Milagro: el estiércol del diablo se convierte en oro

Milagro:

El estiércol del diablo

se convierte en oro

 Nunca se puede saber a ciencia cierta la capacidad de asombro a la que puede llegar el ser humano. Con el mando a distancia de la TV y gracias a la ingente cantidad de canales te das una vuelta por el menú y encuentras alguna que otra sorpresa.

En una de etas cadenas están programando una excelente serie titulada: Los Borgia. Es la biografía de una de las familias más poderosas del siglo XV. De origen valenciano (Borgia es la italianización del apellido Borja procedente de Aragón) intentaron someter a media Italia bajo el influjo de la Santa Sede, hasta el extremo de querer convertirla en una pseudo-monarquía hereditaria.

Rodrigo de Borgia se llamaba realmente Rodrigo Llanzol Borgia y nació en Játiva (Valencia) el 1 de enero de 1431 muriendo en Roma el 18 de agosto de 1.503. Fue el papa Alejandro VI (el número 214 de la Iglesia Católica entre los años 1492 y 1503). Fue un sujeto de “armas tomar” no peor que otros Papas de su época. Por cierto a este ejemplar se le dedicó una calle en Valencia hace algún tiempo.

La serie va dejando al descubierto los entresijos del vaticano y su azarosa vida personal tan desenfrenada una como la otra. Envenenamientos, joyas, oro, castillos, tierras, asesinatos, violaciones, simonía, fornicaciones, esposa y amante, con muchos hijos,  una curia de cardenales corruptos y una corte que dejan estupefacto al espectador.

A muchos televidentes la lectura, los libros, les produce urticaria pero las imágenes de televisión son fáciles de asimilar porque mientras miras la pequeña pantalla puedes estar haciendo otras muchas cosas: consumir palomitas, beber cerveza o fornicar como los prelados que aparecen en la serie.

Uno recuerda al finado Papa Albino Luciani de tan efímero pontificado y piensa que en estos cientos de años transcurridos la Iglesia Católica ha cambiado muy poco. Utiliza otros métodos más sofisticados, eso sí,  pero con la misma hipocresía o mirando hacia otro lado si es necesario. Todo sigue igual.

Cojo de nuevo el mando a distancia y observo que continúan con los anuncios, pero uno de ellos se repite constantemente durante estos días. Se trata de la campaña que todos los años realiza la Iglesia católica llamando a los bolsillos de su rebaño para que pongan una cruz en la casilla correspondiente de sus declaraciones de renta. Hubiese resultado surrealista que uno de estos anuncios se hubiese programado  en el intervalo de la serie Los Borguia.

Es nauseabundo el cinismo y la hipocresía que caracteriza  a esta santa institución, donde el único dios verdadero son: el poder y el dinero. Un escalofrío te recorre la espina dorsal al tiempo que te produce nauseas cuando piensas que en la iglesia católica actual, tan machista, con un total desprecio por la mujer (alguien debería preguntarse si esta ola de violencia de género que sufrimos en nuestro país pueda estar motivada   en parte por esa actitud de la Iglesia con las mujeres), los miles de casos de pederastia en todas las jerarquías, sus masificadas protestas en las calles (como han desaparecido las procesiones al darse cuenta de que no sirven para nada le han tomado el gusto a la calle y montan  manifestaciones ) contra el divorcio, el aborto, et…pero solamente cuando el gobierno es de izquierdas. Monseñor Rouco Varela debería tomar nota y aprovechar que las próximas elecciones las va a ganar el señor Rajoy y pedírselo ya que no lo hizo con José Mari Aznar en los ocho años que estuvo de presidente.

La voracidad de la Iglesia es inconmensurable, no tiene límites y a las crucecitas de las declaraciones se une el hecho de que la mayoría de ayuntamientos gobernados por el Partido Popular (ahora serán todos) han regalado, (recalificado, etc…) terrenos muy valiosos. En Torrent, la alcaldesa María José Catalá (que ha sido reelegida con mayoría absoluta. Visitó el barrio del Xenillet feudo de las familias gitanas a las que prometió una paga si la votaban. Llenaron las urnas) regaló cinco mil metros cuadrados para la construcción de una universidad católica, privada, que ya está casi terminada.

“El estiércol del diablo” tal como lo bautizó la misma Iglesia es la materia prima imprescindible de la que se alimenta. Ante cualquier catástrofe, inundaciones, terremotos, incendios, donde las pérdidas son siempre monstruosas incluidas las vidas humanas, NUNCA, aparece la Iglesia con su tarjeta VISA. Envía a los de Cáritas para que nos saquen el dinero a los demás. Siempre es así. La empresa más rica del mundo (el Vaticano) propugna la Caridad (nunca la Justicia) pero con el dinero de otros.

 Ya va siendo hora que se le ajuste las cuentas a esta inmoral institución y se la trate como a cualquier otra religión. A fin de cuentas (gracias a dios) ya somos laicos. 

Aunque no lo parezca.