"La revista más leída del mundo"

Esta revista ha mantenido un formato muy cómodo para la lectura por sus letras grandes, su tamaño de bolsillo y su contenido ameno e ilustrado.

Selecciones del Reader's Digest

Las Selecciones del Reader's Digest es una de las publicaciones más exitosas en los casi últimos 100 años. De hecho, (y esto lo recuerdo de modo muy especial) en los hogares de los 60 ó 70 era "lectura sagrada” y ordenadas cronológicamente en alguna biblioteca o simple repisa, siempre estaban al alcance de la mano. Se cuidaban como el único tesoro que garantizaba una lectura breve, actualizada, educativa y entretenida. Si sacabas un ejemplar para leer un rato, el único requisito -de mi tía Felicia- era ubicarlo en el mismo lugar en donde estaba.
En formato de bolsillo e ilustrada aun publica artículos originales o reimpresos de otras revistas. Resúmenes de libros, colecciones de chistes, anécdotas, citas y otros escritos breves. Incluye juegos como "Enriquezca su vocabulario", crucigramas, etc.
Mucho le debemos la búsqueda de títulos y autores a la sección de libros condensados. Conocimos a autores clásicos como Oscar Wilde o Ernest Hemingway. Aprendimos anatomía gracias a los órganos locuaces de Juan, en artículos como “Soy el riñón de Juan” o “Soy el estómago de Juan”. Nuestro lenguaje mejoró con el cuestionario “Enriquezca su vocabulario” y mi cultura con “Citas citables”. Lo primero que leía eran las secciones “Así es la vida”, “La risa remedio infalible” o “Humorismo militar”.
En la actualidad la revista, fundada en 1922 por DeWitt Wallace, tiene 52 ediciones independientes, se publica en 35 idiomas con una tirada global de 30 millones de ejemplares y tiene un público calculado en 100 millones de lectores.

Según trascendidos, la editorial Reader’s Digest ha tenido graves problemas financieros. En 2009 despidió al 8% de su personal y estaría asfixiada por las deudas que suman mil 600 millones de dólares.

Un poco de historia

En 1940 apareció la primera edición en español de Selecciones editada en La Habana y distribuida en Iberoamérica. Su precio original era de un cuarto de dólar estadounidense (o su equivalente en moneda nacional), similar al del Reader's Digest original. Se vendía en todos los países de habla hispana.
En 1950 surgió otra edicion publicada en Buenos Aires (aunque solo se alteraron los avisos publicitarios) que se distribuyó en Sudamérica, mientras que la versión cubana lo hizo en las Antillas, Centroamérica, España (hasta 1952 cuando surge una versión local) y México. 
Tras la revolución cubana las oficinas se trasladaron temporalmente a la capital argentina hasta inicios de 1960, cuando Selecciones pasó a tener cuatro ediciones la versión mexicana, la versión andina (editada en Santiago de Chile), la versión centroamericana (editada en Costa Rica) y la versión rioplatense (editada en Argentina). Más tarde los habitantes de Puerto Rico accedieron a una edición independiente.
Durante la guerra fría, tuvo como contraparte en varios países de tendencias socialista a la revista soviética Sputnik, hasta que esta última dejó de ser publicada tiempo después del colapso de la Unión Soviética.

Más allá de sus virtudes, ciertos sectores políticos la han considerado como un producto de propaganda, capaz de moldear opiniones en varias generaciones de lectores.

Los enemigos de Selecciones

Selecciones es conocida por presentar un punto de vista políticamente conservador, optimista y estadounidense. El ensayista argentino Eduardo Pérsico, un conocido militante de izquierda,  escribió:
“De manera fanatizada y sin reproches, para las clases medias el sistema de vida norteamericano fue el ideal irrebatible durante décadas, y culturizados por las “Selecciones del Readers Digest” con aquella concepción bucólica, entretenedora y nada conflictiva, la crítica era opacada en los destellos de una sociedad feliz, cinematográfica, sin discriminaciones de ningún tipo y donde los negros vivían en sus barrios, viajaban en los transportes públicos junto a los blancos y eran unos gigantescos campeones llamados Joe Louis, velocísimos corredores iguales a Jesse Owens o simpáticos sonreidores que hinchaban sus cachetes al tocar su música en la trompeta lo mismo que Louis Armstrong. Porque a todos, blancos, negros, chicos y grandes pero buenos, los defendían Superman, El Llanero Solitario y si se alejaban mucho del barrio, Tarzan y la mona Chita. Sin exageraciones, pocos se atrevían a criticar esa infantil versión del bienestar en libertad y para mejor, creció la idea de que al saludable proyecto interno de USA lo dañarían las ideas expansionistas de los regímenes totalitarios de Japón, Italia y Alemania”.