LOS APESTATAS CITAN MUCHAS VECES NUESTRAS REVISTAS Y PUBLICACIONES ANTIGUAS... Y DIGO NUESTRAS POR QUE SON NUESTRAS EDITADAS POR NUESTRA MADRE LA WATCHTOWER... SIN EMBARGO ESTOS APESTATAS (Hijos Malditos segun la BIBLIA)... NO SIEMPRE CITAN TODO... AL IGUAL QUE SU PADRE EL DIABLO (Luro1076)... ESTOS APESTATAS SIEMPRE CITAN TEXTOS BIBLICOS Y NUESTRAS PUBLICACIONES FUERA DE CONTEXTO... PERO AQUI LES DEJAMOS UNAS CITAS INTERESANTES PARA QUE COMPRENDAIS QUE LA WATCHTOWER ESTA EDIFICADA SOBRE EL FUNDAMENTE ROCOSO... ¿¿¿QUE ENSEÑAN LOS APESTATAS???... LA MISMA MIERDA QUE LAS RELIGIONES DE LA CRISTIANDAD PAGANA... TRINIDAD... INFIERNO DE FUEGO... INMORTALIDAD DEL ALMA... NAVIDAD... Y UN MONTON DE CHORRADAS MAS... ALLI ES DONDE VUELVEN A REVOLCARSE LOS APESTATAS (Hijos Malditos)...
SI QUE MARIO FAT OLCESE... MUCHISIMOS AÑOS ANTES DE QUE TU SIQUIERA PUDIERAS CAGARTE EN EL PAÑAL YA LA WATCHTOWER ESTABA HABLANDO DEL REINO DE DIOS... NO HABEIS DESCUBIERTO LA POLVORA... BASURA DE MIERDA...
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págs. 13-17 ¡Obra en defensa de la
verdad bíblica! ***
¡Obra en defensa
de la verdad bíblica!
MIENTRAS viajaba en su carro hacia el sur, el
funcionario hizo lo que usted probablemente habría hecho al viajar en tren,
autobús o avión. Leía. Estaba leyendo la Biblia y se vio ante un problema que
usted quizás haya tenido.
El relato, que se halla en el libro bíblico
de Hechos, dice que el evangelista Felipe se acercó al viajero etíope y le
preguntó: “¿Verdaderamente sabes lo que estás leyendo?” El etíope respondió:
“¿Realmente cómo podría hacerlo, a menos que alguien me guiara?”—Hech. 8:27-31.
La mayoría de las personas de nuestro día que
leen la Biblia han sentido necesidad de guía. El hecho de que las iglesias que
usan la Biblia tienen tantas doctrinas contradictorias intensifica esta
situación. De seguro no todas estas diferentes enseñanzas pueden ser
verdad bíblica. (1 Cor. 14:33) Pero ¿dónde puede uno conseguir ayuda
valiosa en cuanto a hallar y conocer la verdad bíblica?
Fue para suministrar precisamente esa ayuda
necesaria que se empezó a publicar la revista La Atalaya
en 1879. Esta obraría en defensa de las muy importantes verdades de la
Palabra de Dios. La página de la portada de su primer número en inglés mostró
claramente que la revista no estaba dedicada a la propagación de doctrinas
eclesiásticas en conflicto, sino a diseminar verdades sacadas de las
Escrituras, que son beneficiosas “para corregir, para instituir en justicia.”
(2 Tim. 3:16, 17, Versión Valera) Por ejemplo, hay la significativa
pregunta:
¿ES USTED INMORTAL,
O NO?
En lo que se refiere a lo que está en la
Biblia, la mayoría de las personas piensan ante todo en lo que la Biblia quizás
diga acerca de ellas y su futuro. Lo que con frecuencia les viene a la mente es
algo que quizás hayan oído desde su niñez, que cada persona tiene dentro un
alma inmortal; la mayoría de las iglesias enseñan eso. Así, muchas personas
esperan que su alma vaya al cielo a estar con Dios cuando les llegue la muerte.
¿Apoyaría La Atalaya estas
creencias populares? Al contrario, obró en defensa de la verdad de la Palabra
de Dios en este asunto. En fecha tan temprana como la de abril de 1881, el
artículo “La resurrección” dijo:
“A
cualquier ser se le llama correctamente un alma o persona. Este es el
sentido y uso bíblico de la palabra alma. . . . Leemos
acerca de la creación de Adán... ‘Y el Señor Dios formó al hombre del polvo del
suelo y sopló en sus narices el aliento de vida (ruach... el mismo
aliento que se dice que se da a las bestias, los pájaros y los peces) y el
hombre llegó a ser alma (ser) viviente.’ Gén. 2:7.”—Pág. 1.
Con amplio apoyo bíblico, el artículo mostró
que, cuando llega el momento de la muerte, el alma —la persona— muere. (Sal.
33:19; Isa. 53:10-12; Eze. 18:4) Bíblicamente, cuando una persona (un alma)
muere está en condición de inconsciencia, o en un estado semejante al del
sueño, hasta el tiempo futuro de la resurrección. Por medio del milagro de la
resurrección uno puede recibir vida inmortal en el cielo, como sucedió en el
caso de Jesús, o la perspectiva de tener vida perfecta en una Tierra
paradisíaca.—Ecl. 9:5, 10; 1 Cor. 15:12-16, 50-53.
Puede ser que personas que hayan leído
verdades como ésa en las páginas de esta revista durante el último siglo se
hayan alarmado, porque los líderes de sus iglesias no les habían enseñado
estas cosas. Pero los tiempos están cambiando. Por todo el mundo, una cantidad
cada vez mayor de clérigos y teólogos están admitiendo estas verdades bíblicas
que por mucho tiempo han sido defendidas en La Atalaya. Note
estos ejemplos:
Oscar Cullmann, profesor de la Facultad de
Teología de la Universidad de Basilea y de la Sorbona, de París, escribe:
“Si
fuéramos a preguntar a un cristiano ordinario hoy día . . . la
concepción que tiene de la enseñanza del Nuevo Testamento acerca del destino
del hombre después de la muerte, con pocas excepciones obtendríamos la
respuesta: ‘La inmortalidad del alma.’ Sin embargo, esta idea extensamente
aceptada es uno de los mayores malentendidos del cristianismo.”—Inmortality
of the Soul or Resurrection of the
Dead (Inmortalidad del alma o resurrección de los muertos) (1958),
pág. 15.
El
teólogo bautista Dr. Robert Laurin explica:
“El
Nuevo Testamento no enseña la inmortalidad del ‘alma’ incorpórea del
pensamiento platónico. El destino final del hombre está en un cuerpo en una
localidad terrestre.”—The Expository Times, febrero
de 1961, pág. 132.
Robert
Koch, profesor católico del Antiguo Testamento en Roma, escribe:
“El
alma no existe como una masa independiente en el cuerpo, como si estuviera
en una prisión, de la cual sería liberada al momento de la muerte. El ‘alma’ es
el hombre en su totalidad. El hombre no tiene un alma, es un
alma.”—Teologia della redenzione in Genesi 1-11
(1966), pág. 69.
El
“fraile” Pierre Pascal escribe en La Vie Catholique, de
Francia:
“La
Biblia enseña que cuando el hombre muere, su entera persona muere. Sin embargo,
sí tiene la promesa de salir de la nada de la muerte y ser restaurado a la vida
al fin del tiempo por medio de una resurrección.”—Julio de 1975,
pág. 37.
Sorprenderá a algunos el que haya clérigos
que admitan estas cosas. Sin embargo, éstas son verdades bíblicas que han sido
defendidas por esta revista durante 100 años.
LA RELACIÓN DE
ESTO CON EL INFIERNO
Llevemos este asunto un paso más allá. Si el
alma no es inmortal y los muertos están inconscientes, esperando la
resurrección, ¿cómo pudiera ser cierta la doctrina eclesiástica de que Dios
envía a las personas inicuas a sufrir tormento en el infierno? La realidad es
que la Biblia no enseña tal cosa. La Atalaya
frecuentemente ha defendido la verdad bíblica sobre este asunto; fíjese en este
solo ejemplo:
“Hallamos
que [infierno] es la traducción de la palabra hebrea sheol, que
sencillamente significa el estado o condición de muerte. En ella
no hay ni la más remota idea de vida
ni tormento; . . . Pero todavía [el clero] sigue predicando
esta idea falsa del infierno, que, ni más ni menos, es una difamación
del carácter de Dios.”—Noviembre de 1883, pág. 4.
¿Aceptan ahora los clérigos la posición bíblica
acerca del infierno? Aunque algunos quizás vacilen en decirlo directamente,
cuando hay líderes que admiten lo que la Biblia dice acerca del “alma” están
mostrando que el “infierno de fuego” no tiene base bíblica. Por ejemplo,
el pastor danés Kai Jensen reconoció la situación resultante:
“El
habla acerca de la perdición eterna no tiene sentido. No es
cristianismo. Era solo en el pasado que había predicadores del infierno que
desde el púlpito tronaban acerca del diablo y del fuego que no se podía
extinguir. Pero ese tiempo ha pasado.”—Hvor gaar vi hen
(¿A dónde vamos?), pág. 119.
Aunque la mayoría de las personas quizás
no oigan mucho acerca del infierno de fuego en su iglesia en estos
tiempos, probablemente tampoco aprenden lo que la Biblia dice sobre este
asunto. Muchas son como el secretario de un oficial de la Iglesia Presbiteriana
en Australia, quien dijo: “Evitamos el cielo y el infierno, porque eso perturba
a demasiadas personas. De hecho, me gustaría hablar con alguien que me ayudara
a entender bien este asunto.”
¿A QUIÉN ADORA
USTED?
Otra verdad bíblica que ha sido defendida en La Atalaya
tiene que ver con la identidad del Dios verdadero a quien adoramos. Millones de
personas han repetido lo que se llama el “padrenuestro,” la oración que Jesús
enseñó. (Mat. 6:9-13) Pero ¿han pensado en el significado de la frase:
“Santificado sea tu nombre,” o han dado la importancia que Jesús dio al asunto
de honrar el nombre de Dios? (Juan 12:28; 17:6) ¿O será que no conocen ese
nombre debido a que el clero lo evita y los traductores lo reemplazan con
“Señor” y “Dios”?
Muchos doctos ahora admiten la importancia
del nombre. El teólogo católico John L. McKenzie escribe en el Bible
Dictionary (1965):
“Al
Dios de Israel se le llama por Su nombre personal con mayor frecuencia que por
todos los demás títulos combinados; el nombre no solo identificaba a la
persona, sino que también revelaba su carácter.”—Pág. 316.
J.
A. Motyer, principal de la Universidad de la Trinidad, en Inglaterra, añade:
“Mucho
se pierde en la lectura de la Biblia si olvidamos mirar más allá de la palabra
que obra como sustituto [Señor o Dios] y considerar el nombre personal, íntimo,
de Dios mismo. Al decir a su pueblo su nombre, Dios se proponía revelarles su
carácter íntimo.”—El manual bíblico The Lion Handbook to
the Bible (1973), p. 157.
La Atalaya ha usado de modo
consistente el Nombre Divino. Por ejemplo, después de explicar que la palabra
hebrea el significa “dios,” el número de octubre de 1881
(pág. 9) pasó a declarar:
“Jehová
es el ‘el’ principal y gobierna sobre todo otro el... poderoso.
Y toda persona debe conocer que JEHOVÁ es el nombre que se aplica nada menos
que al Ser Supremo... nuestro Padre, y aquel a quien Jesús llamó Padre y Dios.”
Y
el número del 1 de enero de 1926 consideró el importante tema: “¿Quién
quiere honrar a Jehová?” Todavía continúa esta defensa del Nombre de Dios.
Desde que salió a la luz pública la Traducción del Nuevo Mundo
(1950-1961), ésta ha sido la versión más frecuentemente citada aquí, porque usa
el nombre de Dios hasta en el “Nuevo Testamento” en los casos en que la
evidencia favorece eso. Recientemente el profesor G. Howard consideró el
uso del nombre de Dios en el “Nuevo Testamento.” Es interesante el hecho de que
señaló lo siguiente:
“Es
razonable creer que los escritores del N[uevo] T[estamento], al citar de las
Escrituras, conservaban el Tetragrámaton [el nombre de Dios en hebreo] dentro
del texto bíblico.”—Journal of Biblical Literature
(Revista de literatura bíblica), 1977, págs. 63-83.
La Atalaya
había dicho esto mismo años antes.
El profesor Howard también dijo que
posteriormente, cuando el nombre de Dios fue quitado de donde estaba y en lugar
de él se colocó la palabra “Señor,” esta acción probablemente creó confusión en
cuanto a distinguir entre el Señor Jesús y el Señor Jehová; esto contribuyó a
la doctrina de la Trinidad, en la cual tantas personas creen.
¿UN DIOS TRINO
Y UNO?
La fórmula “Dios el Padre, Dios el Hijo y
Dios el Espíritu Santo” sale fácilmente de la boca de muchas personas. Resume
el punto de vista de que hay tres personas coiguales y coeternas en Dios.
Sin embargo, por espacio de un siglo La Atalaya
ha instado a sus lectores a examinar lo que la Palabra de Dios en realidad dice
sobre este asunto, como el hecho de que muchas veces se muestra que Jesús
no es igual a su Padre, sino una persona en posición inferior a la de
Jehová y sujeta a él. (Juan 14:28; 17:3; 1 Cor. 11:3) Como ejemplo de
esto, lo siguiente se publicó, junto con textos bíblicos en apoyo,
en 1882:
“Creemos
entonces en un solo Dios y Padre, y también en un solo Señor
Jesucristo . . . . Pero éstos son dos seres, y
no un solo ser . . . . Rechazamos como totalmente
antibíblica la enseñanza de que [Jehová, Jesús y el espíritu o fuerza activa de
Dios] son tres Dioses en una sola persona, . . .
La doctrina de la Trinidad surgió en el siglo tercero.”
Van aumentando las admisiones de que la
Trinidad no es una doctrina que se dé en la Biblia, sino que es un
desenvolvimiento eclesiástico posterior. En Suiza, el Vocabulaire biblique
(1954, pág. 72) declaró: “Ningún escrito del Nuevo Testamento suministra
seguridad explícita de que haya un Dios trino y uno.” Ian Henderson, de la
Universidad de Glasgow, escribe en la Encyclopedia International
(1969):
“La
doctrina de la Trinidad no formó parte de la predicación de los apóstoles,
según el informe que se da de ésta en el Nuevo Testamento.”—Pág. 226.
Además,
el Observer de Londres informó lo siguiente el 3 de diciembre
de 1978:
“Uno
de los principales teólogos anglicanos de la Gran Bretaña, el Revdo. Dr.
Geoffrey Lampe, . . . ha presentado un fuerte desafío a la
histórica doctrina cristiana de la Trinidad . . . . Dijo
que la doctrina de la Trinidad —que Dios consiste en tres ‘Personas’— ‘no tiene
mucho’ futuro.”
Cuando los teólogos se limitan a lo que la
Biblia dice acerca de Dios y Cristo, más bien que a lo que es doctrina
eclesiástica posterior, el resultado suele ser lo que esta revista ha estado
defendiendo por mucho tiempo. Desde Berlín, Alemania, el doctor en teología
J. Schneider escribe:
“Jesucristo
no usurpa el lugar de Dios. Esta unidad con el Padre no significa
absoluta identidad de ser. Aunque el Hijo de Dios en su existencia anterior
estuvo en la forma de Dios, resistió la tentación de ser igual a Dios (Fili.
2:6) . . . . Aunque completamente coordinado con Dios,
sigue siendo subordinado a él.”—Theologisches Begriffslexikon zum
Neuen Testament (1965), tomo 2, pág. 606.
EL VITAL REGRESO
DE CRISTO
Con el hecho de que Dios resucitó a Jesús
está enlazado un acontecimiento de la mayor importancia para todos los
cristianos. Ese es el del regreso o vuelta de Cristo, o la segunda venida.
Jesús hizo que sus seguidores dieran gran importancia a este asunto vital, y
ellos esperaban con gran anhelo este regreso. Poco antes de la muerte de Jesús,
imploraron: “Dinos: ¿Cuándo serán estas cosas, y qué será la señal de tu
presencia [griego: parousia] y de la conclusión del sistema de cosas?”
(Mat. 24:3; Hech. 1:6) La Biblia termina con estas emocionantes palabras de
Jesús: “Sí; vengo pronto,” a las cuales el apóstol Juan respondió
fervientemente: “Ven, Señor Jesús.”—Rev. 22:20; 1:7.
Una enciclopedia luterana menciona lo vital
que es esta enseñanza:
“Todas
las expectativas en cuanto al futuro estaban dominadas por la seguridad de que
el Señor regresaría y estaría para siempre con su
congregación, . . . Esta esperanza daba a los cristianos
primitivos confianza absolutamente firme en el hecho de que todos los poderes y
todos los cambios de este mundo son solo temporáneos: ¡Cristo viene!”—The
Encyclopedia of the Lutheran Church,
tomo III, pág. 2149.
Sin embargo, ¡qué contraste alarmante hay en
las influyentes creencias de los teólogos modernos! Por ejemplo, recientemente
el Dr. A. C. Thiselton, de la Universidad de Sheffield, Inglaterra,
resumió las principales:
El
teólogo católico Teilhard de Chardin “dice poco acerca de la parusía [o
presencia].” Paul Tillich suministra “una teología del futuro en la cual la
parusía casi no desempeña ningún papel.” Rodolf Bultmann “considera como
mito escatológico la parusía.” Y J. A. T. Robinson alega que ‘Jesús mismo
no esperaba que hubiera una segunda venida.’—Tyndale Bulletin,
1976, págs. 27-53.
Debido
a que el clero ha restado énfasis a la vuelta de Cristo, esta verdad principal
tiene poco significado en la vida de la mayoría de los que asisten a las
iglesias. Considere un solo ejemplo de lo serio de esto: El regreso o vuelta de
Cristo envuelve el triunfo final de la justicia sobre la iniquidad, por eso
¿qué le sucede al interés de la gente en la justicia cuando los líderes
espirituales dan a entender que Jesús quizás nunca regrese?
Sin embargo, en consistencia con las
Escrituras y el patrón o modelo de pensamiento de los cristianos primitivos,
desde su primer número en 1879 Zion’s Watch Tower and
Herald of Christ’s Presence (La Torre del Vigía de
Sión y Heraldo de la Presencia de Cristo, como originalmente se conoció a La Atalaya
en inglés) ha anunciado y defendido la enseñanza sobre la vuelta y presencia de
Cristo.
Además, lo que hemos visto durante nuestra
vida —guerras, hambres, terremotos, desafuero en escala mundial— es suficiente
prueba de que AHORA somos testigos de la ‘señal de la presencia de Cristo’ que
Jesús profetizó. (Mat. 24:3-14) Eso significa que se ha acercado el fin del
sistema de cosas. Ciertamente estas verdades bíblicas y otras que hemos
considerado merecen que se les defienda y proclame. Eso debe hacerse
especialmente porque Jesús dijo que los que agradan a Dios “tienen que adorarlo
con espíritu y con verdad.”—Juan 4:24.
[Ilustración de la página 13]
CIELO
INFIERNO
ALMA
RESURRECCIÓN
JESÚS
VUELTA DE CRISTO
TRINIDAD
NOMBRE DIVINO
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