendo en misión difícil el conocimiento de su vida verdadera"[9].

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