LOS DESASTRES PRODUCIDOS POR
EL
DARWINISMO
A LA HUMANIDAD
HARUN YAHYA
Fuente: www.harunyahya.com
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información sin el previo consentimiento del autor.
Title: LOS DESASTRES
PRODUCIDOS POR EL
DARWINISMO
A LA HUMANIDAD
Author: Harun Yahya
Traducido del inglés por:
Abu Dharr Manzolillo
GLOBAL PUBLISHING
Gursel Mah. Darulaceze Caddesi No: 9
Funya Sk. Eksioglu Is Merkezi B Blok D. 5
Okmeydani-Estanbul / TURQUIA
+90 212 3208600
Primera publicación: Hecha por Vural Yayincilik, Octubre 2000,
Estambul, Turquía.
Versión en inglés: "The Disasters Darwinism Brought To Humanity",
Al-Attique Publishers Inc., Canadá, 2001.
Primera edición en castellano: Setiembre 2001, Buenos Aires,
Argentina.
Primera Corrección en castellano: Marzo 2003, Buenos Aires,
Argentina.
INDICE
INTRODUCCION: LOS CAUSANTES
DEL
DOLOR EN EL SIGLO XX
BREVE
HISTORIA DEL DARWINISMO
EL RACISMO DE DARWIN Y EL COLONIALISMO
LA TERRIBLE ALIANZA ENTRE DARWIN Y
EL FACISMO
EL
DARWINISMO, LA FUENTE DEL
SALVAJISMO COMUNISTA
EL CAPITALISMO Y LA LUCHA POR
LA SUPERVIVENCIA ECONOMICA
ELCOLAPSO MORAL PRODUCIDO POR
EL DARWINISMO
CONCLUSION: EL PANTANO DEL DARWINISMO
DEBE SER DESECADO
APENDICE: LA EQUIVOCACION
DEL EVOLUCIONISMO
ACERCA DEL AUTOR
El autor, quien escribe
bajo el seudónimo de HARUN YAHYA, nació en Ankara en 1956. Completó
sus estudios primario y secundario en ésa ciudad y luego estudió
Bellas Artes en la Universidad Mimar Sinan de Estambul y Filosofía
en la Universidad de Estambul. A partir del decenio de 1980 ha
publicado muchos libros sobre política, temas relacionados con la fe
y con las ciencias. El hecho de haber escrito obras muy importantes
que ponen al descubierto la impostura de los evolucionistas, la
invalidez de sus suposiciones y la tenebrosa vinculación entre el
darwinismo y las ideologías sanguinarias como el fascismo y el
comunismo, lo han hecho una persona muy conocida.
El seudónimo del autor está
constituido por los nombres ‘Harun’ –Aarón-- y ‘Yahya’ –Juan--, en
memoria de ambos Profetas, quienes lucharon contra la infidelidad.
El sello del Profeta sobre la cubierta de los libros tiene un
carácter simbólico y está vinculado a sus contenidos. Dicho sello
representa al Corán (la última escritura) y al Profeta Muhammad, el
último de los profetas. El propósito que anima al autor, bajo la
guía del Corán y de la sunnah, es refutar cada uno de los pilares
fundamentales de las ideologías ateas, al punto que quienes
argumentan en contra de la religión se queden mudos, sin saber qué
decir. El sello del último de los profetas, quién obtuvo la
sabiduría en su más elevado nivel y la perfección moral, es usado
por Harun Yahya como un signo de la intención que lo anima frente a
los que repudian la creencia religiosa.
Todas los trabajos del
autor se centran en un objetivo: comunicar el mensaje del Corán,
animar a pensar sobre las cuestiones básicas relacionadas con la fe
(como la existencia de Dios, Dios Uno y el Más Allá) y poner al
descubierto los fundamentos endebles de las ideologías pervertidas
de los sistemas ateos.
Los lectores que disfrutan
de los escritos de Harun Yahya son muchos y están en todo el mundo:
desde la India a USA, desde Inglaterra a Indonesia, desde Polonia a
Bosnia, desde España a Brasil. Algunos de sus libros están
disponibles en inglés, francés, alemán, castellano, italiano,
portugués, urdú, árabe, albanés, ruso, serbo-croata (bosnio),
polaco, malayo, uygur, turco e indonesio.
Esos libros han servido
como un instrumento para que muchas personas recuperen su fe en Dios
y para que otras profundicen el discernimiento sobre su certidumbre
religiosa. La lógica que poseen, junto a su fácil comprensión y
bello estilo, dan a estos trabajos un toque de distinción que
conmueve a cualquiera que los lea o estudie. Dado que sus planteos
son inobjetables, los escritos se caracterizan por su efectividad
inmediata, los resultados definidos y la imposibilidad de
refutarlos. Es muy difícil que quienes los lean con atención puedan
seguir defendiendo con sinceridad la filosofía materialista, el
ateísmo o cualquier otra ideología o filosofía pervertida. Y aunque
sigan en alguna de esas posiciones negativas, lo harán solamente por
motivos sentimentales, puesto que el autor las destruye desde sus
mismas raíces. Todos los movimientos que niegan la religión quedan
desde ahora derrotados ideológicamente gracias al conjunto de
trabajos escritos por Harun Yahya.
No cabe ninguna duda de que
las características de esos libros son el producto de la sabiduría y
lucidez del Corán. El autor sólo intenta servir como un modesto
medio en la búsqueda, por parte de la gente, del sendero recto de
Dios. Con la publicación de estos trabajos no se persigue ningún
beneficio material.
Considerando lo dicho,
quienes animan a otros a leerlos prestan un servicio muy importante,
pues los mismos “abren los ojos” y guían para ser más devotos
servidores de Dios.
Asimismo, sería injusto
perder el tiempo y energía difundiendo otras obras que confunden,
conducen al caos ideológico y no sirven para remover las dudas del
corazón de los individuos.
Está claro que un libro que
se dedica a hacer sobresalir la capacidad literaria del autor antes
que apuntar a impedir que la gente pierda la fe religiosa, no podrá
tener un gran efecto.
Quienes dudan que eso sea
así, pueden ver fácilmente que el único objetivo que persiguen los
libros de Harun Yahya es superar la incredulidad y diseminar los
valores morales del Corán. El éxito e impacto de este servicio se
manifiesta en la convicción que adquieren los lectores.
Hay algo que debería
tenerse en cuenta: la principal razón para que continúen la
crueldad, los conflictos y los grandes atropellos que sufre la
mayoría de la población, estriba en el dominio ideológico de la
incredulidad. Dicha situación puede finalizar solamente con la
derrota ideológica de la misma, haciendo conocer las maravillas de
la creación y la moralidad coránica de modo que se viva según ésta.
Considerando la situación del mundo de hoy día, que conduce a la
gente a una espiral de violencia, corrupción y enfrentamientos, la
tarea de moralización indicada debe hacerse con premura y de manera
efectiva, pues de otro modo puede ser demasiado tarde.
No es exagerado decir que
el conjunto de escritos de Harun Yahya ha asumido esa tarea
primordial. Si Dios quiere, estos libros serán un medio a través de
los cuales los seres humanos del siglo veintiuno obtendrán la paz,
la justicia y la felicidad prometidas en el Corán.
AL LECTOR
El motivo por el cual se
dedica un capítulo especial al colapso de la teoría de la evolución
se debe a que ésta constituye la base de todas las filosofías
antiespirituales. Dado que el darwinismo rechaza el hecho de la
creación, y por lo tanto la existencia de Dios, ha provocado que
durante los últimos ciento cuarenta años mucha gente haya abandonado
su fe o se vea invadida por la duda. Por lo tanto, se transforma en
una obligación importante mostrar que esta teoría es un engaño,
obligación relacionada muy estrechamente con el din (modo de vida
islámico). Resulta imperativo que ese importante servicio sea puesto
a disposición de todos. Posiblemente algunos de nuestros lectores
puedan leer solamente uno de nuestros libros. De ahí que pensamos
apropiado dedicar un capítulo al tema, aunque de manera resumida.
Otro punto que tiene que
ser enfatizado se refiere al contenido del libro. Las cuestiones
relacionadas con la fe se tratan, en todas las obras del autor, a la
luz de los versículos coránicos, y se invita a la gente a aprender
de ellos y vivirlos. Todos esos temas referidos a los versículos de
Dios se explican de una manera tal que no dejan ningún lugar a la
duda o al cuestionamiento en el pensamiento del lector.
El estilo empleado,
sincero, sencillo y fluido, asegura que cualquiera sea la edad y
grupo social al que pertenezca una persona, puede entenderlos con
facilidad. Esta manera lúcida y efectiva del relato lo hace de
rápida lectura. Incluso quienes rechazan la espiritualidad con rigor
son influenciados por los hechos a los que se hacen referencia en
los libros de Harun Yahya, lo que normalmente les impide refutar la
veracidad de sus contenidos.
Este libro y todos los
otros trabajos del autor pueden ser leídos por una persona sola o
por grupos de estudio, para debatirlos. Esto último será más
beneficioso gracias al intercambio de reflexiones y experiencias.
Además, será un gran
servicio al din contribuir a la presentación y lectura de este
libro, el cual está escrito solamente para el agrado de Dios. Todos
los libros de Harun Yahya son muy convincentes. Por esa razón, uno
de los métodos más efectivos de comunicar el din a otras personas es
impulsar a su lectura.
INTRODUCCION
LOS CAUSANTES DEL DOLOR EN EL SIGLO XX
El
siglo XX, que recién dejamos atrás, fue un siglo de guerras y
conflictos que condujeron a sufrimientos, desastres, violaciones,
pobreza y enormes destrucciones. Millones de personas fueron
asesinadas, masacradas, abandonadas al hambre y a la muerte,
desprovistas de viviendas, refugios, protección o apoyo. Y todo ello
para nada, pues fue hecho en el nombre de ideologías descarriadas.
Millones de personas quedaron expuestas a un trato inhumano que ni
siquiera es admisible en los animales. Prácticamente, en todas las
ocasiones esos sufrimientos y desastres llevaron las firmas de los
déspotas y asesinos involucrados: Stalin, Lenin, Trotsky, Mao, Pol
Pot, Hitler, Mussolini, Franco… En tanto que algunos de estos
hombres tenían en común una ideología, otros eran enemigos mortales.
Por la sola razón de que profesaban ideologías opuestas, llevaron a
un conjunto de sociedades a conflictos que enfrentaron a hermanos
entre sí, lo que dio lugar a guerras, actos de terrorismo, combates
y destrucción de vehículos, casas y negocios, así como a sediciones.
Al tener armas en sus manos, las usaron impiadosamente contra
jóvenes, ancianos, mujeres y niños, baleándolos cuando atacaban o
fusilándolos… Fueron lo suficientemente brutales como para apoyar el
arma en la cabeza de una persona y dispararle mientras le miraban a
los ojos o aplastarle la cabeza con los pies, solamente porque se
trataba de alguien que sostenía ideas distintas. Por otra parte,
ancianos, mujeres y niños se veían expulsados de sus viviendas…
Este es un
brevísimo resumen de las pesadillas soportadas en el siglo XX:
personas que sostenían ideas conflictivas arrojaron a la humanidad
al sufrimiento y al derramamiento de sangre en nombre de las
ideologías a las que adherían.
El fascismo y el comunismo estuvieron a
la cabeza de las ideologías que provocaron a la humanidad el
sufrimiento de esos días oscuros. Se consideraba que eran enemigos
entre ellos pues se intentaban destruir uno al otro. Pero, en
realidad, ambas ideologías se nutrieron de la misma fuente, lo cual
les permitió, en su momento, fortalecerse y ganar gente para las
respectivas posiciones. A primera vista esa fuente ha pasado siempre
desapercibida, entre bastidores, y siempre ha exhibido el rostro de
»inocente«. Esa fuente es la filosofía materialista y el
DARWINISMO, expresión de dicha filosofía en el campo de la
naturaleza.
El darwinismo apareció en el siglo XIX
como el relanzamiento, por parte del biólogo aficionado Charles
Darwin, de un mito que se remonta a los Sumerios y a la Grecia
Antigua. Desde entonces constituyó la idea fundamental que sirvió de
base a las ideologías perniciosas para la humanidad. Y el uso de una
máscara supuestamente científica posibilitó a esas ideologías y a
sus sostenedores la implementación de medidas prácticas para ganarse
una falsa legitimidad, la cual le permitió a la teoría de la
evolución pasar rápidamente del campo de la biología y de la
paleontología al de las relaciones humanas e influenciar la vida
social y política. Algunas corrientes de pensamiento que empezaron a
movilizarse y tomar forma en el siglo XIX, dieron un gran apoyo al
darwinismo puesto que ciertos supuestos de éste justificaban sus
posiciones. En particular, se intentó aplicar a la conducta y
comportamiento humano la idea de que entre las criaturas vivas en la
naturaleza hay una »lucha por la supervivencia«, motivo por el cual
»los fuertes sobreviven y los débiles desaparecen«. Cuando el
supuesto darwiniano de que la naturaleza era un lugar de lucha y
conflicto empezó a ser aplicado a los seres humanos y a las
sociedades, encontraron distintos tipos de justificaciones la
desviación de Hitler en su intento por conseguir una »raza pura«, la
suposición de Marx de que »la historia de la humanidad es la
historia de las luchas de clases«, la estipulación del capitalismo
de que »el fuerte aumenta su fortaleza a expensas del débil«, la
colonización del Tercer Mundo y el trato inhumano y tortuoso de sus
habitantes por parte de naciones imperialistas como Gran Bretaña y
los ataques y discriminaciones racistas que aún enfrenta la gente de
color.
Si bien Robert Wright, el autor de
La Moral Animal, es evolucionista, resume los desastres
históricos a los que llevó la teoría de la evolución:
»La teoría evolucionista, después de
todo, posee una historia larga y sórdida aplicada a los asuntos
humanos. Después de mezclarse con la filosofía política a la
vuelta del siglo para dar lugar a una ideología incierta conocida
como ‘darwinismo social’, ayudó a los racistas, a los fascistas y a
la mayoría de los desalmados capitalistas«1.
Como se verá en las evidencias que
presenta este libro, el darwinismo no es una teoría que intenta
explicar el origen de la vida circunscribiéndose al campo de las
ciencias exactas. El darwinismo es un dogma defendido aún
obstinadamente por los sostenedores de ciertas ideologías, a pesar
de que se demostró totalmente inválido desde el punto de vista
científico. Actualmente muchos investigadores, políticos e
ideólogos, conscientes o no del feo rostro del darwinismo, siguen
prestando su apoyo a este dogma.
Si todos fuesen conscientes de que la
teoría de la evolución —la cual actúa como inspiradora de dictadores
crueles, inhumanos y egocéntricos, así como de distintas corrientes
de pensamiento— es absolutamente inválida, eso significaría el fin
de todas las ideologías dañinas. Quienes sistematizan la maldad y la
practican, serían entonces incapaces de defenderse diciendo »pero
esta es una ley de la naturaleza«: su visión del mundo, sórdida,
inmisericorde y egocéntrica, perdería todo respaldo científico.
Finalmente, cuando el darwinismo, raíz
de las ideologías perniciosas, sea derrumbado, sólo quedará la
verdad: todos los seres humanos y el mismo universo fueron creados
por Dios. La gente que comprenda esto se dará cuenta que la única
realidad está en el Libro Santo que El nos envió. Cuando una gran
mayoría de la gente llegue a comprender esta verdad, los
sufrimientos, disturbios, masacres, desastres, injusticias y pobreza
del mundo serán reemplazados por el discernimiento, la claridad, la
riqueza, la abundancia de bienes y la salud. Es por eso que las
ideas falsas y dañinas para la humanidad deben ser derrotadas y
sacadas de raíz por medio de la idea santa que embellecerá al género
humano. Responder con piedras a quienes nos las arrojan, devolver
golpe por golpe, contestar la agresión con una agresión mayor, no es
la solución. La solución es destruir las ideas de quienes abrigan
las maldades mencionadas y explicar, con paciencia y amablemente, la
verdad con la que se debe reemplazar lo erróneo.
El objetivo que persigue este libro es
hacer ver a aquellos que sostienen el darwinismo qué es lo que están
defendiendo realmente —independientemente que conozcan o no su
rostro tétrico— y explicarles la responsabilidad que deben
enfrentar. También busca advertir del peligro que encierra a los que
no lo aceptan pero no lo ven como una amenaza para la humanidad.
BREVE HISTORIA
DEL DARWINISMO
Antes
de ocuparnos del sufrimiento y los desastres que el Darwinismo trajo
al mundo, veamos brevemente su historia. Muchos creen que la teoría
de la evolución, presentada como tal por primera vez por Charles
Darwin, es una teoría fundamentada sobre firmes evidencias
científicas, la observación y el experimento. Pero así como el
originador de la misma no es Darwin, la fuente de la que se nutre
tampoco tiene el carácter de comprobación científica.
En la época de la civilización
mesopotámica, cuando las religiones adoradoras de ídolos eran
hegemónicas, abundaban las supersticiones y los mitos respecto a los
orígenes de la vida y el universo: uno de ellos era la creencia en
la »evolución«. Según la épica de Enuma-Elish que se remonta a los
sumerios, hubo una tremenda inundación y de allí surgieron de modo
repentino los dioses llamados Lahmu y Lahamu que se crearon a sí
mismos. Luego se convirtieron en universales y dieron lugar a la
existencia de otros elementos y criaturas vivientes. En otras
palabras, según el mito sumerio, la vida apareció de modo repentino
a partir del caos acuático inanimado para luego evolucionar y
desarrollarse.
Podemos ver que esta creencia exhibe
una estrecha relación con el supuesto de la teoría de la evolución
en cuanto a que »lo viviente se desarrolló y evolucionó de lo no
viviente«. Observamos entonces que la idea evolucionista no es
original de Darwin sino de los idólatras sumerios.
A posteriori encontró más espacio en
otra civilización idólatra, es decir, la Grecia Antigua. Los
filósofos griegos materialistas de la antigüedad consideraban que lo
único que existía era la materia. Recurrieron al mito de la
evolución heredada de los sumerios para explicar cómo apareció lo
viviente. De ese modo, en la Grecia Antigua se dieron la mano la
filosofía materialista y el mito de la evolución. De allí fue
llevado a la cultura romana.
Ambos criterios, cada uno de ellos un
mito perteneciente a culturas idólatras, se presentaron luego en el
mundo en el siglo XVIII. Algunos pensadores europeos que estudiaron
las fuentes de la Grecia Antigua estaban vinculados al materialismo.
El rasgo común de esos pensadores era su oposición a la religión.
En ese marco, la primera persona que
toma en consideración la teoría de la evolución de modo razonado fue
el biólogo francés Jean Baptiste Lamarck, quien propuso que todas
las criaturas vivientes surgieron a través de la evolución, una de
otra, por medio de pequeños cambios a lo largo de sus vidas. Más
tarde se comprendió que eso era falso. De todos modos, una persona
llamada Charles Darwin repitió las suposiciones de Lamarck con
mínimas variantes.
Darwin dio a conocer su teoría en »El
Origen de las Especies«, publicado en Inglaterra en 1859. Allí se
presentaba el mito de la evolución proveniente de los sumerios, con
ciertas particularidades. Darwin suponía que todas las criaturas
vivientes se originaron a partir de un ancestro que nació por
casualidad en el agua y fueron adquiriendo sus características
propias a través de pequeños cambios que acaecieron también
casualmente.
Esa pretensión de Darwin no ganó una
aceptación generalizada entre los científicos de aquella época. En
particular, los expertos en fósiles eran conscientes de que la
conjetura de Darwin no era más que producto de la fantasía. No
obstante, a medida que transcurría el tiempo, la teoría de Darwin
empezó a ganar fuerza en distintos círculos. Ello se debió a que él
y su teoría proveían los fundamentos que estaban requiriendo las
fuerzas gobernantes del siglo XIX.
El Motivo que Lleva a la Aceptación del Darwinismo
es Ideológico
Cuando Darwin publicó »El Origen de las
Especies« y presentó su teoría de la evolución, la ciencia estaba
muy en pañales. Por ejemplo, la célula, que hoy día se sabe posee un
sistema estructural sumamente complejo, era visible solamente como
una mancha a través de los microscopios rudimentarios que se usaban
entonces. Por eso Darwin no tuvo ningún problema en suponer que la
vida se produjo por casualidad a partir de la materia no viviente.
De la misma manera, la insuficiencia de
registros fósiles en esa época hizo posible suponer que las
criaturas vivientes provinieron una de otra por medio de cambios muy
pequeños y sucesivos. Pero hoy día se sabe que nada en los registros
fósiles ofrece evidencia alguna que apoye los supuestos de Darwin.
Hasta hace poco los evolucionistas enfrentaban ese dilema diciendo:
»Dichas evidencias se encontrarán en el futuro«. Pero actualmente no
pueden valerse de esa explicación. (Más información sobre el tema
ver en el capítulo »La Equivocación del Evolucionismo«).
Sea como sea, entre los darwinistas no
hubo ningún cambio en su adhesión a la teoría de la evolución. Desde
aquella época hasta ahora cada uno heredó de otros la fidelidad a
Darwin durante los últimos 150 años.
Ahora bien, ¿cuál es la razón para que
el darwinismo siga siendo admitido, a pesar de que su invalidez
científica es ahora abiertamente manifiesta?
El rasgo más definido de la teoría de
Darwin es la negación de la existencia de un Creador. Según la
teoría de la evolución la vida se originó por sí misma de manera
casual, a partir de la materia ingénita. Este supuesto del
darwinismo proveyó un falso fundamento científico a todas las
filosofías ateas, comenzando por la materialista. Hasta el siglo XIX
la gran mayoría de los científicos consideraban a la ciencia como un
método de aprender y descubrir la creación de Dios. Como dicho
criterio estaba ampliamente extendido, los filósofos materialistas y
ateos no podían encontrar fundamentos apropiados sobre los que
establecerse. Entonces la teoría de la evolución se les presentó
como una formidable oportunidad puesto que negaba la existencia del
Creador y proveía un apoyo, aunque ilusorio, a las creencias
materialistas y ateas. Esas creencias se identificaron entonces con
el darwinismo y adaptaron la teoría de la evolución a sus
ideologías.
Otro argumento del darwinismo, además
del rechazo de la existencia de Dios, venía muy bien a las
ideologías materialistas del siglo XIX: »El desarrollo de los
criaturas vivientes se vincula a la lucha por la vida en la
naturaleza. Esta lucha favorece al más fuerte. El débil está
condenado a la derrota y a la extinción«.
Esto revela claramente la cooperación
del darwinismo con las ideologías que trajeron al mundo dolor y
desastres.
El Darwinismo Social: La Adaptación de la Ley
de la Jungla al Comportamiento Humano
Uno de los supuestos más importante de
la teoría de la evolución es que fundamenta el desarrollo de las
criaturas vivientes en la »lucha por la supervivencia«, lucha
inmisericorde que según Darwin se presenta en la naturaleza como un
conflicto eterno. El fuerte se puede desarrollar porque se impone
siempre al débil. El título completo de su libro compendia ese punto
de vista: »El Origen de las Especies por Medio de la Selección
Natural o la Preservación de las Razas Favorecidas en la Lucha por
la Vida«.
La fuente de inspiración de Darwin en
la materia fue el libro del economista inglés Thomas Malthus,
»Ensayo Sobre el Principio de la Población o Revista de sus Efectos
Pasados o Presentes Sobre la Felicidad del Hombre« (1803). Este
libro indica que a la humanidad le espera un futuro más bien
tétrico. Malthus había calculado que, librada a sí misma, la
población del mundo aumentaría a una velocidad enorme. La cifra se
duplicaría cada 25 años. Pero las provisiones de alimentos no
aumentarían en la misma proporción de ninguna manera. En este caso
la humanidad enfrentaría el peligro permanente de la hambruna. Según
Malthus, las fuerzas que mantendrían bajo control el crecimiento
poblacional eran los desastres como las guerras, el hambre y las
enfermedades. En resumen, para que cierta cantidad de gente viva,
resultaba necesario que otras mueran. La existencia, entonces,
significa »guerra permanente«.
Darwin declara que fue el libro de
Malthus el que lo hizo pensar acerca de la lucha por la existencia:
»En octubre de 1838, es decir, quince
meses después que había comenzado mi pesquisa, leí como pasatiempo
lo escrito por Malthus sobre la población. Como estaba preparado
para apreciar la lucha por la existencia que ocurre en todas partes,
debido a mi continua y larga observación de los hábitos de los
animales y de las plantas, inmediatamente me hizo dar cuenta que
bajo esas circunstancias las variaciones favorables tenderían a ser
preservadas y las desfavorables destruidas. El resultado de esto
sería la formación de nuevas especies. Entonces, finalmente,
disponía de una teoría por medio de la cual llevar adelante mis
especulaciones«2.
En el siglo XIX, realmente, las ideas
de Malthus habían sido adoptadas por mucha gente. En particular, los
intelectuales de la clase alta europea sostenían las ideas
maltusianas. La importancia dada a las mismas en la Europa de
entonces, está expresada en el artículo Antecedentes Científicos
del Programa Nazi de »Purificación de la Raza«:
«A mediados del siglo XIX se reunieron
los miembros de las clases gobernantes a lo largo de toda Europa
para discutir el reciente descubrimiento del ‘problema poblacional’
y determinar las formas de implementación del mandato maltusiano de
aumentar la tasa de mortalidad de los pobres. »En vez de recomendar
a los pobres el hábito de la pulcritud, deberíamos animarlos a hacer
lo contrario. Deberíamos hacer las calles más estrechas en nuestras
ciudades, conseguir que se amontonen más personas en cada vivienda e
inducir el retorno de las plagas. En el campo deberíamos construir
las aldeas cerca de aguas estancadas y, en particular, animar a
realizar asentamientos en todo tipo de zonas insalubres y con
ciénagas«, etc.»3.
Como resultado de esa política cruel,
el fuerte derrotaría al débil en la lucha por la supervivencia, lo
cual pondría coto rápidamente al crecimiento poblacional. El
programa de »aplastar al pobre« fue llevado a la práctica en
Inglaterra en el siglo XIX. Se creó un sistema industrial donde se
hacía trabajar en las minas de carbón a niños de 8 ó 9 años 16 horas
por día. Allí murieron miles de ellos debido a las malas condiciones
laborales. La supuesta »lucha por la supervivencia«, que la teoría
de Malthus determinó como necesaria, condenó en Inglaterra a
millones de pobres a sobrellevar una vida llena de sufrimientos.
Darwin, influenciado por Malthus,
aplicó ese criterio a toda la naturaleza y, aceptando que dicha
lucha existía realmente, propuso que debía ser ganada por los más
fuertes y aptos. Esta reivindicación de Darwin incluía todo lo
vegetal, animal y humano. También enfatizó que esa lucha por la
supervivencia era una ley natural permanente e inmodificable. Y por
medio de negar la creación, invitaba a la gente a abandonar sus
creencias religiosas, con el propósito de que también abandonen
todos los principios éticos que podían ser un obstáculo a esa cruel
»lucha por la supervivencia«.
Es por esto que la teoría de Darwin
encontró el apoyo del Establishment desde el mismo momento en que se
presentó. Ese respaldo lo consiguió primero en Inglaterra y luego en
el resto de Occidente. Los imperialistas, los capitalistas y otros
materialistas no demoraron en hacer suya esta teoría, pues proveía
una justificación »científica« al sistema político y social que
ellos fundaron.
Poco tiempo más tarde la teoría de la
evolución pasó a ser el único criterio en todos los campos de
interés social, desde la sociología a la historia, desde la
psicología a los asuntos políticos. En todos los campos las ideas
básicas eran las consignas de »lucha por la supervivencia« y
»supervivencia del más apto«: partidos políticos, naciones,
administraciones, firmas comerciales e individuos empezaron a vivir
bajo el influjo de esos lemas. Puesto que las ideologías gobernantes
se habían identificado con el darwinismo, la propaganda darwinista
empezó a ser llevada a cabo en todos los ambientes, desde el
educacional al artístico, desde el político al histórico. Fue un
intento por establecer vínculos entre todos los temas y el
darwinismo, de modo que todo sea considerado a la luz del mismo.
Como resultado de ello, incluso la gente que no conocía nada del
darwinismo comenzó a vivir según el modelo de sociedad propuesto.
El propio Darwin recomendó que sus
criterios evolucionistas se apliquen a la comprensión de la moral y
de las ciencias sociales. En una carta a H. Thiel escrita en 1869,
decía:
»Fácilmente comprenderá el gran interés
que despierta en mí el ver que usted aplica a las cuestiones morales
y sociales puntos de vista análogos a los que he usado respecto a la
modificación de las especies.
No se me había ocurrido que mis ideas podían aplicarse a temas tan
ampliamente distintos e importantes«4.
Al aceptarse que la lucha en la
naturaleza estaba en la esencia del ser humano, todos los tipos de
conflictos producidos por el racismo, el imperialismo, el fascismo y
el comunismo, así como los esfuerzos de los poderosos materialmente
por aplastar a los que parecían más débiles, pasaban a tener una
explicación “científica”. A partir de ese momento era imposible
censurar u obstruir a esos que llevaban a cabo bárbaras masacres,
que trataban como animales a los seres humanos, que enfrentaban a
unos pueblos contra otros, que despreciaban a mucha gente debido a
su raza, que clausuraban pequeños negocios en nombre de la
competitividad y que se negaban a extender una mano de ayuda al
necesitado. Y esa imposibilidad de censurarlos surgía del hecho de
que lo que hacían estaba de acuerdo con una »ley natural
científica«.
Esta nueva »consideración científica«
pasó a ser conocida como »Darwinismo social«. Uno de los principales
científicos evolucionistas de nuestra época, el paleontólogo
norteamericano Stephen Jay Gould, acepta esa verdad al decir que
después de aparecer »El Origen de las Especies« en 1859,
»principalmente, bajo la bandera de la ciencia, se argumentaría a
favor de la esclavitud, el colonialismo, las diferencias raciales y
la lucha de clases«5.
Aquí hay algo a lo que se debe prestar
una gran atención. Todos los períodos de la historia humana han
visto guerras, atrocidades, brutalidades, racismo y conflictos. Pero
también en todas las épocas existió una religión divina enseñando a
los pueblos que proceder de esas maneras era incorrecto, llamándolos
en consecuencia a la paz, la justicia y la tranquilidad. Dado que
los seres humanos conocían una religión divina, al menos tenían un
criterio que les permitía comprender que iban por un camino
equivocado cuando se entregaban a la violencia. Pero a partir del
siglo XIX Darwin señaló que la contienda por los beneficios
materiales, así como la injusticia, tenían cierta justificación
científica. Dijo que todo ello era parte de la naturaleza humana,
que el ser humano acarreaba desde sus ancestros tendencias salvajes
y agresivas y que también se aplicaba a la humanidad las leyes que
hacían que sobrevivan los animales más fuertes y belicosos. Fue bajo
la influencia de esas ideas que las guerras, los sufrimientos y las
masacres empezaron a afectar de un modo distinto a gran parte del
mundo. El darwinismo apoyó, alentó y respaldó las formas en que se
concretaban todos esos actos que produjeron en el planeta dolor,
derramamiento de sangre y opresión, señalándolos razonables y
justificados. Como resultado de ese respaldo supuestamente
científico, todas las ideologías peligrosas se desarrollaron y se
hicieron cada vez más fuertes, estampando sobre el siglo XX la
leyenda »época de sufrimiento«.
El profesor de historia Jacques Barzun
evalúa en su libro »Darwin, Marx, Wagner« las causas culturales,
científicas y sociológicas de la terrible quiebra moral del mundo
moderno. Es llamativo lo que dice Barzun allí en cuanto a la
influencia de las ideas darwinistas:
»entre 1870 y 1914 en todos los países
europeos hubo una facción militarista que demandaba armamento, una
facción individualista que demandaba una competencia despiadada, una
facción imperialista que demandaba manos libres sobre los pueblos
retrasados, una facción socialista que demandaba la conquista del
poder y una facción racista que demandaba la purga interna de lo
‘extraño’. Cuando el llamado a la gloria y a la voracidad fracasaba,
e incluso antes, se invocaba a Spencer y a Darwin, lo que era, por
decirlo así, la ciencia encarnada… El decurso de la vida era
biológico, era sociológico, era darwiniano«6.
En el siglo XIX, cuando Darwin hizo
conocer su suposición de que la vida no fue creada sino que apareció
por casualidad y que los seres humanos tenían un ancestro común con
los animales, habiendo emergido los primeros como el organismo más
desarrollado debido a coincidencias casuales, posiblemente la
mayoría de la gente no podía imaginarse en aquel momento a qué daría
lugar esa conjetura. Pero en el siglo XX la resultante de esa
suposición se concretó en experiencias terribles. Quienes
consideraban a los seres humanos como animales desarrollados no
vacilaron en pisotear al débil, en acabar con el enfermo y el
disminuido, en llevar a cabo masacres para exterminar a las razas
que consideraban distintas e inferiores. Hicieron todo eso porque
una teoría con el disfraz de »científica« les dijo que se trataba de
una »ley natural«.
Así comenzaron en algunas partes los
desastres producidos por el darwinismo. Luego, aceleradamente, se
expandieron por todo el mundo. Debemos tener en cuenta que en el
siglo XIX la gran mayoría de la gente creía que Dios era el creador
de todas las criaturas vivientes y que el ser humano poseía un alma,
también creada por Dios, hasta que el materialismo y el ateísmo se
desarrollaron y fortalecieron por medio del apoyo que recibieron del
darwinismo. Anteriormente, a todos los seres humanos, de cualquier
raza o pueblo, se los veía como creaciones de Dios. Sin embargo, la
pérdida de la religión, producida y fortalecida por el darwinismo,
dio relevancia a grupos sociales con criterios inhumanos y
competitivos que no daban ninguna importancia a las normas morales
pues consideraban a las personas solamente como animales muy
desarrollados. Quienes negaban que tenían cierto tipo de
responsabilidades frente a Dios, produjeron una cultura donde se
justifica cualquier tipo de egoísmo. De esa cultura nacieron muchos
»ismos« que fueron y son una verdadera calamidad para la humanidad.
En las páginas siguientes examinaremos
esas ideologías que encontraron una justificación en el darwinismo,
la estrecha relación entre ambos factores y lo que le ha costado al
mundo esa cooperación.
PARTE 2
EL RACISMO DE DARWIN Y EL COLONIALISMO
Un
amigo cercano de Darwin, el profesor Adam Sedgwick, fue una de las
personas que advirtió sobre los peligros a los que daría lugar la
teoría de la evolución. Hizo notar, después de leer y digerir »El
Origen de las Especies«, que »si este libro llegase a encontrar
la aceptación generalizada de la gente, ello iría acompañado de una
bestialización de la raza humana como nunca se había visto antes«7.
Ciertamente, el paso del tiempo demostró que Sedgwick tenía razón.
El siglo XX pasó por la historia como una época siniestra puesto que
las personas sufrieron masacres por el simple hecho de su origen
étnico o el color de la piel.
Por supuesto,
mucho antes que Darwin ya se habían producido discriminaciones y
atrocidades
por los mismos motivos. Pero el darwinismo concedió a esa
discriminación una falsa respetabilidad y legitimidad científicas.
»La Preservación de las Razas
Favorecidas…«
La mayoría de los darwinistas de
nuestros días reivindican que Darwin nunca fue racista sino que los
racistas comentaron sus ideas de modo tendencioso con el propósito
de encontrar con que sustentar sus propios puntos de vista. Los
darwinistas conjeturan que la expresión »Por Medio de la
Preservación de las Razas Favorecidas« en el título del libro
conocido en general como »El Origen de las Especies«, vale solamente
para los animales. De todos modos, quienes dicen eso parecen ignorar
lo que dijo Darwin en su libro acerca de la raza humana.
Según lo allí mencionado, el desarrollo
y progreso de ciertas razas respecto al resto, representa los
distintos estadios de la evolución de las mismas. A las más
atrasadas se las llegó a considerar en un nivel muy próximo al de
los monos.
Darwin supuso que »la lucha por la
supervivencia« se aplicaba también a las razas humanas. Las
»favorecidas«, que según Darwin eran las blancas europeas,
emergieron victoriosas. En cuanto a las africanas y asiáticas, se
habrían quedado rezagadas en la lucha por la supervivencia. Incluso
Darwin aventuró su futuro al decir que desaparecerían completamente
en esa lucha de carácter mundial:
»En algún momento de un futuro no muy
distante como para medirlo en siglos, casi con toda certeza las
razas humanas civilizadas exterminarán y reemplazarán a las salvajes
en todo el mundo. Al mismo tiempo, los monos antropomorfos… sin
duda, serán exterminados. La diferencia entre el hombre y sus
allegados más cercanos se presentará entonces más amplia, porque
será la que corresponderá entre el ser humano con una civilización
incluso mayor —como es de esperar— que la de los caucásicos y la de
algunos monos tan inferiores como el mandril, en vez de como se
presenta ahora entre el negro africano o el australiano y el gorila«8.
En otra parte de »El Origen de las
Especies« Darwin también aventuró que era necesario que las razas
inferiores desaparezcan y que para nada era conveniente que los
pueblos desarrollados intentasen protegerlas para que sigan
viviendo. Comparó esta situación con la actitud de los que se
dedicaban a la cría de animales:
»Entre los salvajes, el débil,
físicamente o de entendimiento, es rápidamente eliminado,
y los que sobreviven exhiben normalmente un estado de salud
vigoroso. En cambio nosotros, las personas civilizadas, hacemos los
mayores esfuerzos por controlar ese proceso de eliminación.
Construimos asilos para los imbéciles, tullidos y enfermos.
Instituimos leyes protectoras del pobre y nuestros médicos se exigen
al máximo en sus capacidades para salvar la vida de cada uno hasta
el último momento. Hay razones para creer que la vacunación ha
preservado a muchas individuos de constitución física débil, que de
otro modo habrían sucumbido ante enfermedades comunes (viruela,
etc.). De ese modo los miembros débiles de las sociedades
civilizadas propagaron su linaje. Nadie que haya prestado atención a
la cría de animales domésticos dudaría que esto (el cuidado de los
débiles) tiene que ser muy nocivo para la raza humana«9.
Como hemos visto, en »El Origen de las
Especies« Darwin consideró a los nativos de Australia y a los
negros, prácticamente, en un pie de igualdad con los monos y sostuvo
que debían desaparecer. En cuanto a esas otras razas que consideraba
»inferiores«, opinaba que era esencial impedir su multiplicación, de
modo que terminen extinguiéndose. Vemos así que el racismo y la
discriminación con los que nos encontramos aún hoy día, fueron
aprobados y justificados por Darwin en su momento.
En cuanto a la tarea que le tocaba a
las »personas civilizadas«, según las ideas racistas de Darwin, era
la de acelerar un poco ese período evolutivo, como veremos a
continuación, por lo que no habría ninguna objeción, desde el punto
de vista »científico«, en hacer desaparecer lo más pronto posible a
aquellos que de todos modos van en ese camino.
El aspecto racista de Darwin se exhibe
en muchos de sus escritos y observaciones. Por ejemplo, lo
manifiesta al describir a los nativos de Tierra del Fuego,
observados en su largo viaje iniciado en 1831. Los describió como
criaturas »totalmente desnudas, bañadas en tinturas, comiendo lo
que encontraban al igual que los animales, descontroladas, crueles
con todos aquellos ajenos a su tribu, sintiendo placer al torturar a
sus enemigos, ofreciendo sacrificios sangrientos, asesinando a sus
hijos, maltratando a sus esposas, llenos de supersticiones
escabrosas«. Pero el investigador W. P. Snow, que había viajado
a la misma región diez años antes, presenta un cuadro muy distinto.
Dice que los nativos fueguinos eran »sujetos muy bien parecidos,
enamorados de sus hijos, en posesión de algunos implementos muy
ingeniosos. Reconocían algún tipo de derecho sobre la propiedad y
aceptaban la autoridad de varias de las mujeres más ancianas«10.
Es este profundo racismo de Darwin lo
que hace constar Benjamin Farrington en »Qué Dijo Darwin Realmente«
al expresar que habló mucho de »las grandes diferencias entre los
seres humanos de razas distintas« en »El Origen del Hombre y la
Selección Sexual«11.
Por otra parte, la teoría de Darwin,
que niega la existencia de Dios, ha sido la causa principal de que
mucha gente no perciba que el ser humano es producto de Su creación
y que todas las personas fueron, son y serán creadas en un pie de
igualdad. Este fue uno de los factores que hizo que el racismo
ganara fuerza y se lo aceptara aceleradamente de manera
generalizada. El científico norteamericano James Ferguson pone de
relieve el estricto vínculo entre la negación de la creación y la
aceptación del racismo:
»La nueva antropología se convirtió rápidamente en el respaldo teórico de una de las dos escuelas de pensamiento opuestas respecto al origen del ser humano. La más antigua y establecida es la que sostiene la ‘monogénesis’, es decir, la creencia en que toda la humanidad, independientemente del color de la piel y otras características, desciende directamente de Adán y del acto de creación singular y original de Dios. La monogénesis fue promulgada por la Iglesia y aceptada universalmente hasta el siglo XVIII, momento en que la oposición a la autoridad teológica empezó a fomentar la teoría rival denominada ‘poligénesis’ (es decir, la teoría de la evolución), la cual sostiene que las distintas comunidades raciales tienen desarrollos diferentes«12.
La antropóloga hindú Lalita Vidyarthi
explica cómo la teoría de la evolución de Darwin condujo a que el
racismo sea aceptado por las ciencias sociales:
»La teoría (de Darwin) de
supervivencia del más apto fue recibida con entusiasmo por los
científicos sociales de la época. Creían que la humanidad había
atravesado varias etapas de evolución, culminando en la civilización
del ser humano blanco. A mediado del siglo XIX el racismo era
aceptado como una realidad por la vasta mayoría de los científicos
occidentales«13.
Los darwinistas posteriores a Darwin
batallaron con mucho tesón con el objeto de demostrar sus ideas
racistas, en nombre de las cuales no tuvieron ningún escrúpulo en
elaborar incoherencias y falsedades científicas. Pensaban que cuando
»las demostrasen« habrían probado »científicamente« la superioridad
y »derechos« del caso, para oprimir, colonizar y, si fuese
necesario, exterminar a otras razas.
Stephen Jay Gould señala en el capítulo
tercero de su libro »La Medición Incorrecta del Ser Humano« que
algunos antropólogos no tuvieron problema en recurrir a la
falsificación de sus datos para demostrar la superioridad de la raza
blanca. Según Gould, el método que más utilizaron fue el de
falsificar las medidas que habrían tenido los cerebros en los
cráneos fosilizados encontrados. En su libro menciona que muchos
antropólogos que suponían que el tamaño del cerebro tenía algo que
ver con la inteligencia, exageraron intencionalmente las dimensiones
de los cráneos caucásicos y redujeron de la misma manera las de los
negros e indios14.
Gould explica en »Después de Darwin«
los increíbles supuestos que acometieron los darwinistas para
demostrar que algunas razas eran inferiores:
«Haeckel y sus colegas también
invocaron la recapitulación (es decir, la repetición de un proceso
evolutivo durante el desarrollo o crecimiento) para afirmar la
superioridad racial de los europeos blancos del norte. Se valieron
de las evidencias de la anatomía y comportamiento humanos, usando
todo lo que pudieran encontrar desde el cerebro hasta el ombligo.
Herbert Spencer escribió que »los rasgos intelectuales de los
incivilizados… son rasgos recurrentes en los párvulos de las
personas civilizadas«. Carl Vogt lo dijo de modo más contundente en
1864: »El desarrollo que tiene lugar en el negro en lo que hace a
sus facultades mentales, es (del nivel) de un niño… Algunas tribus
han fundado estados con una organización peculiar. Pero en lo que
hace al resto, podemos afirmar, con toda tranquilidad, que la raza
(negra) en su conjunto, ni en el pasado ni en el presente realizaron
nada tendiente al progreso de la humanidad o que valga la pena
preservar« »15.
Y el médico anatomista francés Etienne
Serres sostuvo que los machos negros eran primitivos porque sus
ombligos se ubicaban en un nivel más bajo.
El evolucionista Havelock Ellis,
contemporáneo de Darwin, respaldó la distinción entre razas
inferiores y superiores en base a algo que se pretendía
»científico«:
»Los niños de muchas razas africanas
son poco o nada menos inteligentes que los niños europeos. Pero al
desarrollarse se vuelven estúpidos y obtusos y en el conjunto de su
vida social permanecen dentro de una rutina de poco vuelo, en tanto
que los europeos mantienen mucho de su vivacidad de la infancia«16.
El antropólogo darwinista francés
Vacher de Lapouge sugirió en su obra »Race et … Essais
d’Anthroposociologie« (París 1909) que las clases no blancas eran
descendientes de otras salvajes que no habían sido civilizadas, o
también podían ser las representantes bastardeadas de clases que
mezclaron su sangre. A esa conclusión se llegó midiendo los cráneos
de las clases altas y bajas en los cementerios de París, ya que esas
medidas determinarían si la gente tenía la propensión a ser rica,
segura de sí misma y libre, o si, por el contrario, la propensión
era la de ser atrasada, contentarse con poco y la de tener las
cualidades de un buen sirviente. Al ser las clases el producto de la
selección social, las clases altas corresponderían a las razas
superiores y el grado de riqueza estaría en proporción al índice o
medida del cráneo. Más adelante Lapouge hizo una profecía: »Opino
que en un futuro próximo las personas se asesinarán entre sí porque
sus cabezas son redondeadas o puntiagudas«17,
¡la cual se cumplió, como veremos en detalle en las próximas
páginas, y el siglo XX fue testigo de las masacres llevadas a cabo
por razones racistas…!
Pero el racismo no estuvo presente
solamente entre los antropólogos. En esa corriente que el darwinismo
había puesto en movimiento también se ubicaron los entomólogos,
sosteniendo supuestos increíbles. Por ejemplo, en 1861 un entomólogo
inglés llegó a la conclusión, después de recoger piojos de los
cuerpos de personas que residían en distintos lugares del mundo, que
los que habitaban en determinada raza humana no podían vivir en los
de otra raza. Al contemplar dicho supuesto desde el nivel de la
ciencia actual, no resulta más que una total ridiculez18.
Si gente con el nivel de »científica« hacía esos anuncios, para nada
era sorprendente que los racistas dogmáticos usasen aseveraciones
completamente sin sentido, ilógicas y obtusas como la de »hasta los
piojos de los negros son negros«.
En resumen, el aspecto racista de la
teoría de Darwin encontró campo fértil en la segunda mitad del siglo
XIX porque el »hombre blanco« europeo estaba a la espera de una
teoría así para justificar sus crímenes.
El Colonialismo Británico y el
Darwinismo
El país que más se benefició de las
ideas racistas de Darwin fue la tierra que lo vio nacer, es decir,
Gran Bretaña. Cuando presentó su teoría, ésta se había convertido en
el imperio colonialista número uno del mundo. Todos los recursos
naturales de un área que se extendía desde la India hasta América
Latina, eran explotados por el Imperio Británico. El »hombre blanco«
saqueaba el mundo para su propio beneficio. Pero, por supuesto, ni
Gran Bretaña ni ningún otro país colonialista quería ser visto como
»saqueador« y pasar a la historia como tal. Entonces buscaron una
explicación para demostrar que hacían lo correcto. El argumento a
usar podía ser presentar a los pueblos colonizados como »primitivos«
o considerar a sus habitantes como »criaturas parecidas a los
animales«. Con eso pretendían que la gente que masacraban y sometían
a tratos bestiales no sean vistas como »seres humanos«, sino como
semihumanos-semianimales, motivo por el cual lo realizado no debía
considerase un crimen.
Esto no era algo nuevo: el primer
colonialismo de amplia escala en el mundo se remonta a los siglos XV
y XVI. El supuesto de que algunas razas tenían características
semianimales fue expuesto por primera vez por Cristóbal Colón luego
de su viaje a América. Según dicha presunción, los nativos en las
Américas no eran seres humanos sino una especie de animales
evolucionados. En consecuencia, podían ser puestos al servicio de
los colonialistas españoles.
Independientemente de que a Cristóbal
Colón se lo presente como una persona humana y cariñosa con los
habitantes de América, el hecho es que a los nativos no los
consideraba »seres humanos«19.
Cristóbal Colón fue la primera persona
que inició una gran masacre en base al supuesto antedicho. A la vez
que establecía colonias españolas en los lugares que descubría y
sometía a servidumbre a los nativos, fue el responsable del inicio
del comercio de esclavos en las tierras a las que recién arribaba.
Los »conquistadores« españoles estuvieron de acuerdo con la política
de opresión y explotación implementada por Colón y la continuaron:
las masacres llevadas a cabo alcanzaron proporciones increíbles. Y
Cortés, el más conocido de los conquistadores españoles fue la
máxima expresión de esa política.
La razón para que
esas masacres alcanzaran semejantes proporciones estribaba en que
los indígenas no eran vistos como humanos sino como animales.
Pero ese antojo interesado de los
colonialistas no tenía muchos sostenedores. En esa época en Europa
se aceptaba ampliamente que todas las personas eran creadas en un
pie de igualdad por Dios y que todos descendían de un ancestro, es
decir, de Adán. Es por eso que la Iglesia Católica tenía una clara
posición en contra de esas invasiones de pillaje y saqueo. Uno de
los casos más conocido es el del obispo de Chiapas, Bartolomé de las
Casas, quien llegó junto con Colón al Nuevo Mundo y dijo que cada
nativo »era plenamente un ser humano«, en respuesta a la pretensión
de los colonialistas de que era »una especie de animal«. El Papa
Pablo III maldijo en una bula de 1537 el comportamiento salvaje con
los nativos y declaró que se trataba de seres humanos en todos los
sentidos, capacitados para aceptar la fe20.
Pero la situación cambió en el siglo
XIX. En paralelo a la expansión de la filosofía materialista y al
desarrollo de las sociedades alejadas de la religión, comenzó a ser
negada la verdad de que los seres humanos eran creaciones de Dios.
Como lo mostramos en páginas anteriores, esa posición se relaciona
con la renovada manifestación del racismo.
Con la aparición de la filosofía
materialista-darwinista en el siglo XIX, el racismo se desarrolló
con más fuerza y brindó un gran apoyo al imperialismo europeo.
James Joll, quien durante largos años
fue profesor de historia en las universidades de Oxford, Stanford y
Harvard, describe en »Europa desde 1870« —su obra principal que aún
es usada como libro de texto en las casas de estudio superior— la
relación ideológica entre el darwinismo, el imperialismo y el
racismo:
»El grupo de ideas más intensas que
inspiró el concepto de imperialismo fue el que puede ser clasificado
de un modo general como ‘darwinismo social’, ya que considera que
las relaciones entre los estados es una lucha perpetua por la
supervivencia y que algunas razas son ‘superiores’ a otras en el
proceso evolutivo, proceso en el que el más fuerte tiene que
defenderse por sí mismo constantemente.
En sus libros »El Origen de las
Especies« publicado en 1859 y »El Origen del Hombre y la Selección
Sexual« publicado en 1871, el naturalista inglés Charles Darwin
promovió polémicas que afectaron a muchas ramas del pensamiento
europeo… Las ideas de Darwin y de algunos de sus contemporáneos como
el filósofo inglés Herbert Spencer,… fueron rápidamente aplicadas a
proposiciones muy alejadas de un encuadramiento científico… El
elemento del darwinismo que aparecía más aplicable al desarrollo
social era la creencia de que el exceso de población respecto a los
medios de provisión requería una lucha continua por la
supervivencia, lucha en la que se impondría el más fuerte o el más
‘apto’. A partir de ese criterio resultaba fácil que algunos
pensadores sociales le den un contenido moral al concepto de ‘el más
apto’, en el sentido de que las especies o razas que sobrevivían
eran las habilitadas moralmente al efecto.
Por lo tanto la doctrina de la
selección natural podía asociarse muy fácilmente con otra serie de
ideas desarrolladas por el escritor francés Count Joseph-Arthur
Gobineau, quien publicó en 1853 ‘Ensayo sobre la Desigualdad de las
Razas Humanas’. Gobineau insistía en que el factor más importante
del desarrollo era el racial y que las razas que permanecieron
preponderantes fueron aquellas que mantuvieron su pureza racial
intacta. En consecuencia, según Gobineau, la raza aria fue la que
había sobrevivido en mejores condiciones… Fue… Houston Stewart
Chamberlain quien contribuyó a llevar algunas de estas ideas a un
estadio más avanzado… Hitler admiraba tanto al mencionado
(Chamberlain), al punto que lo visitó en su lecho de muerte en 1927«21.
Como se ha evidenciado, hay un
encadenamiento ideológico que vincula a Darwin con los pensadores
racistas y con los imperialistas, hasta llegar a Hitler. El
darwinismo es el fundamento ideológico de ambos imperialismos: el
europeo-norteamericano de los siglos XIX y XX y el nazi del siglo
XX, los cuales sumergieron al mundo en un baño de sangre.
Gran Bretaña obtuvo grandes beneficios
del colonialismo y no veía ninguna razón que le obligue a reconocer
los desastres que provocaba en aquellos que vivían bajo su férula.
Un ejemplo de las sucias políticas del imperialismo británico lo
encontramos en »La Guerra del Opio«, de agresión contra China. Gran
Bretaña empezó a contrabandear a China el opio que crecía en la
India, a partir del primer cuarto del siglo XIX. Ese contrabando se
aceleró al punto que sus cuentas de comercio exterior pasaron del
rojo a buenas ganancias. Por otra parte, el flujo de la droga dentro
de China cumplía el efecto de debilitar la autoridad gubernamental
sobre todo el territorio, lo cual llevó a esa sociedad asiática a un
colapso de dimensiones tremendas. La prohibición del opio, que el
gobierno chino tuvo que implementar después de un largo período de
dudas, condujo a la primera Guerra del Opio (1828 - 1842). No hay
ninguna duda de que esa guerra arrastró al país a la quiebra. China
fue obligada a doblar la cerviz debido a la incapacidad de su
ejército en cada confrontación con las fuerzas extranjeras, así como
a aceptar sus demandas siempre crecientes. Lentamente los
occidentales constituyeron asentamientos al interior del territorio
chino a partir del año 1842. Compelieron a los chinos a entregarles
grandes zonas portuarias (llamadas »concesiones«), les tomaron en
alquiler los campos y les obligaron a abrir el país al mundo
exterior de tal modo que ellos (los ingleses) obtendrían los mayores
beneficios. Como una resultante de la pobreza en el país, la
debilidad del gobierno y la lenta pérdida del territorio, los chinos
se lanzaron a sucesivas rebeliones.
Lo sucedido en China fue solamente
parte de los resultados a los que llevaba la política británica.
Como producto del imperialismo británico, a lo largo del siglo XIX
en regiones tan distintas como Sudáfrica, la India y Australia, se
experimentaron brutales aflicciones y opresiones.
La tarea de justificar ese sistema
opresor de los británicos y el intento de mostrarlo como correcto,
correspondió a distintos sociólogos y científicos británicos. Y
Charles Darwin fue el más importante y efectivo de ellos. Fue Darwin
quien conjeturó que en el proceso de la evolución han existido
»razas superiores«, que éstas fueron (siempre) »blancas« y que la
opresión de los »blancos« a otros era una »ley natural«.
Debido a la justificación que Darwin
proveyó al colonialismo racista, el conocido científico Kenneth J.
Hsü, descendiente de chinos y jefe del Departamento de Geografía del
Instituto Federal Suizo de Tecnología, lo describe como »un
decente científico de la Era Victoriana y miembro del establishment
de una sociedad que envió embarcaciones artilladas para forzar a
China por medio de la violencia a importar opio, todo lo cual se
hacía en nombre de la »competencia« (es decir, el
»comercio libre« y »la supervivencia del más apto«)22.
La Enemistad de Darwin Hacia los Turcos
El objetivo más importante al que
apuntó el colonialismo británico a fines del siglo XIX por propia
determinación, fue el Imperio Otomano.
En esa época el
estado otomano gobernaba una gran área que iba desde Yemen a
Bosnia-Herzegovina. Pero ya le resultaba difícil controlar esa
extensión territorial que había administrado hasta entonces de
manera pacífica, estable y serena. Las minorías cristianas empezaron
a presentarse con ideas independentistas y potencias militares como
Rusia comenzaron a intimidar a los otomanos.
En el último cuarto de siglo, Gran
Bretaña y Francia reunieron a las fuerzas desafiantes. Los
británicos pusieron los ojos en particular en las provincias
otomanas del sur. El Acuerdo de Berlín, firmado en 1878, es una
expresión de la decisión de los colonialistas europeos de desmembrar
los territorios otomanos. Egipto, parte de ese territorio, fue
ocupado por Gran Bretaña en 1882. El colonialismo británico dio
inicio a sus planes para, posteriormente, tomar posesión de los
territorios otomanos en Medio Oriente.
Como siempre, los británicos basaron
sus políticas colonialistas en el racismo. El gobierno inglés trató
deliberadamente de presentar al pueblo turco —el componente básico
de los otomanos— y en particular al estado otomano, como
»retrógrados«.
El primer ministro británico William
Ewart Gladstone dijo abiertamente que los turcos eran un ejemplo de
no humanos en medio del género humano, y que, en consideración de su
civilización, debían hacerlos retroceder hasta las estepas asiáticas
y eliminarlos de Anatolia23.
Expresiones de ese tipo y otras
parecidas fueron usadas durante decenios como herramienta
propagandística contra los otomanos por parte del gobierno
británico, quien siempre intentó retratar al pueblo turco como
atrasado. En consecuencia éste tenía que inclinar la cabeza ante las
razas europeas más avanzadas.
El llamado »fundamento científico« de
dicha propaganda fue Charles Darwin.
Los comentarios de Darwin sobre el
pueblo turco aparecieron en el libro »Vida y Correspondencia de
Charles Darwin«, publicado en 1888. Darwin propuso que eliminando
las »razas retrógradas« la selección natural jugaría el papel
correspondiente en el desarrollo de la civilización. Luego dijo
acerca del turco exactamente lo siguiente:
»Yo podría demostrar que el combate en
el proceso de selección natural ha hecho y hace más por el progreso
de la civilización de lo que aparentemente ustedes están dispuestos
a admitir. ¡Recuerden el riesgo que corrieron los pueblos europeos
de ser dominados por los turcos hace pocos siglos, y lo ridículo que
vemos esa posibilidad hoy día! Las razas llamadas caucásicas y más
civilizadas han batido al turco despreciable en la lucha por la
existencia. En un futuro no muy distante una innumerable cantidad de
razas inferiores habrán sido eliminadas por otras superiores
civilizadas en todo el mundo«24.
Este desatino de Darwin fue usado como
propaganda para apoyar la política británica de destrucción del
Imperio Otomano. Y en verdad, fue efectiva. Lo expresado por Darwin
en el sentido de que »el pueblo turco desaparecerá rápidamente pues
es parte de la ley de la evolución«, facilitó el pretendido soporte
científico a la propaganda británica dirigida a impulsar la
enemistad hacia ellos.
El deseo de los británicos dio lugar a
que, en lo fundamental, en la Primera Guerra Mundial tomase vida la
»profecía« de Darwin. Esa guerra gigante, que se inició en 1914,
tuvo su origen en los conflictos de intereses entre Alemania y
Austria-Hungría por un lado y la alianza británica, francesa y rusa
por otra parte. Pero uno de los objetivos más importantes de esta
contienda era dividir y destruir el Imperio Otomano.
Los británicos lo atacaron desde dos
frentes. El primero incluía el Canal (de Suez), Palestina e Irak,
abierto con la intención de apoderarse de los territorios otomanos
en el Medio Oriente. El segundo fue el de Gallípoli (Turquía),
escena de una de las batallas más sangrientas de la Primera Guerra
Mundial. El ejército turco combatió heroicamente en Çanakkale y
perdió 250 mil hombres en la resistencia a las fuerzas enemigas
reunidas por Gran Bretaña. A ese frente también enviaron tropas
hindúes y unidades Anzac, las cuales pertenecían a soldados de los
cuerpos militares coloniales de Australia y Nueva Zelanda,
considerados »superiores« a los turcos.
Los ecos de la hostilidad de Darwin
hacia los turcos continuaron resonando después de la Primera Guerra
Mundial. Los grupos neonazis que atacan arteramente a los turcos en
Europa, aún se inspiran en el estúpido absurdo darwinista
mencionado. En Internet también se encuentran páginas de los
racistas enemigos de los turcos. (Ver el capítulo »La Terrible
Alianza entre Darwin y el Fascismo«).
El Racismo y el
Darwinismo Social en Norteamérica
El Darwinismo Social proveyó apoyo no
solamente a Gran Bretaña sino también a otros países imperialistas y
racistas. Por esa razón se expandió rápidamente por todo el mundo. A
la cabeza de quienes suscribieron dicha teoría estaba el presidente
de los EEUU Theodore Roosevelt, principal propiciador e
implementador del programa de limpieza étnica aplicada contra los
nativos del territorio de América del Norte, lo que se hizo bajo el
nombre de »reubicación obligatoria«. Roosevelt expuso los
fundamentos de la ideología que respaldaba la masacre en el libro
»El Vencedor del Oeste«, sosteniendo que era inevitable una guerra
racial para terminar con los indios25.
El mayor sustento para ello lo obtuvo del darwinismo, pues éste le
dio la posibilidad de definirlos como una especie atrasada.
Como ya lo tenía previsto Roosevelt, no
se respetó ninguno de los tratados firmados con ellos,
justificándose también ese comportamiento con la teoría de »raza
atrasada«. El Congreso estadounidense desestimó en 1871 todos los
tratados hechos y decidió exiliarlos a tierras yermas donde podrían
esperar la muerte. Si la otra parte con la que se hicieron los
tratados, es decir, los nativos, no eran percibidos como seres
humanos, ¿cómo podían tener validez?
Roosevelt estimó también que la
mencionada guerra racial representaba el logro culminante de la
expansión de los angloparlantes (anglosajones) en el mundo26.
Uno de los principales proponentes del
racismo anglosajón, el clérigo protestante y evolucionista Josiah
Strong, empleó la misma lógica. Escribió en una oportunidad:
»Entonces el mundo entrará en una nueva
etapa de su historia, es decir, a la competencia final de las razas,
para lo cual están siendo aleccionados los anglosajones. Si no estoy
equivocado, esta raza poderosa llegará hasta México, hasta América
Central, hasta Sudamérica, a las islas, a los mares, al Africa y más
allá. ¿Puede alguien dudar que el resultado de esta competencia
será la supervivencia del más apto?«27.
Los principales
racistas que usaron el Darwinismo Social para autojustificarse
fueron los enemigos de los negros. Sus teóricos abrazaron con
entusiasmo el concepto evolucionista, pues dividían a las razas en
niveles, definiendo a la blanca como la superior y a la negra como
la más primitiva(28).
Henry Fairfield Osborn, figura
principal entre esos teóricos racistas evolucionistas, escribió en
un artículo titulado »La Evolución de las Razas Humanas«, que »El
patrón de inteligencia del adulto negro promedio es similar al de un
niño de once años de la especie Homo Sapiens«29.
Según esa lógica, los negros no tenían,
en la práctica, nada de seres humanos. Carleton Coon, otro de los
más conocidos proponentes del pensamiento evolucionista racista,
plantea en su libro »Los Orígenes de la Raza« publicado en 1962, que
las razas blanca y negra eran dos especies distintas que se
separaron una de otra en el período del Homo Erectus. Según Coon, la
blanca evolucionó más después de esa separación. Los sostenedores de
la discriminación de los negros emplearon esa explicación
supuestamente científica durante mucho tiempo.
Con la existencia de una teoría
»científica« y el apoyo que le brindaba, el racismo aumentó
rápidamente en los EEUU. W. E. Dubois, conocido por su oposición a
la discriminación racial, dijo que »el problema del siglo XX era
el de la distinción política y social entre la raza blanca y la
negra«. En su opinión no era la menos importante de las
paradojas que el problema del racismo hubiera emergido de un modo
muy expandido en un país que quería convertirse en la democracia más
grande del mundo, cosa que desde cierto punto de vista ha logrado.
Pero la abolición de la esclavitud no estaba encaminada a alcanzar
la fraternidad entre el negro y el blanco. Dubois cree que la
discriminación oficial, establecida rápidamente, se convirtió en una
situación legal de hecho, a lo que aún se le busca una salida30.
La aparición de las primeras leyes de
discriminación racial, conocidas como »Leyes de Jim Crow« (uno de
los nombres infamantes usados por los blancos para mencionar a los
negros), también acaecieron en esa época. Definidamente, los negros
no eran considerados seres humanos sino tratados con desdén en todas
partes y despreciados. Además, esa no fue solamente la actitud de
unos pocos racistas, sino que fue la actitud del estado
norteamericano a través de sus leyes. Inmediatamente después de que
se aprobó la primera ley de segregación racial en Tennessee en 1874,
respecto al uso de ferrocarriles y tranvías, todos los estados
sureños implementaron también la misma política en sus
ferrocarriles. Por todas partes se veía la leyenda »Blancos
Solamente«, así como los letreros que rezaban »Negros«. En verdad,
todo ello no fue más que oficializar algo que ya existía. Estaba
prohibido el matrimonio entre hombres y mujeres de razas distintas.
Bajo la ley, la segregación era obligatoria en los hospitales, las
prisiones y los cementerios. En la práctica quedaban bajo esa
condición los hoteles, los teatros, las bibliotecas e incluso las
iglesias y el transporte en todo tipo de vehículos. El lugar donde
la segregación se sintió más agudamente fue la escuela. Esto fue lo
más grave para los negros y el mayor obstáculo en su desarrollo
cultural.
La práctica de la segregación racial
fue acompañada por una ola de violencia. Hubo una rápida elevación
del número de linchamientos de negros. Entre 1890 y 1901 fueron
linchados 1300, lo que a su vez llevó a la sublevación de los mismos
en varios estados.
En ese período eran de uso común las
teorías y conceptos racistas. Poco después el racismo biológico
norteamericano se expresaría por medio del método de medición
craneal de R. B. Bean, bajo el pretexto de proteger a la gente de
una nueva ola migratoria incontrolada al continente. Esto dio lugar
a la manifestación de un tipo de racismo peculiar. Madison Grant,
autor de »La Muerte de la Gran Raza« (1916), escribió que con la
mezcla de dos razas se abría el camino a la aparición de otra más
primitiva que la de tipo inferior en el cruzamiento, por lo que
quería se prohibieran los matrimonios interraciales31.
Con anterioridad a Darwin ya existía el
racismo en todo el mundo, incluido los EEUU. Pero como vimos, el
darwinismo brindó puntos de vista y políticas racistas manifiestas
en la segunda mitad del siglo XIX. Por ejemplo, como explicamos en
este capítulo, los racistas, al expresar sus opiniones, usaban como
lemas las conjeturas de Darwin. Ideas que antes eran consideradas
crueles, comenzaron a ser aceptadas a partir de Darwin como parte de
la »ley natural«.
Las Inhumanas Políticas Racistas de Darwin
El Exterminio de los Aborígenes
Los nativos de Australia son conocidos
como aborígenes. Esa gente que había vivido allí durante miles de
años, sufrió uno de los exterminios más grande en la historia de la
expansión en dicho territorio de los colonos europeos. El fundamento
ideológico de ese exterminio fue el darwinismo. Los ideólogos
darwinistas habían llegado a la conclusión de que esos aborígenes
eran salvajes. En consecuencia, éstos debieron soportar los
tormentos y sufrimientos del caso.
En 1870, un antropólogo evolucionista
del London Anthropological Review llamado Max Muller, había
dividido a las razas humanas en siete categorías. Los aborígenes
aparecían en la posición inferior y la raza aria, es decir, la de
los europeos blancos, en la superior. H. K. Rusden, conocido
Darwinista social, decía lo siguiente acerca de los aborígenes en
1876:
»La supervivencia del más apto
significa que la aplicación de la fuerza o poder es lo conveniente o
correcto. Por lo tanto acogemos y cumplimentamos sin remordimientos
la ley inexorable de la selección cultural al exterminar a sangre
fría las razas inferiores Maorí y australiana… apropiándonos de sus
patrimonios«32.
Y en 1890 el vicepresidente de la
Sociedad Real de Tasmania (Australia), James Barnard, escribió: »el
proceso de exterminio es un axioma de la ley de la evolución y de la
supervivencia del más apto«. Por lo tanto, concluyó, no había
ninguna razón para suponer que »hubo alguna negligencia culposa«
en el asesinato y desahucio de los aborígenes australianos33.
Como resultado de
esos puntos de vista racistas despiadados y bárbaros alimentados por
Darwin, se dio inicio a una terrible masacre con el objetivo de
exterminar a los aborígenes. Las cabezas de éstos eran clavadas en
las entradas de los establecimientos de campo. A las familias
nativas se les daba alimento envenenado. En muchas partes de
Australia los poblados aborígenes desaparecieron de manera brutal en
el transcurso de 50 años34.
Los objetivos políticos respecto a los
aborígenes no se daban por cumplidos con las masacres. Muchos de
ellos fueron tratados como animales de laboratorio. El Instituto
Smithsoniano en Washington DC tenía los restos de 15 mil personas de
distintas razas. Al Museo Británico fueron enviados por barco 10 mil
aborígenes australianos con el objeto de ver si se trataban o no del
»eslabón perdido« en la transición animal a humana.
El interés de los museos no era
precisamente el material óseo: tenían cerebros de esos nativos que
los vendían a precios muy buenos. También existen pruebas de que
eran asesinados para usarlos como »muestras«. Lo que sigue abajo
testimonia toda esa crueldad.
»Korah Wills, que se había convertido
en alcalde de Bowen, en el estado de Queensland (Australia) en 1866,
describió gráficamente en su lecho mortuorio cómo asesinó y
descuartizó a un hombre de una tribu local el año anterior para
proveerse de muestras científicas.
Edward Ramsay, encargado del Museo
Australiano de Sidney durante 20 años a partir de 1874, estuvo
particularmente involucrado. El Museo publicó un folleto en el que a
los aborígenes se los designaba como »animales australianos«. Además
de instruir sobre cómo saquear sus tumbas, explicaba cómo obturar
las heridas de balas en las »muestras« recién asesinadas.
Una evolucionista alemana, Amalie
Dietrich (apodada ‘Angel de la Muerte Negra’), llegó a Australia y
pidió a los propietarios de las grandes granjas que le permitan
matar con armas de fuego a los aborígenes para conseguir ‘productos
típicos’, en especial para relleno y para las monturas de los
empleados de su museo. Aunque fue expulsada por lo menos de una
propiedad, al poco tiempo volvió a su país con esos ‘productos’.
Horrorizado, un misionero de Nueva
Gales del Sur fue testigo del asesinato de varias docenas de
hombres, mujeres y niños aborígenes por parte de la policía montada
y de la reducción por cocción de las cabezas de las víctimas. Luego
vio como se seleccionaban los diez mejores cráneos, se los
empaquetaba y se los enviaba allende los mares«35.
El exterminio de los aborígenes
continuó en el siglo XX. Entre los métodos empleados al efecto
estuvo el alejamiento forzoso de los niños de al lado de sus
familias. Un relato de Alan Thornhill, que apareció en el
Philadelphia Daily News en la edición del 28/4/1997, se refiere
al método usado contra los aborígenes:
»RELATO DE CAPTURAS DE FAMILIAS
ABORIGENES
Associated Press - Aborígenes que viven
en los remotos desiertos noroccidentales de Australia tenían la
costumbre de tiznar a sus hijos de piel clara con carbón vegetal con
la esperanza de que los agentes de Bienestar Social del estado no
los separen de ellos. ‘Los agentes te agarraban cuando te
encontraban’ dijo uno de los niños arrebatados, muchos años después.
‘Nuestras familias nos querían ocultar pintándonos con carbón’.
‘Yo fui apresado en Moola Bulla’ dijo
un vaquero, quien fue robado cuando era niño. ‘Teníamos 5 ó 6 años’.
Su relato fue uno de los miles escuchados por la Comisión de
Igualdad de Oportunidades y Derechos Humanos de Australia durante su
desgarradora averiguación entre los miembros de la ‘generación
robada’. Desde 1910 hasta el decenio de 1970, fueron arrebatados de
sus padres unos 100 mil niños aborígenes. Los niños de piel clara
eran capturados y entregados en adopción a familias blancas. Los
chicos de piel obscura eran metidos en orfanatos«36.
Incluso hoy día es tan grande el dolor
que produjo todo eso, que la mayoría de las historias fueron
impresas en la parte final del informe de la Comisión –titulado
“Conducidos a Casa”— sin dar el nombre de sus relatores. La Comisión
dijo que el accionar de las autoridades de esa época significaba un
genocidio, de acuerdo a como definen las Naciones Unidas dicho
término. El gobierno ha rechazado la recomendación de la Comisión
Investigadora en cuanto a que se establezca un tribunal para
determinar el pago compensatorio por los niños robados.
Como hemos visto, el trato inhumano,
las masacres, la crueldad, la ferocidad y el exterminio aplicados,
estaban todos justificados por las tesis darwinistas de »selección
natural«, »lucha por la supervivencia« y »supervivencia del más
apto«.
Todos esos terribles procedimientos que
sufrieron los nativos australianos son solamente una pequeña parte
de las catástrofes que el darwinismo trajo al mundo.
Ota Benga
Después de que Darwin conjeturó en »El
Origen de las Especies« que los seres humanos se habían desarrollado
a partir de un ancestro común compartido con los monos, empezó la
búsqueda de fósiles que hagan creíbles ese escenario. Pero algunos
evolucionistas creían que criaturas »semimonos-semihumanas« se
podrían encontrar no solamente en los registros fósiles sino también
entre los seres vivientes en diversas partes del mundo. La búsqueda
del »eslabón perdido« a principios del siglo XX fue causa de muchos
actos de brutalidad. Uno de ellos es el que involucró al pigmeo Ota
Benga, quien fue capturado en el Congo en 1904 por el investigador
evolucionista Samuel Verner.
Dicho nativo, cuyo nombre significa
»amigo« en su idioma materno, era casado y padre de dos niños. Pero
fue encadenado como un animal, metido en una jaula y enviado a EEUU.
Allí los evolucionistas lo pusieron en otra jaula, con distintas
especies de monos, para llevarlo a la Feria Mundial de San Luis y
exhibirlo como »el vínculo más cercano con el ser humano«. Dos años
más tarde lo llevaron al zoológico del Bronx en New York, donde fue
expuesto como »el más antiguo ancestro del ser humano« junto a
algunos chimpancés, un gorila llamado Dinah y un orangután llamado
Dohung. El director del zoológico, el doctor evolucionista William
T. Hornaday, dio largas charlas acerca del orgullo que sentía al
tener allí el »eslabón perdido«, en tanto que los visitantes al
predio trataban a Ota Benga como si fuese realmente un animal
enjaulado. Un ejemplar del New York Times de aquella época
describe la actitud de los concurrentes al zoológico:
»El domingo en el parque había 40.000
visitantes. Casi todos, hombres, mujeres y niños, se dirigieron al
albergue de los monos para ver a la principal atracción, el hombre
salvaje de Africa. Lo molestaron todo el día con aullidos, burlas y
alaridos. Algunos le presionaban las costillas, otros lo hacían caer
y se reían de él«37.
La edición del New York Journal
del 17/09/1906 decía que si bien con el prisionero se quería
demostrar la teoría de la evolución, consideraba que el trato dado
era una gran injusticia y crueldad:
»Esas personas nada inteligentes o
consideradas, han estado exhibiendo en una jaula de monos a un ser
humano, un pigmeo africano. Posiblemente la intención era
inculcar una profunda enseñanza respecto al evolucionismo.
Pero en la práctica, el único resultado
obtenido ha sido exponer al escarnio a la raza africana, la cual
merece al menos la benevolencia y bondad de los blancos de este país
después de toda la brutalidad que ha sufrido este pigmeo aquí…
Es vergonzoso y repugnante que la
desgracia o la deficiencia física de un ser humano, creado por la
misma Fuerza que nos puso a todos aquí y nos dotó con los mismos
sentimientos y con almas similares, lo lleve a estar encerrado en
una jaula con los monos, exponiéndolo a la burla del público«38.
El New York
Daily Tribune también dio espacio al tema de la exhibición de
Ota Benga en el zoológico con el propósito de demostrar la teoría de
la evolución. La justificación del director darwinista del zoológico
fue de una total falta de escrúpulos:
»La exhibición de un pigmeo africano
junto a un orangután en la misma jaula en el Parque Zoológico de
Nueva York la semana pasada, suscitó una crítica considerable.
Algunas personas declararon que era un intento del director Hornaday
de demostrar una estrecha relación entre los negros y los monos. El
doctor Hornaday lo negó: ‘Si el pequeño sujeto está en la jaula’,
dijo, ‘es porque allí está más cómodo y porque estamos indecisos
respecto a qué hacer con él. En ningún sentido es un prisionero,
excepto que nadie estaría de acuerdo en permitirle que se pasee por
la ciudad sin que alguien lo vigile’ »39.
La exhibición de Ota Benga en el
zoológico junto a los gorilas, como si se tratase de un animal,
condujo al disgusto en distintos círculos sociales. Una serie de
éstos pidieron a las autoridades que impidan la continuación de esa
situación, ya que opinaban que Ota Benga era un ser humano al que se
le estaba dando un trato muy cruel. Una de esas peticiones apareció
en el New York Globe del 12/09/1906:
»Editor del Globe
Señor. Yo viví en el sur varios años y
en consecuencia no estoy tan encariñado con los negros, pero los
considero seres humanos. Pienso que es una vergüenza que las
autoridades de esta gran ciudad permitiesen ver algo como lo del
Parque del Bronx, es decir, un muchacho negro exhibido en una jaula
de mono…
Todo este asunto del pigmeo debe ser
investigado…
A. E. R.
New York, 12 de Setiembre«40.
Otra petición donde se pide que Ota
Benga sea tratado como un ser humano es la siguiente:
»La Exhibición de un Ser Humano y un
Mono es Censurada por Clérigo
El Rev. Mac Arthur Opina que la
Exhibición es Degradante.
‘La persona responsable de esta
exhibición se degrada a sí misma a la vez que degrada al africano’,
dijo el Dr. Mac Arthur. ‘En vez de hacer de este hombre pequeño una
bestia, debería llevarlo a la escuela para que desarrolle las
facultades que Dios le dio’.
El Dr. Gilbert dijo que ya había
determinado que la exhibición era un ultraje y que junto con otros
pastores se unían al Dr. Mac Arthur para que ese habitante del
bosque sea liberado de la jaula de los monos y sea llevado a otro
lado«41.
La resultante final de todo ese trato
inhumano fue el suicidio de Ota Benga. Pero aquí el problema es
mayor al de un ser humano que perdió la vida. Este suceso era un
claro ejemplo de la crueldad y salvajismo al que podía conducir en
la práctica el racismo darwinista.
La Superioridad Proviene de la Condición de la Persona, No de la
Sangre
En la historia humana resultó
extremadamente peligroso y destructivo que Darwin retratara a los
seres humanos como una especie de animales desarrollados y
presentara a algunas razas con un desarrollo aún incompleto y más
cercana a los animales. Quienes tomaron como una guía esas
suposiciones de Darwin, oprimieron de modo inmisericorde a algunas
de ellas, las forzaron a vivir bajo las condiciones más rigurosas e
incluso las exterminaron.
Bryan Appleyard, autor del libro »Brave
New Worlds - Genetics and Human Experience«, explica la mentalidad
tiránica que subyace en el racismo y cuál es la resultante que
produce:
»La cuestión es que una vez que la
gente decide que eres una criatura inferior, por la razón que sea,
científica o no, la crueldad que se te puede infligir no tiene
límites. Y probablemente encuentren totalmente justificado llevar a
la práctica ese sentimiento de crueldad, porque entre creer que
alguien es un ser humano inferior y creer que es malo, hay sólo un
paso. En realidad, algunos pueden generalizar este punto y llegar a
insistir en que todos los seres ‘inferiores’ son peligrosos porque
amenazan la vida o salud de toda la raza humana. Entonces pueden
defender la esterilización, las restricciones en las uniones
matrimoniales e incluso el asesinato para evitar la amenaza de la
pérdida de la integridad de la especie«42.
Sin embargo, todos los seres humanos
son creados iguales. Cada uno de ellos fue y es creado por Dios. El
Corán expone así la creación de los seres humanos:
Que ha hecho bien todo cuanto ha creado
y ha comenzado la creación del hombre de arcilla —luego se ha
establecido su descendencia de una gota de líquido víl (el
líquido seminal)—; luego le ha dado forma armoniosa e infundido en
él de Su Espíritu. Os ha dado el oído, la vista y el intelecto. ¡Qué
poco agradecido sois! (Corán 32:7-9)
Como revelan los versículos
mencionados, los seres humanos llevan el alma que Dios les inspiró.
Todo ser humano, sin ningún tipo de diferencia, piensa, siente, ama,
sufre, experimenta y percibe el cariño, el afecto y la compasión.
También todo ser humano percibe la tiranía, el desprecio y lo
inconveniente. Por estas razones, quienes debido a esas historias
crean que las personas de otras razas son personas semidesarrolladas
y entonces las maltratan, ofendiéndolas, oprimiéndolas o
explotándolas, aunque más no sea a una sola de ellas, al igual que
quienes defienden esas prácticas mediante las falsas teorías y
evidencias que presentan, cometen, en su ignorancia, un gran pecado.
En nuestra época existen culturas de
sociedades relativamente poco desarrolladas. Se trata de gente que
tiene todas las características humanas pero carecen de esos
criterios que, desde el ángulo técnico y cultural, gobiernan
generalmente el mundo. Por razones climáticas viven en las
condiciones ambientales naturales. O viven en comunidades aisladas
de la sociedad mundial en general y desarrollaron culturas muy
distintas. Pero en cada una de esas personas están presentes todos
los rasgos, costumbres y hábitos comunes al género humano. Quienes
tienen planes ocultos o ven una ventaja en el racismo, abrazan con
entusiasmo la teoría de Darwin y aceptan que algunos seres humanos
son distintos y miembros de una raza inferior e incluso animales. Y
esa visión llega hasta nuestros días a través de gente que oprime y
desprecia como »retrógradas« a otras personas y comunidades, sobre
la base de que »no han evolucionado suficientemente«.
Sin embargo, Dios prohibe absolutamente
el racismo. Dios creó a todos los seres humanos y les dio colores de
piel e idiomas distintos. Esto es un indicio de la destreza y la
variedad en la creación de Dios:
Y entre Sus signos está la creación de
los cielos y de la tierra, la diversidad de vuestras lenguas y de
vuestros colores. Ciertamente, hay en ello signos para los que
saben. (Corán 30:22)
A los ojos de Dios la única
superioridad reside en la condición de la persona, es decir, de si
se abstiene o no de todo tipo de pecado, rebelión, degeneración y
desviación, con lo que la superioridad moral la deriva de su piedad.
Si no es por la piedad, ningún ser humano puede ser superior a otro,
cualesquiera sean las características de sus otros aspectos. Dios
revela eso en el siguiente versículo:
¡Hombres! Os hemos creado de un varón y
de una hembra y hemos hecho de vosotros pueblos y tribus, para que
os conozcáis unos a otros. Para Dios, el más noble de entre vosotros
es el que más Le teme. Dios es omnisciente, está bien informado.
(Corán 49:13)
PARTE 3
LA TERRIBLE ALIANZA ENTRE DARWIN Y EL FACISMO
La Sangrienta Alianza entre Darwin y Hitler
l nazismo nació en el caos de la
Alemania que resultó derrotada en la Primera Guerra Mundial. El
líder del partido fue el enfurecido y agresivo Adolfo Hitler, quien
tenía como fundamento de su visión el racismo. Creía que la raza
aria, elemento fundamental del pueblo alemán, era superior a todas
las demás razas, a las que tenía que gobernar. Soñaba con que la
raza aria fundase un imperio de mil años de vida.
Hitler encontró el apoyo científico a
esa y otras teorías racistas en la teoría de la evolución de Darwin.
El más importante modelador de los
conceptos de Hitler, el historiador racista alemán Heinrich von
Treitschke, se vio fuertemente influenciado e inspirado por la
teoría de la evolución de Darwin y tenía por costumbre decir:
»Los pueblos sólo pueden desarrollarse por medio de la competencia
violenta, lo que da lugar a la supervivencia del más apto, como lo
plantea Darwin«, agregando además que ello significaba una
guerra inevitable y constante. Sostenía que »la conquista por
medio de la espada es una manera de llevar la civilización a la
sociedad inculta y el conocimiento a la ignorante«. Pensaba que
»la raza amarilla carece completamente de capacidad artística y
(del concepto) de libertad política. El destino de la raza negra es
servir a los blancos y ser eternamente motivo de asco para éstos…«43.
Hitler, al ir moldeando sus teorías, se
inspiró al igual que Treitschke en Darwin, en particular en la idea
de lucha por la supervivencia, la cual le sugiere el título de su
conocido libro »Meif Kampf« (»Mi Lucha«). Al igual que Darwin,
Hitler ponía a las razas no europeas al nivel de los monos, y dijo:
»Aparten a los alemanes nórdicos y no queda otra cosa que el
brinco de los monos«44.
Hitler proclamó en la concentración
partidaria hecha en Nuremberg en 1933 que »una raza superior
somete a otra inferior… algo correcto que vemos en la naturaleza y
que se puede considerar el único derecho concebible« porque se
fundamenta en la ciencia45.
Hitler creía que la raza aria era
superior y que esa superioridad venía dada por la naturaleza. Dice
el Führer (según Henry M. Morris en “La Larga Guerra Contra Dios”):
»Los judíos formaron una contra raza
subhumana, predestinada al mal por su herencia biológica, así
como la raza nórdica estaba destinada a ser noble… La historia
culminará con un nuevo imperio milenario de un esplendor sin par,
basado en una nueva jerarquía racial ordenada por la propia
naturaleza«46.
Hitler pensaba que los seres humanos
eran animales muy evolucionados y creía que en vez de permitir que
las fuerzas naturales y las coincidencias —en un mundo que se formó
por casualidad— controlen la evolución, era necesario pasar a
controlar con sus propias manos el desarrollo de la raza humana.
Este era el objetivo final del movimiento nazi. Con el objeto de
concretarlo, el primer paso era separar, aislar las razas inferiores
de la raza aria, a la que se creía superior.
En función de esos conceptos los nazis
pusieron en marcha la implementación del darwinismo y tomaron como
ejemplo una teoría que tiene su origen en éste, es decir, la »teoría
de la eugenesia« (teoría del perfeccionamiento de la raza humana).
La Teoría del Perfeccionamiento de la Raza Humana
(Eugenesia) se Basó en las Ideas de Darwin
Dicha teoría, planteada en la primera
mitad del siglo XX, significaba extirpar de la sociedad a las
personas enfermas y discapacitadas y el »mejoramiento« de la raza
humana por medio del incremento de la cantidad de individuos
saludables. Entonces, al igual que la obtención de los mejores
animales por medio de aparear ejemplares de muy buena salud, la raza
humana también podría ser mejorada a través de ese mecanismo.
Como era de
esperar, quienes presentaron el programa eugenésico eran
darwinistas. El movimiento eugenésico en Inglaterra fue encabezado
por Francis Galton y Leonard Darwin, primo e hijo respectivamente de
Charles Darwin.
Quedaba claro que la idea de eugenesia
era un resultado natural del darwinismo. Efectivamente, ocupó un
lugar especial y destacadísimo en sus publicaciones, donde se decía
que »la eugenesia significa que el ser humano tomó en sus manos
su propia evolución«.
Kenneth Ludmerer, médico historiador de
la Universidad de Washington, observó que la idea de la eugenesia
era tan antigua como »La República« de Platón y que fue el
darwinismo quien la hizo revivir en el siglo XIX:
»… la eugenesia moderna se presenta
únicamente en el siglo XIX. El interés por la misma en el siglo
mencionado tiene múltiples raíces. La más importante fue la teoría
de la evolución, porque las ideas eugenésicas de Francis Galton
—creador del término— eran una excrecencia directa y lógica de la
doctrina científica elaborada por su primo Charles Darwin«47.
La primera persona influenciada por la
eugenesia en Alemania, quien a su vez la divulgó, fue el conocido
biólogo evolucionista Ernst Haeckel, íntimo amigo y defensor de
Darwin. Para impulsar la teoría de la evolución propuso el concepto
de »recapitulación«, que sostiene que los embriones de criaturas
diferentes se asemejan entre sí. Más tarde se supo que Haeckel había
falsificado los datos que hacían a su argumentación.
Por una parte, Haeckel realizó
falsificaciones científicas de ese tipo, mientras que por otra parte
divulgaba la eugenesia. Sugirió que los recién nacidos
discapacitados físicamente, deberían ser inmediatamente
sacrificados, pues con ello se aceleraría la evolución de la
sociedad. Incluso fue más lejos, pues pretendía que los enfermos
oncológicos, los enfermos mentales y los leprosos también fuesen
sacrificados, de modo indoloro, o de lo contrario se transformarían
en una carga social que retardaría la evolución.
El investigador norteamericano George
Stein resumió el ciego seguimiento de Haeckel a la teoría de la
evolución en un artículo publicado en »American Scientist«:
»…(Haeckel) sostenía que Darwin estaba
en lo correcto… que la humanidad, incuestionablemente, había
evolucionado a partir del reino animal. De este modo, en la primera
y principal exposición en Alemania sobre el darwinismo, Haeckel dio
el paso fatal al plantear que la existencia política y social de la
humanidad es gobernada por las leyes de la evolución, la selección
natural y la biología, expuestas tan claramente por Darwin.
Sustentar cualquier otra posición era una superstición retrógrada«48.
Haeckel murió en 1919. Pero sus ideas
fueron heredadas por los nazis. Poco después Hitler llegó al poder y
se inició el programa eugenésico oficial. Hitler resumió la nueva
política en las siguientes sentencias (según lo cita A. E. Wilder
Smith en “El Origen del Hombre, el Destino del Hombre”):
»En el estado popular, la educación
espiritual y corporal jugarán un papel importante, pero la selección
humana es lo importante… El estado tiene la responsabilidad de
declarar como no apto al propósito de la reproducción a cualquiera
que claramente es enfermo o genéticamente defectuoso… y debe
hacerse cargo de esta responsabilidad sin miramientos ni
vacilaciones de ningún tipo por parte de nadie… El detener la
reproducción de los cuerpos degradados o físicamente enfermos
durante un período de solamente 600 años, conduciría… a un
mejoramiento de la salud humana, algo que difícilmente se puede
concebir hoy día. Si la fertilidad de los miembros más
saludables de la raza fuese llevada a cabo de modo planificado, el
resultado sería una raza… que habría perdido la simiente del
deterioro corporal y espiritual que arrastramos hoy día«49.
Como una necesidad de la política
hitlerista, los enfermos mentales, los ciegos de nacimiento y
aquellos con enfermedades genéticas en la sociedad alemana, fueron
reunidos en »centros de esterilización« especiales. Esas personas
eran consideradas parásitas o dañinas para el progreso, la evolución
y la pureza de la raza alemana. En la práctica, las personas de esos
centros empezaron a ser
sacrificadas casi de inmediato por una orden secreta de Hitler.
Semejantes crímenes fueron presentados
como algo perfectamente racional, en tanto que los considerados
genéticamente inferiores eran descritos como »inútiles« y un
obstáculo para el desarrollo de la nación. Los grupos, razas y
pueblos vistos como inferiores empezaron a incluirse lentamente en
la clasificación anterior. Posteriormente se incluyeron también a
los ancianos enfermos, los que padecían ictericia y serios defectos
mentales, los sordos, los mudos e incluso los que sufrían
enfermedades que llevaban inevitablemente a la muerte. Y puesto que
los negros eran »inferiores«, en los Juegos Olímpicos de Berlín en
1936 Hitler saludó a todos los competidores pero se retiró del
estadio para no darle la mano al atleta de color Jesse Owens,
ganador de cuatro medallas de oro. Incluso algunos evolucionistas
defendieron el punto de vista de que las mujeres eran inferiores a
los hombres en su evolución, por lo que se les prohibió de modo
categórico la práctica de ciertas profesiones. El Dr. Robert
Wartenberg, luego prominente profesor de neurología en California,
intentó demostrar la inferioridad de la mujer y argumentó que no
podría sobrevivir si no estuviese »protegida por los hombres«.
Concluyó que debido a que las mujeres más débiles no eran eliminadas
con la rapidez necesaria dada esa protección, su grado de evolución
era más lento y por lo tanto la selección natural en ellas se daba
en una escala menor que en los hombres50.
Dado el acrecentamiento del darwinismo
y del concepto de eugenesia, los »científicos racistas« de Alemania
defendieron francamente la matanza de los miembros y grupos no
deseables de la población. En un libro publicado en 1895 y titulado
»Das Recht auf den Tod« (»El Derecho a la Muerte«), uno de esos
científicos, Adolf Jost, hizo un llamado anticipado a dicha
eliminación física por parte de los médicos. Jost sostenía que »en
consideración de la salud del organismo social, el estado debe tomar
la responsabilidad de la muerte de los individuos«. Jost fue
mentor de Adolf Hitler, quien apareció en el escenario político unos
30 años más tarde. Dijo Hitler:
»El Estado debe cuidar que se procreen
solamente niños saludables«. Y agregó: »Debe declararse no apta para
la procreación toda aquella persona que se la vea enferma o que haya
heredado una enfermedad y por lo tanto pueda transmitirla«51.
Según una ley aprobada en 1933, fueron
esterilizados 350 mil enfermos mentales, 30 mil gitanos y cientos de
niños negros por medio de la castración, rayos X, inyecciones y
descargas eléctricas en el área genital. Un oficial nazi dijo:
»El Nacionalsocialismo no es más que la biología aplicada«52.
Por medio de matanzas y políticas
despiadadas, dirigidas contra gente inocente, Hitler agregaba otro
tipo de eugenesia para apurar el desarrollo de la raza alemana. A la
vez, hombres y mujeres rubios de ojos azules, aceptados como
representantes de la raza alemana, fueron impulsados a relacionarse
y tener hijos. En 1935 se establecieron granjas especiales donde
mujeres jóvenes con las características mencionadas recibían
frecuentes visitas de unidades de las SS. Los niños ilegítimos
nacidos allí iban a ser criados como los soldados del pretendido
reino alemán milenario.
Los Nazis y su Aberrante Concepto de
Raza Aria
Para probar la supuesta superioridad de
la raza aria, los nazis nuevamente hicieron uso de conceptos
darwinistas. Darwin había conjeturado que la gente, al evolucionar,
desarrollaba un cráneo más grande. Los nazis, en un total acuerdo
con esa idea, empezaron a medirlos para demostrar que la raza
alemana era superior. En todos los rincones de la Alemania nazi se
hacían comparaciones para demostrar que los cráneos alemanes eran
más grandes que los de otras razas. También se evaluaban con
criterios evolucionistas los ojos, cabellos, dientes y otros rasgos
anatómicos. Esos individuos que no se ajustaban a las medidas de la
raza alemana iban a ser eliminados en nombre de los principios
eugenésicos.
Pero, apenas te vuelve la espalda, se
esfuerza por corromper en el país y destruir las cosechas y el
ganado. Dios no ama la corrupción. (Corán 2:205)
Toda esa locura fue llevada a cabo en
nombre de la implementación de los principios darwinistas en la
sociedad. El historiador norteamericano Michael Grodin, autor del
libro »Los Médicos Nazis y el Código de Nuremberg«, revela esa
realidad así:
»Pienso que lo que pasó es que hubo una
alianza o equiparación total entre la ideología nazi y el Darwinismo
Social respecto a la forma en que se desenvolvía la pureza racial
alrededor del siglo XX«53.
George Stein explica el tema:
»Sea lo que haya sido el
Nacionalsocialismo, en definitiva fue el primer intento consciente
por organizar una comunidad sobre la base de una biopolítica
explícita: una biopolítica totalmente congruente con las
determinaciones científicas de la revolución darwinista«54.
El conocido evolucionista Sir Arthur
Keith comenta respecto a Hitler:
»El Führer alemán es evolucionista;
ha buscado conscientemente que la experiencia alemana se ajuste
a la teoría de la evolución«55.
Robert Clarke, autor de »Darwin: Antes
y Después«, concluyó que Adolf Hitler »… fue cautivado por las
enseñanzas evolucionistas, probablemente desde que era niño. Hitler
razonaba… que una raza superior siempre debería conquistar a una
inferior«56.
La filosofía política de la Alemania nazi se modeló bajo la
influencia de las ideas de Hitler.
Joseph Tenenbaum, autor de »Raza y
Reich«, señaló que la filosofía política alemana se estructuró en
base a la creencia de que para que se produzca el progreso
evolucionista resultaban decisivas:
»… la lucha, la selección y la
supervivencia del más apto, conceptos y observaciones a los que se
arribó… por medio de Darwin… pero ubicados en el florecimiento
lujurioso de la filosofía social alemana del siglo XIX… De este modo
se desarrolló la doctrina del derecho inherente de Alemania a
gobernar el mundo sobre la base del vigor superior… (en una)
relación como la ‘del yunque y el martillo’ entre el Reich y los
pueblos más débiles«57.
Adolf Hitler no fue el único líder nazi
en esa »guerra de la evolución ideológica«. Heinrich Himmler, jefe
de la Gestapo, dijo que »la ley de la naturaleza debe seguir su
curso por medio de la supervivencia del más apto«. En realidad,
todos los líderes nazis estaban comprometidos con el evolucionismo y
con el racismo alemán, al igual que la mayoría de los científicos e
industrialistas de esos años oscuros58.
Hitler Aborrecía la Religión
Hitler le dio una gran importancia a la
teoría de la evolución porque la veía también como un arma contra la
creencia religiosa. Odiaba profundamente las religiones divinas.
Virtudes morales como la compasión, la misericordia y la humildad,
recomendadas por las religiones divinas, representaban un gran
obstáculo a la pretensión de crear un tipo de guerrero ario
inmisericorde. Debido a ello, una vez que llegó al poder en 1933,
intentó retrotraer a la sociedad alemana a sus antiguas creencias
paganas. (Considerando equivocadamente a la) svástica sólo como un
símbolo de las viejas culturas paganas, hizo uso de ese signo. Las
ceremonias que realizaban los nazis en cada rincón de Alemania, eran
un retorno a los antiguos ritos paganos. Es por eso que la idea del
evolucionismo, herencia de las culturas paganas, encajaba demasiado
bien con la ideología nazi. En una oportunidad Hitler reveló su
actitud hacia los cristianos cuando dijo claramente que la religión
era:
»(una) mentira organizada (que) debe
ser destrozada. El Estado debe quedar como el amo absoluto. Cuando
era joven, pensaba que era necesario empezar (a destruir la
religión)… con dinamita. Desde entonces he comprobado que se puede
actuar con cierta sutileza… El gobierno civil final debe estar... en
la Silla de San Pedro, ocupado por un oficiante (eclesiástico)
senil, acompañado por unas pocas ancianas siniestras frente a él…
Las personas jóvenes y saludables están de nuestra parte… Nuestro
pueblo ha vivido correctamente sin esta religión. Dispongo de seis
divisiones de hombre de las SS, totalmente indiferentes en materia
religiosa«59.
Daniel Gasman reveló en su libro »Los
Orígenes Científicos del Nacionalsocialismo« las razones por las que
Hitler odiaba la religión:
»Hitler subrayó y escogió el concepto
de evolución biológica como el arma principalísima contra la
religión tradicional y condenó repetidamente al cristianismo por su
oposición a las enseñanzas evolucionistas… Para Hitler el
evolucionismo era la marca de pureza de la ciencia y cultura
modernas«60.
En realidad, la causa fundamental de
las incontables catástrofes que acontecieron en el siglo XX se debió
a la conducta de gente como Hitler y los nazis en general, quienes
no tenían ninguna religión. Esos que negaban la existencia de Dios y
creían que los seres humanos habían evolucionado para convertirse en
animales desarrollados, se veían a sí mismos sin la responsabilidad
de tener que responder por sus procederes frente a alguien. Es
decir, como no temían en absoluto a Dios y el Más Allá, nada ponía
límites a su inmoralidad y tiranía, motivo por el cual asesinaron de
modo inmisericorde a millones de personas. A través del ejemplo de
Hitler se pueden observar claramente las dificultades y sufrimientos
que siempre existieron en las sociedades sin religión. Pero como
veremos más adelante, ello también se ha ejemplificado a través de
Stalin, Mao, Pol Pot, Franco, Mussolini y otros personajes
completamente ateos que sumergieron al siglo XX en un baño de
sangre. Por supuesto, hay que extraer una lección de esta pesadilla
que se produce por la falta de una religión divina.
En cambio, esos que temen a Dios y
viven de acuerdo con la moral coránica, siempre llevan la paz, la
tranquilidad, la seguridad, la abundancia y el esclarecimiento a las
sociedades. Las personas fieles a la religión de Dios nunca alteran
la paz en ningún lugar del mundo, sino que, aportando a la misma,
promueven siempre la piedad, la compasión, la amistad, la honradez y
la cooperación.
Las Catástrofes a que Dio Lugar el
Fascismo-Darwinismo de Mussolini
Hitler determinó
su política valiéndose del darwinismo. Benito Musssolini, su
contemporáneo y aliado, también hizo uso de las conjeturas y
conceptos darwinistas para instalar en Italia los fundamentos
fascistas e imperialistas.
Mussolini era un consumado darwinista
que creía que la violencia era una fuerza impulsora de la historia y
que la guerra conducía a la revolución. Para él, »la renuencia de
Inglaterra a comprometerse en la guerra no hacía otra cosa que
probar la decadencia evolucionista del Imperio británico«61.
En el encabezamiento de la revista »El
Pueblo de Italia«, que fundó con la asistencia económica del
gobierno francés, se leía la siguiente sentencia: »Quien tiene
armas también tendrá pan«. En otras palabras, a la gente le
decía que con el objeto de poder llenar los estómagos necesitaban la
fuerza para poder hacer la guerra y apropiarse de lo que quisiesen.
Mussolini eligió el hacha como
representación del fascismo y del Partido Fascista. El »fascio« (el
hacha en medio de un grupo de varillas y todo sujetado por una
cuerda) era la insignia y símbolo de autoridad del cónsul del
imperio romano. Por extensión, el Duce lo convirtió en símbolo de la
guerra, la violencia, la muerte y la masacre.
La conducta de Mussolini y de todos los
fascistas, agresiva y propensa a la violencia, es descrita en el
libro de Denis Mack Smith, donde se dice que entre sus
convencimientos inmodificables se contaban la necesidad de valerse
de la agresión y la idea de que el recurrir a la violencia era
instintivo62.
Las políticas opresivas, agresivas y
belicosas de Mussolini, semejantes a las de otros
darwinistas-fascistas –culpables de que mucha gente sea masacrada,
quede desamparada sin techo ni familia y que distintas naciones se
viesen hundidas en la ruina por la violencia y la tiranía—, fueron
practicadas por medio de los Camisas Negras, tanto en Italia como en
otros países. Mussolini ocupó Etiopía en 1935 y para 1941 había
aniquilado a 15 mil personas. No demoró en respaldar y justificar
esa ocupación por medio de los criterios racistas darwinistas. Según
Mussolini, los etíopes eran inferiores por ser de raza negra y el
hecho de verse gobernados por una raza superior como la italiana
significaría un honor para ellos.
Por otra parte, seguía sojuzgando a los
musulmanes, situación que comenzó con la invasión de Libia el
3/10/1911. En realidad, incrementó el ataque contra los mismos. La
ocupación finalizó solamente con la muerte de Mussolini y según un
acuerdo hecho el 10/2/1947. Durante ese período de casi 36 años,
fueron martirizados un millón y medio de musulmanes y heridos
cientos de miles.
Mussolini, quien pasó a la historia por
su crueldad y opresión, describió finalmente así al fascismo que
engendró y puso en práctica:
»El fascismo ya no es liberación sino
tiranía, ya no es la salvaguarda de la nación sino la defensa de los
intereses privados«63.
Como hemos visto
con los ejemplos de Hitler y Mussolini, lo correcto y superior era
la agresividad y la crueldad. Y la única vía para el éxito y el
desarrollo debía recorrerse por medio de la fuerza bruta, la
agresión, la violencia y la guerra: todo ello era la implementación
de los supuestos de Darwin, puesto que, según los mismos, »el fuerte
vive, el débil muere«. Como sabemos, fue eso lo que condujo al
sufrimiento inaudito de millones de personas.
El Fascismo de Franco y la Opresión que
Generó en España
Otro de los opresores fascistas que
convirtió al siglo XX en un lago de sangre fue Franco. Para
desgracia y sufrimiento de su pueblo, organizó la »Falange«, con el
respaldo de los darwinistas-fascistas Hitler y Mussolini, y llevó a
España a la guerra civil enfrentando a hermanos contra hermanos y a
hijos contra padres.
Durante esos enfrentamientos morían un
promedio de 250 personas por día en Madrid, 150 en Barcelona y 80 en
Sevilla. Algunas ejecuciones fueron hechas con las manos desnudas
destrozándole la cabeza al enemigo. Se llevaron a cabo masacres
brutales en todo el país. En una pequeña aldea al norte de Madrid,
por ejemplo, fueron arrestados 31 ciudadanos porque no habían
votado convenientemente y 13 de
ellos fueron sacados del pueblo en un carro y asesinados al costado
del camino. Entraron en una ciudad con once mil habitantes, cercana
a Sevilla, y mataron a más de trescientos. Como resultado de ese
tipo de sucesos violentos, en la guerra civil murieron más de 800
mil personas y otras 200 mil fueron ejecutadas por orden de Franco.
Millones fueron heridas o dejadas inválidas.
¡Franco Entregó a Hitler la Población de Toda
Una Aldea para Que Pruebe Sus Armas!
Hitler y Mussolini fueron los
principales sostenedores de Franco y éste premió a sus aliados por
medio de uno de los acuerdos más crueles y brutales que registra la
historia, pues entregó a los nazis pequeñas ciudades como Guernica
para que experimenten allí sus armas.
»En la mañana del 5/5/37 la gente de
Guernica despertó con la muerte producida por gigantes aviones
bombarderos y toneladas de bombas, los nuevos milagros de la
tecnología nazi. La pequeña ciudad había sido entregada por Franco a
los nazis para que éstos experimenten la efectividad de sus aviones«64.
Este suceso resultaba solamente uno de
los productos de esa filosofía retorcida que consideraba a los seres
humanos como animales de laboratorio, que provocó la muerte de miles
de personas con el objeto de probar la efectividad de las armas, que
dejó tullidas, heridas y torturadas a miles de otras y que sigue
vigente aún hoy día, bajo diferentes apariencias. Y continuará
existiendo en tanto sigan en vigencia los criterios darwinistas y
otros semejantes que ven a los seres humanos como una especie de
animales y a la guerra como el medio más efectivo para el progreso.
La Labor Preliminar del Darwinismo Frente a la Primera
y Segunda Guerra Mundial
El conocido profesor de historia
británico James Joll explica en su libro »Europa Desde 1870« que uno
de los factores que condujo al estallido de la Primera Guerra
Mundial fue la creencia en las ideas darwinistas por parte de los
líderes europeos de la época:
«Hemos visto como las ideas darwinistas
tuvieron una gran influencia sobre la ideología imperialista a fines
del siglo XIX. Es importante darse cuenta de la manera en que la
mayoría de esos líderes hicieron suya literalmente la doctrina de la
lucha por la existencia y supervivencia del más apto en los años
anteriores a la Primera Guerra Mundial. Por ejemplo, el jefe del
estado mayor austro-húngaro, Franz Baron Conrad von Hoetzendorff,
escribió en sus memorias después de la guerra: "Las religiones
filantrópicas, las enseñanzas morales y las doctrinas filosóficas
pueden servir a veces, por cierto, para debilitar de la forma más
torpe la lucha por la existencia del ser humano, pero nunca
conseguirán que esa lucha deje de cumplir su papel como impulsora
del mundo… Es en concordancia con este gran principio que la
catástrofe de la guerra mundial se produjo como resultado del
accionar de las fuerzas motrices en la vida de los estados y de los
pueblos, del mismo modo que la tormenta eléctrica se descarga por su
propia naturaleza".
Si tenemos en cuenta este tipo de
posición ideológica, se hace comprensible la insistencia de Conrad
respecto a la necesidad de una guerra preventiva con el objeto de
preservar la monarquía austro-húngara.
También hemos visto como esos criterios
no se limitan a personajes militares, y que, por ejemplo, Max Weber
estaba profundamente comprometido con la lucha internacional por la
supervivencia. Asimismo, Kurt Riezler, asistente personal y
confidente del Canciller alemán Theobald von Bethmann-Hollweg,
escribió en 1914: "La enemistad eterna y absoluta es
fundamentalmente esencial en la relación entre dos pueblos. Y la
hostilidad que observamos por todas partes… no es el resultado de
una perversión de la naturaleza humana sino la esencia y la fuente
de la vida misma".»65.
Friedrich von Bernhardi, general alemán
en la Primera Guerra Mundial y Darwinista social, también fue uno de
esos líderes. »La guerra« declaraba Bernhardi, »es una necesidad
biológica« ; »es tan necesaria como el conflicto entre los elementos
naturales« ; »dicta una sentencia biológicamente justa, puesto que
se sustenta en la misma naturaleza de las cosas«66.
Como hemos visto, la Primera Guerra
Mundial se produjo debido a que los pensadores, los generales y los
líderes políticos europeos instrumentaron y condujeron las
situaciones entendiendo que el conflicto era parte de un tipo de
»desarrollo« y ley natural inmutable. Los conceptos totalmente
falsos que les sirvieron de ideología inspiradora y arrastró a toda
una generación a la misma, no fueron más que los expresados por
Darwin, es decir, »lucha por la vida« y »razas favorecidas«. Dos
años después de lo manifestado por Bernhardi, comenzó la Primera
Guerra Mundial, que produciría el desarrollo biológico (!), y dejó 8
millones de muertos, cientos de ciudades en ruinas y otros millones
de tullidos, sin techo y sin trabajo. Las raíces de la guerra nazi
que empezó 21 años después y dejó 50 millones de muertos, también se
hunden en el darwinismo.
Hitler tenía la costumbre de vincular
sus políticas de guerra y el genocidio con el darwinismo. Veía a la
guerra no solamente como un medio para eliminar las razas más
débiles sino también como un poder para deshacerse de los miembros
más disminuidos de la raza superior. Ese era uno de los motivos que
llevaba a la Alemania nazi a alabar la guerra, ya que en su
concepción retorcida resultaba un paso esencial para el mejoramiento
de la raza.
El evolucionista A. E. Wiggam publicó
en 1922 un libro que sirvió de fundamento a la política de Hitler,
en donde se explica »la creencia de que la guerra desarrolla a los
seres humanos«:
»… hubo un momento en que los seres humanos tuvieron un cerebro escasamente mayor o más capaz que el de los monos, sus primos antropoides. Pero, por medio de la lucha, el mordisco, la patada… de engañar a sus enemigos y de que los que no eran suficientemente fuertes e inteligentes para hacer esas cosas fueron eliminados, el cerebro del ser humano se volvió enorme y creció en agilidad como en sapiencia, aunque no lo hiciera en tamaño«67.
Hitler obtuvo el apoyo de
evolucionistas como Wiggam y veía a la guerra como una obligación
para aquellos que deseaban sobrevivir. Expresa en »Mein Kampf«:
»Todo el mundo de la Naturaleza es un
poderoso combate entre el fuerte y el débil, lo cual se traduce en
una permanente victoria del fuerte sobre el débil. Si eso no hubiese
sido así, el mundo no sería más que una declinación generalizada de
toda la Naturaleza.
Quien quiere vivir debe luchar. Quien
no desea luchar en este mundo, donde el combate permanente es la ley
de la vida, no tiene derecho a la existencia. Pensar de otro modo es
‘insultar’ a la naturaleza y la respuesta es la angustia, la
desgracia y la enfermedad…«68.
En base al supuesto darwinista de que
el fuerte es el que sigue viviendo como resultado de la lucha por la
supervivencia y de que la especie que se desarrolla a través de ese
combate es la que corresponde a las mejores sociedades humanas, se
empezó a ver la guerra como una necesidad para el desarrollo de la
humanidad. Por ejemplo, Hitler consideró que la grandeza de Alemania
se encontraba en la eliminación, por medio de la guerra, de los
miembros más débiles a la vuelta de los siglos. Aunque el combate
armado no le era algo extraño a los alemanes, esta nueva
justificación »científica« afianzaba firmemente sus políticas
guerreras.
Hitler había barruntado también que
»la civilización humana, de no ser por las guerras continuas, no
existiría como la conocemos«69.
Hackel propuso al respecto que debían
ser implementados los métodos brutales de los espartanos de la
Grecia antigua. Escribió que »al matar a todos los niños, excepto
‘a los perfectamente saludables y fuertes’, los espartanos
mantuvieron ‘permanentemente una fortaleza y vigor excelentes’ »70.
La guerra era vista como »un regulador
indispensable« de la población europea, no sólo de Alemania. El
darwinista social alemán Friedrich von Bernhardi escribe: »Si no
fuese por la guerra, probablemente nos encontraríamos con que las
razas inferiores y degeneradas superarían en número y riqueza a las
vigorosas y saludables. La importancia de la generación de la guerra
reside en que motiva la selección, con lo que la misma se convierte
en una necesidad biológica«71.
Como seguimos viendo, Hitler y los
ideólogos nazis que lo apoyaban, consideraban a la guerra como una
necesidad puesto que era lo que inferían del darwinismo. Y al
implementar lo que para ellos era necesario, provocaron que sobre su
propio pueblo y otros se precipitaran distintas desgracias. Por lo
tanto, es absolutamente correcto identificar a Charles Darwin, desde
este ángulo, como uno de los principales responsables de los
sufrimientos experimentados en la Segunda Guerra Mundial.
El profesor Dr. Jerry Bergman demuestra
cuál ha sido la influencia del darwinismo en la concepción de la
Segunda Guerra Mundial:
»Resultan muy claras la evidencias del
tremendo impacto que tuvieron los conceptos darwinistas sobre el
pensamiento y práctica alemana… En realidad, esos conceptos tuvieron
un enorme influjo en la génesis de la Segunda Guerra Mundial, en la
pérdida de 40 millones de vidas y en el gasto de unos 6 billones de
dólares. Plenamente convencido Hitler de que el evolucionismo era
una realidad, se veía a sí mismo como el salvador de la humanidad…
El mundo lo vería como el hombre que empujó a la humanidad a un
nivel evolutivo más elevado por medio de dar lugar a una raza
superior«72.
Por supuesto, en el mundo existieron
incontables guerras antes de que Darwin plantease su teoría. Pero
debido al efecto de ésta la guerra obtenía por primera vez un falso
consentimiento científico. Max Nordau llamó la atención sobre el
papel negativo de Darwin en lo que hace a la guerra. Publicó un
artículo titulado »La Filosofía y la Moral Social de la Guerra«, que
produjo bastante agitación en EEUU:
»Darwin es la
principalísima autoridad de entre todos los defensores de la guerra.
Desde que fue promulgada la teoría de la evolución, los vindicadores
de la lucha armada pudieron encubrir su barbarismo natural con el
nombre de Darwin y proclamar como la última palabra de ‘la
investigación científica’ los instintos sanguinarios ubicados en lo
más recóndito de sus almas«73.
No iba a ser casualidad que el siglo XX
fuese testigo de las guerras más sangrientas conocidas hasta el
momento, como resultado de los conceptos de ideólogos materialistas
como Darwin, Marx y Freud. El darwinismo había preparado el
fundamento teórico supuestamente científico que finalizaría en
guerras. Y los déspotas que las consideraron indispensables para el
desarrollo, masacraron a un total de 60 millones de personas en
ambas guerras mundiales.
Los Neo Nazis
Aunque hoy día parecen del pasado los
líderes fascistas como Hitler y Mussolini, así como las
organizaciones vinculadas a ellos (las SH, las SS, la Gestapo) o los
»camisas negras« mussolinianos, otras estructuras Neo Nazis que
continúan con sus ideas siguen vigentes. Especialmente en los
últimos años han vuelto a ponerse activos en muchos países europeos
movimientos racistas y fascistas. A la cabeza de ellos se ubican los
Neo Nazis alemanes. Se trata de granujas sin ocupación conocida,
adictos a las drogas y con ideas sanguinarias, marcados por todos
los rasgos de la mentalidad fascista. Un artículo que habla de ellos
exhibe la atracción que sienten por el derramamiento de sangre y la
violencia:
»Sangre, honor, fanatismo… Es posible
resumir en esas tres palabras las ‘virtudes’ de los miembros del
Grupo Fascista Olympia. En los ojos de todos sus miembros se puede
ver el inmenso deseo por sublevarse«74.
Los Neo Nazis han sido influenciados
por los mismos conceptos darwinistas que calaron hondo en sus
»mayores«, es decir, Hitler y los demás líderes nazis. Es posible
encontrar en las páginas de Internet propaganda racista y nazi,
expresiones de Darwin y alabanzas a Darwin, porque éste sirve de
sustento a todos los movimientos y conceptos Neo Nazis. Por lo
tanto, en sus páginas en la web presentan al darwinismo como una
teoría que debe ser aceptada aunque se carezca de toda prueba o
testimonio válido de su corrección.
Los ataques y asesinatos que llevan a
cabo los Neo Nazis son absolutamente brutales. Sienten placer en
quemar vivas a las personas, aterrorizarlas y torturar a niños. Los
turcos son uno de sus objetivos principales. Revelan su odio y
encono irracional hacia los turcos en todos sus sitios de Internet.
En uno de ellos apareció esta expresión sobre los mismos:
»Por ejemplo, si hoy día tuviese el
poder en mis manos, disfrutaría viendo a una gran parte de los
turcos en cámaras de gas«75.
Una vez más es Charles Darwin quien les
da el fundamento para ese encono. Los Neo Nazis, por medio de asumir
parte de las falsas e ignorantes conjeturas de Darwin respecto a los
turcos, creen contar con una »explicación científica« para canalizar
el odio contra ellos. El lector encontrará en la última página de
este capítulo algunos sitios Neo Nazis de Internet, donde se alaba a
Darwin y se puede leer lo que opinan del pueblo turco.
Ultimamente ha ido en ascenso la
violencia de los Neo Nazis contra los turcos y personas de otras
nacionalidades. El periódico turco »Sabah« del 12/08/2000 publicó
una lista de los ataques Neo Nazis durante el verano de ese año:
»— En Junio fueron rotas las ventanas
de la Mezquita Ar-Rahman en la ciudad de Gera, estado de Thüringen.
— Dos cócteles molotov fueron arrojados
en una mezquita turca en la pequeña ciudad de Eppingen, estado de
Baden-Württemberg.
— Un cóctel molotov fue arrojado en la
Mezquita Verde en el distrito Utersen de Pinneberg.
— En Memingen fue incendiado un
edificio habitado por turcos.
— En Bocholt fue incendiado un café
turco y un edificio habitado por libaneses. Hubo catorce heridos,
uno de gravedad.
—En la ciudad de Chemnitz al este de
Alemania, un bebé de siete meses de una familia irakí fue arrojado
al suelo. Sufrió heridas en el rostro al golpear contra el cemento«76.
En el pasado reciente ocurrieron muchos
incidentes más. Teniendo como guía la animadversión de Darwin con
los turcos, los Neo Nazis organizaron un ataque contra ellos en la
ciudad de Möln en Noviembre de 1992. Después, en 1993, cinco turcos
fueron quemados vivos por los Neo Nazis en Solingen77. La prensa
describió esa agresión como »El más sangriento ataque racista en
la historia alemana desde la época Nazi«. Atentados de ese tipo
fueron vistos a menudo en los años siguientes. Se incendiaron casas
de turcos y éstos fueron golpeados y lastimados. Agresiones
similares ocurrieron en Holanda. En una de ellas mataron a una madre
y sus cinco hijos. Quienes participaron en la marcha fúnebre
recibieron cartas amenazantes con svásticas inscriptas en ellas.
Estos incidentes son solamente algunas
de las agresiones racistas contra los turcos. Pero los grupos
fascistas, herederos de Darwin y de personas como Hitler,
continuaron con ese tipo de brutalidades. Las medidas legales no
serán suficientes para detener esas agresiones inhumanas. La forma
segura de poner fin a todo ello es impulsar, junto a las medidas
legales, una seria confrontación ideológica. En tanto que los
conceptos darwinistas no dejen de ser considerados »científicos«,
seguirán ocurriendo los ultrajes perpetrados por quienes ven al
racismo como una ley natural.
PARTE 4
EL DARWINISMO, LA FUENTE DEL SALVAJISMO COMUNISTA
L a ideología más extendida en el mundo
–la cual llegó a la cumbre de su formulación teórica en el siglo XIX
con los filósofos alemanes Carlos Marx y Federico Engels— que
produjo el daño más grande a la humanidad, que llenó el siglo que
recién dejamos atrás con una violencia y salvajismo inauditos y que
derramó tanta sangre que incluso supera al nazismo y al imperialismo
capitalista, es, sin ninguna duda, el comunismo.
Condujo a la muerte de inocentes, a la
expansión de la agresividad, del temor y de la desesperanza en el
género humano de manera agigantada. Incluso hoy día, cuando alguien
habla de Rusia y de los países que estuvieron detrás de la Cortina
de Hierro, se presentan a la memoria comunidades agobiadas por el
desánimo y el terror, en las que imperaban la atmósfera brumosa y
calles vacías. Aunque el comunismo fue derribado en 1991, aún
perduran las deyecciones que dejó. Independientemente de lo
»liberalizado« que se presenten ahora los comunistas y marxistas
»impenitentes«, la filosofía materialista —el lado siniestro del
comunismo y del marxismo que apartó a la gente de los principios
morales y de la religión— sigue influenciando sobre los pueblos.
Esta ideología que esparció el terror a
todos los rincones del mundo representa, en realidad, un concepto
que se remonta a los tiempos antiguos.
La dialéctica es una filosofía y un
método de razonar que supone que todo desarrollo en el universo
surge como resultado de un conflicto.
Marx y Engels
comenzaron a analizar la historia basándose en esa creencia. Marx
suponía que la historia humana era la historia de conflictos, que en
la época en que él vivía esa lucha se daba entre los capitalistas y
los obreros y que éstos rápidamente se impondrían y darían lugar a
una revolución comunista.
El rasgo más notable de los dos
fundadores del comunismo fue que, al igual que todos los
materialistas, alimentaban un gran odio hacia la religión. Ambos
eran ateos confesos y consideraban que el terminar con las creencias
religiosas resultaba algo esencial desde el punto de vista del
comunismo.
Pero les faltaba algo importante: darle
a su ideología una apariencia de científica con el objeto de ganarse
a las más amplias capas de la población. Y, una vez más, la
peligrosa alianza que dio lugar al caos, al dolor, a las matanzas en
masa, separando y enfrentando a los hermanos y a los pueblos entre
sí en el siglo XX, surgió de la necesidad de cubrir esa falencia:
Darwin había propuesto la teoría de la evolución en su libro »El
Origen de las Especies« y resultaba muy interesante que los
supuestos básicos que planteaba eran precisamente los argumentos
»científicos« que estaban buscando Marx y Engels.
Darwin suponía que todo lo viviente
emergió como resultado de »la lucha por la supervivencia« o, dicho
en otras palabras, »del conflicto dialéctico«. Por otra parte,
negaba la creación y rechazaba las creencias religiosas. Por eso
mismo, para Marx y Engels se trataba de una oportunidad que no debía
ser desaprovechada.
La Admiración de Marx y Engels por Darwin
El darwinismo fue de una importancia
tan grande para el comunismo, que apenas fue publicado »El Origen de
las Especies« Engels le escribió a Marx: »Darwin, a quien
estoy leyendo ahora, es espléndido«78.
Marx escribió a Engels el 19/12/1860:
»Este es el libro que contiene el fundamento de la historia
natural (que sustenta) nuestras concepciones«79.
El 16/01/1861 Marx escribió asimismo a
Lasalle, otro amigo socialista suyo: »El libro de Darwin es
muy importante y me sirve como un fundamento en la ciencia natural
para (explicar) la lucha de clases en la historia«80,
con lo cual le revelaba la importancia de la teoría de la evolución
para el comunismo.
Marx hizo evidente su simpatía por
Darwin al dedicarle su trabajo más importante, »El Capital«. Hizo
llegar a Darwin un ejemplar del primer volumen con una nota
manuscrita por él, en la que se describe como un »abierto admirador«
del naturalista inglés81.
Engels también puso de manifiesto su
admiración por Darwin:
»La naturaleza es la piedra de toque de
la dialéctica y se debe decir… que en esencia la naturaleza opera
dialécticamente y no metafísicamente… En relación con esto,
Darwin debe ser reconocido antes que nadie«82.
Engels alababa a Darwin y a Marx,
poniéndolos al mismo nivel: »Así como Darwin describió la ley de
la evolución en la naturaleza orgánica, Marx describió la ley de la
evolución en la historia humana«83.
En otra de sus
obras, Engels subrayó la importancia de Darwin en el desarrollo de
una teoría opuesta a la creencia religiosa:
»Darwin propinó el golpe más fuerte al
concepto metafísico de la naturaleza al demostrar que el mundo
orgánico actual —plantas, animales, y en consecuencia, el propio ser
humano— es el producto de un proceso evolutivo que se desarrolla a
lo largo de millones de años«84.
Engels exhibió también su aceptación de
la teoría de Darwin al escribir un artículo titulado »El Papel
Jugado por el Trabajo en la Transición del Mono al Hombre«.
El investigador norteamericano Conway
Zirckle explica porqué los fundadores del comunismo aceptaron de
inmediato la teoría de Darwin:
»Marx y Engels aceptaron el
evolucionismo casi instantáneamente después que Darwin publicó »El
Origen de las Especies«.
Por supuesto, el evolucionismo era lo que precisamente necesitaban
los fundadores del comunismo para explicar de qué modo pasó a
existir el género humano sin la intervención de ninguna fuerza
sobrenatural, pues, en consecuencia, podían usarlo para reforzar los
fundamentos de su filosofía materialista. Además, la interpretación
del evolucionismo de Darwin –que según éste se produjo a través de
la operación de selección natural—, les daba una hipótesis
alternativa frente a la explicación teológica existente, pues
sostenía que todas las formas de vida se adaptaban a las condiciones
(que les rodeaban)«85.
Tom Bethell explica en la publicación
»Harper’s Magazine« el vínculo fundamental que une a Darwin con Marx
y Engels:
»Marx no admiraba el libro de Darwin
por razones que hacían al estudio económico sino por el hecho más
fundamental de que el universo de éste era netamente materialista y
en consecuencia su explicación ya no involucraba referencia alguna a
causas exteriores o del ‘más allá’ inobservables, no materiales. En
ese sentido importante, Darwin y Marx eran verdaderos camaradas«86.
Hoy día el vínculo entre el darwinismo
y el marxismo es una verdad muy obvia que todos la aceptan. Los
biógrafos de Marx siempre dejan eso en claro. Uno de esos escritos
expresa:
»El darwinismo presentó un conjunto de
verdades que servían de sustento al marxismo pues probaban y
establecían su exactitud. La expansión de los conceptos
evolucionistas darwinistas creó un terreno fértil para las ideas
marxistas en su conjunto, asumidas por la clase trabajadora… Marx,
Engels y Lenin adscribieron un gran valor a las ideas de Darwin y
señalaron su importancia científica, lo cual sirvió para acelerar la
diseminación de esos conceptos«87.
Como se ve, Marx y Engels estaban
contentísimos al creer que las conjeturas evolucionistas de Darwin
constituían un soporte científico para su propia visión del mundo.
Pero después se comprobó que esa alegría estaba fuera de lugar. La
teoría de la evolución tuvo una amplia aceptación porque fue
propuesta en el siglo XIX, cuando la ciencia estaba aún en pañales y
se cometían muchos errores, careciéndose por lo tanto de una
auténtica comprobación científica de lo que se enunciaba. Pero con
el desarrollo de la ciencia en la segunda mitad del siglo XX, quedó
anulada la validez de la teoría de la evolución. El colapso del
darwinismo significaría el colapso de los comunistas y del
pensamiento materialista. (Para más detalles en la materia ver »El
Engaño del Evolucionismo« de Harun Yahya). Al saber los científicos
materialistas que la ruina del darwinismo significaba también la de
sus propias ideologías, echaron mano a todos los métodos posibles
para ocultar al mundo ese desastre.
La Admiración por Darwin de los Seguidores de
Marx y Engels
Los seguidores de Marx y Engels que
produjeron la muerte de millones de personas y fueron los causantes
del sufrimiento, terror y violencia que padecieron otros millones,
aceptaron la teoría de la evolución con gran gozo e interés.
John N. Moore habla del vínculo entre
el evolucionismo y los líderes soviéticos, quienes implementaron en
Rusia las ideas de Marx y Engels:
»El pensamiento de los líderes
soviéticos está profundamente enraizado en la perspectiva
evolucionista«88.
Fue Lenin quien concretó el proyecto de
Marx de una revolución comunista. Líder del movimiento comunista
bolchevique en Rusia, se propuso voltear por medio de las armas al
régimen zarista ruso. Esa oportunidad la tuvieron los bolcheviques
con el caos que siguió a la Primera Guerra Mundial. Los comunistas,
dirigidos por Lenin, tomaron el poder en Octubre de 1917 a través de
un levantamiento armado. Luego de la revolución se vivió en Rusia
una guerra civil sangrienta de tres años entre los comunistas y los
defensores del zar.
Al igual que otros lideres
bolcheviques, Lenin subrayaba a menudo que la teoría de Darwin era
el pilar fundamental de la filosofía materialista dialéctica.
Una de sus manifestaciones revela cómo
consideraba al darwinismo:
»Darwin puso fin a la creencia de que
las especies animal y vegetal no tenían —fuera de la casualidad—
ninguna relación entre sí, de que fueron creadas por Dios y de que
en consecuencia eran inmutables«89.
Trotsky, considerado el principal
arquitecto de la revolución bolchevique después de Lenin, también
dio una gran importancia al darwinismo. Declaró su admiración por
Darwin diciendo:
»El descubrimiento de Darwin es el
máximo triunfo de la dialéctica en todo el campo de la materia
orgánica«90.
Después de la muerte de Lenin en 1924,
el liderazgo del Partido Comunista pasó a Stalin, considerado por la
mayoría de las personas el dictador más sangriento en la historia
del mundo. A lo largo de sus 30 años en el poder demostraría,
precisamente, lo impiadoso que era el sistema comunista.
El primer paso importante dado por
Stalin fue apoderarse, en nombre del Estado, de la tierra de los
campesinos, los cuales constituían el 80% de la población soviética.
En función de esa política colectivista que intentó terminar con la
propiedad privada, las cosechas eran levantadas por funcionarios
armados. A resultas de ello hubo una hambruna terrible. Millones de
mujeres, niños y ancianos que no podían encontrar nada para comer,
terminaron sus vidas retorciéndose de hambre. Solamente en el
Cáucaso esa situación se cobró un millón de muertos.
Stalin envió a los tenebrosos campos de
trabajo de Siberia a cientos de miles de personas que intentaron
resistir dicha política. Allí trabajaban hasta morirse, por lo que
esas tierras se convirtieron en la tumba de la mayoría de los
detenidos. Por otra parte, la policía secreta de Stalin ejecutó a
decenas de miles de ciudadanos. Otros millones fueron forzados a
emigrar a los rincones más apartados de Rusia, incluidas la Crimea y
el Turkestán turcos.
Por medio de semejantes políticas
sangrientas, Stalin asesinó a 20 millones de personas. Los
historiadores hicieron conocer que ese salvajismo le daba un enorme
placer personal: le era muy grato sentarse en su escritorio del
Kremlin y examinar las listas de los que murieron en los campos de
concentración o fueron ejecutados.
Dejando a un lado su estado
psicológico, la principal influencia que lo condujo a ser un asesino
tan brutal fue la filosofía materialista que le nutría. En sus
propias palabras, el basamento fundamental de dicha filosofía era la
teoría de la evolución de Darwin. Explicaba así la importancia que
le daba a las ideas de Darwin:
»De tres cosas debemos sacar de su
error a nuestros seminaristas. Tenemos que hacerles saber la edad de
la Tierra, cómo se originó ésta y las enseñanzas de Darwin«91.
Quien fue un amigo cercano de Stalin en
la infancia, relata en el libro »Hitos en la Vida de Stalin«,
escrito en vida del dictador, cómo éste se había vuelto ateo:
»En su primera etapa, cuando aún era
pupilo en la escuela religiosa, el camarada Stalin desarrolló una
mente crítica y sentimientos revolucionarios. Empezó a leer a Darwin
y se convirtió en ateo«92.
En el mismo libro, G. Glurdjidze, un
joven amigo de Stalin, cuenta cómo éste había dejado de creer en
Dios: le había dicho que se debía al libro de Darwin, y
además lo presionó para que lo lea él también93.
Un importante indicio de la ciega fe de
Stalin en la teoría de la evolución se puede observar en el rechazo,
por parte del sistema educativo soviético de aquella época, de las
leyes de la genética de Mendel. Esas leyes, aceptadas por todo el
mundo científico desde principios del siglo XX, negaban la conjetura
de Lamarck en cuanto a que »los rasgos adquiridos pueden pasar a
generaciones posteriores«. El científico ruso Lysenko vio a esas
leyes de Mendel como un fuerte golpe a la teoría de la evolución y
al mismo tiempo un gran peligro, por lo que se lo dijo a Stalin.
Impresionado favorablemente el dictador por las ideas de Lysenko, lo
convirtió en jefe de las asociaciones científicas oficiales. De ese
modo la genética, que le había dado un significativo revés al
evolucionismo, no fue aceptada en la escuela o asociación científica
de la Unión Soviética hasta después de la muerte de Stalin.
Mientras éste dictador vivió, la URSS
se había convertido en un caos donde millones de personas vivían
permanentemente bajo amenaza y donde cualquiera podía ser arrestado
y sometido a torturas inimaginables aunque no fuese culpable de
nada. Tanto la historia del comunismo como del fascismo están llenas
de situaciones de ese tipo.
Algunos comentaristas de la historia
caen en el error de considerar que la causa básica de esa conducta
salvaje e impiadosa de personas como Lenin, Stalin, Mao, Hitler y
Mussolini, residía en una naturaleza psicopática y desequilibrada.
¿Cuál era el motivo que hacía que todo el mundo, en un mismo período
histórico, cayese en manos de gente psicológicamente desequilibrada?
Es una verdad obvia y definida que
todas esas personas y las ideologías en las que se sustentaban se
nutrieron de la misma fuente y que fueron los conceptos y filosofía
de ésta los que abrieron camino a los procedimientos que todos ellos
aplicaron. En resumen, no procedieron así debido a otros motivos. La
causa de que esas ideas inhumanas y desequilibradas arrastrasen tras
de ellas a millones de seguidores, lo cual llevó a los crímenes que
comentamos, fue la manifiesta fuerza y apoyo »científico« que les
dieron la filosofía materialista y el darwinismo.
Mao Tse Tung: Embajador de Marx y Darwin en China
Mientras Stalin
dirigía su régimen totalitario, en China se fundaba otro régimen
comunista que consideraba al darwinismo como su soporte científico.
Los comunistas llegaron al poder bajo el liderazgo de Mao Tse Tung
en 1949, después de una larga guerra civil. Mao estableció un
régimen opresor y sangriento, como el de su aliado Stalin, quien le
dio un gran apoyo. China se volvió el escenario de innumerables
ejecuciones por razones políticas. En los años siguientes, los
jóvenes militantes seguidores de Mao, conocidos como los »Guardias
Rojos«, arrastraron al pueblo a una situación de completo terror.
Por tratarse de una persona marxista,
atea y firme creyente en la teoría de la evolución, Mao ordenó que
el material de lectura a usarse en la campaña de alfabetización al
inicio del »Gran Salto Adelante«, fuese los escritos de Charles
Darwin y otros que sostenían el criterio evolucionista94.
Mao había anunciado públicamente los
fundamentos filosóficos del sistema que estableció, al decir,
»el socialismo chino se fundamenta en Darwin y en la teoría de la
evolución«95.
Pero en realidad los intelectuales
chinos ya habían aceptado antes dicha teoría:
“Durante el siglo XIX occidente
consideró a China como un gigante dormido, aislado y atascado en
tradiciones antiguas Algunos europeos se dieron cuenta de la
avidez con que los intelectuales chinos se agarraron al
evolucionismo darwinista y los notaron muy esperanzados por el
progreso y el cambio. Según el escritor chino Hu Shih (»Filosofías
Vitales«, 1931), cuando en 1898 se publicó el libro de Thomas Huxley
»Evolución y Etica«, inmediatamente fue aclamado y aceptado por los
intelectuales chinos. Personas adineradas financiaron ediciones
económicas de modo que se pudiesen distribuir ampliamente entre la
masas«96.
Yquienes adhirieron al comunismo y
condujeron la revolución comunista, fueron esos intelectuales
»influenciados de modo apasionado« por los conceptos darwinistas.
China se vio rápidamente atenazada por
el darwinismo y el comunismo a pesar de su historia y profunda
creencia panteísta. En un artículo de la revista »New Scientist«
dice el filósofo darwinista canadiense Michael Ruse respecto a la
situación en China a principios del siglo XX:
»Esas ideas se enraizaron
instantáneamente porque China no poseía las barreras
intelectuales y religiosas connaturales frente al evolucionismo, que
generalmente estuvieron presente en Occidente. En verdad, en algunos
sentidos, ¡Darwin parece casi chino!… El pensamiento taoísta
y neoconfucionista ha enfatizado siempre el carácter de ‘cosas’ de
los humanos. Enterarse de que nuestra existencia ha estado unida a
la de los animales no produjo un gran sobresalto… Hoy día la
filosofía oficial es cierto tipo de marxismo-leninismo. Pero sin
el enfoque materialista secular del darwinismo (en el actual y
amplio sentido de filosofía social), el terreno no habría sido arado
para que Mao y los revolucionarios que lo seguían sembrasen sus
semillas y levantasen la cosecha«97.
Como decía antes Michael Ruse, con el
firme arraigo de las ideas darwinistas el comunismo se posesionó de
China con facilidad. Su población, alucinada por el darwinismo,
favoreció e hizo de centinela de las masacres de Mao Tse Tung, uno
de los más desenfrenados asesinos en la historia.
Asimismo, el comunismo fue la causa de
conflictos guerrilleros, acciones terroristas sangrientas y guerras
civiles en muchos países, no sólo en China. Una de esas otras
naciones fue Turquía. En los decenios de 1960 y 1970, grupos que
tomaron las armas contra el estado, metieron a Turquía en una
tenebrosa atmósfera de terrorismo, soñando con hacer una revolución
comunista. Después de 1980 ese terrorismo se unió al actual
separatismo y fue la causa de la muerte de decenas de miles de
civiles, policías y soldados turcos en el cumplimiento de sus
obligaciones.
La ideología comunista, que produjo por
medio de ese mecanismo derramamientos de sangre durante los últimos
150 años, se mantuvo siempre junto al darwinismo, hombro a hombro.
Incluso hoy día es la principal sostenedora del mismo. En cualquier
país que se observe a esos círculos que tercamente apoyan la teoría
de la evolución, se verá que los marxistas ocupan los primeros
puestos. Porque, como dijo Carlos Marx, la teoría de la evolución
constituye el fundamento de la ideología comunista en lo que hace a
las ciencias naturales y le da el más importante —aunque falaz—
apoyo científico a esa doctrina atea.
El Fundamento de la Alianza del Darwinismo
con el Comunismo: el Odio a la Religión
Como ya explicamos, la razón más
importante para la adhesión de los materialistas y comunistas al
darwinismo es el claro apoyo que éste da al ateísmo. La filosofía
materialista ha existido a lo largo de la historia, pero hasta el
siglo XIX la mayoría de los filósofos se dedicaban sólo al ámbito de
lo teórico, pues, hasta ese momento, casi todos los científicos
creían en Dios y que El era el creador de todo. Pero en el siglo XIX
la filosofía materialista y la teoría de Darwin empezaron a ser
aplicadas en las ciencias naturales. El darwinismo pasó a ser el
fundamento principalísimo de la cultura materialista atea,
estampando su sello y manifestando sus efectos más importantes en el
siglo XX.
Como estuvimos examinando, las
ideologías nacidas de esa cultura materialista encendieron el fuego
de dos grandes guerras mundiales, incontables guerras civiles e
innumerables actos de terrorismo, genocidio, exterminio y
salvajismo. Debido a ello millones de personas perdieron la vida y
cientos de millones fueron vergonzosamente oprimidas y debieron
soportar el peor de los tratos.
Influenciados por los puntos de vista
darwinistas, los terroristas, al igual que los animales de quienes
suponían descender, no tenían ningún problema en matar a otros,
asesinar a bebés, ancianos e inocentes, sin detenerse un segundo a
pensar en lo que hacían. Al no verse ellos ni ver a los demás como
seres creados por Dios, con alma, intelecto, conciencia y comprensión,
procedieron con otros como proceden los animales entre sí en sus
conductas más negativas.
Henry Morris
describe dicha situación en »La Larga Guerra Contra Dios«:
»El evolucionismo, supuestamente científico, aunque carece de ese carácter, ha sido usado para justificar todo tipo de prácticas y sistemas antirreligiosos, malvados. Aparentemente, el más exitoso de todos ellos, muy por encima de los demás, sería el comunismo. Y quienes adhieren al mismo en todo el mundo, han sido engañados al pensar que esa doctrina debe ser cierta porque se fundamenta en la ‘ciencia’ de la evolución«98.
Es ese odio hacia Dios y la religión lo
que expresaba Stalin con la demolición de decenas de iglesias y
mezquitas.
El encono del materialismo y del
comunismo con la religión quedó expuesto con toda su violencia
durante el levantamiento bolchevique. Las iglesias y mezquitas
fueron demolidas y los hombres de religión ocuparon en especial la
categoría de quienes quedaban excluidos de »la nueva sociedad
socialista«. A pesar de que la mayoría de la población era
religiosa, se le impidió el cumplimiento de sus obligaciones en la
materia. Con el objeto de eliminar el domingo como día en que los
cristianos concurrían a la Iglesia, se desconoció el sentido de día
de descanso para todos. El conjunto de la población trabajaría cinco
días en la semana, pero el día de descanso podría ser cualquiera.
Esta medida fue aplicada por los comunistas de manera deliberada con
el objeto de »facilitar la lucha para eliminar la religión«99.
Después de eso, en 1928 y 1930, se multiplicó por diez el
impuesto que debían pagar las personas dedicadas a la religión, a
las que se les cancelaron los cupos de alimentos y el uso de los
servicios de salud oficiales, lo cual significaba que dejaban de
gozar de todos los derechos civiles. Por otra parte, se las
arrestaba a menudo, se las expulsaba de sus puestos de trabajo y se
las enviaba al exilio. Para 1936 se habían destruido el 70 % de las
iglesias y el 65 % de las mezquitas.
Fue en Albania en donde se tomaron
algunas de las medidas más violentas en contra de la religión. El
líder comunista albanés Enver Hodja, conocido por su ateísmo,
proclamó en 1967 que Albania era el primer país »arreligioso«. Los
sacerdotes y otros religiosos quedaron bajo custodia sin mediar
cargo de ningún tipo y algunos de ellos fueron asesinados en esa
circunstancia. En 1948 mataron a tiros a dos obispos y a otros cinco
mil cristianos. La misma suerte corrieron los musulmanes. El
mensuario literario »Nendori« hizo saber que habían sido derribadas
2169 mezquitas e iglesias, siendo 327 de éstas católicas.
La razón de todos esos procedimientos,
sin la más mínima duda, residía en el objetivo del comunismo de
constituir sociedades que no tengan nada que ver con la religión,
sociedades que crean solamente en valores materiales. La formación
de individuos semejantes a máquinas, es decir, insensibles, sin
sentimientos y, lo más importante, no temerosos de Dios, era uno de
los principales objetivos del comunismo, pues sus líderes sabían que
solamente así podrían gobernar a su antojo. Entonces podrían inducir
a esas »máquinas humanas« a cometer todo tipo de matanzas y
opresiones. Y fue el darwinismo la doctrina que sirvió de acicate en
el siglo XX a las ideologías que dispusieron todas esas prácticas
abominables, que llevaron a derramar tanta sangre y que consideraban
a la vida humana carente de valor. De ese modo el darwinismo dio un
apoyo importantísimo al ateísmo y sirvió de justificativo a todos
los tipos de opresiones, crueldades, conflictos y matanzas
prohibidos por la religión revelada.
A ello se debe que el siglo pasado
estuviese lleno de guerras, masacres, rebeliones, actos de
violencia, combates y resentimientos sin fin.
La Opresión y la Violencia Infligidas al Mundo por
los Comunistas Darwinistas
La anarquía y el terror son dos de las
herramientas indispensables del marxismo y del comunismo. La
tendencia del marxismo hacia la violencia y el terrorismo apareció
en el experimento de la Comuna de París, cuando Marx aún vivía. Pero
se volvió particularmente indispensable en la ideología comunista
con Lenin, mientras llevaba a la práctica la teoría de Marx. Los
comunistas vertieron la sangre de millones de personas en distintas
partes del mundo e hicieron que los pueblos sufran el dolor, el
temor y la violencia de las organizaciones terroristas que
establecieron. Como veremos en las páginas que siguen, hoy día todos
los líderes comunistas son recordados por la opresión y matanzas que
llevaron a cabo. No obstante, gente de ciertos grupos aún cubren sus
paredes con afiches de esos asesinos impiadosos con las manos
manchadas de sangre, a los que todavía aceptan de manera sádica como
sus maestros.
Independientemente de que algunos
comunistas estimen que la violencia y el terrorismo no es parte de
sus prácticas y que solamente se produjeron como consecuencia de
actitudes individuales, e independientemente de que deseen blanquear
su doctrina, hay una verdad innegable: los fundadores del
comunismo defendieron explícitamente el uso de la violencia y el
terrorismo, a los que veían como elementos esenciales de su
ideología. El científico político norteamericano Samuel Francis
dice al respecto:
»Marx y Engels insistían
específicamente en que la revolución siempre sería violenta y que
los revolucionarios debían usar la violencia contra los gobernantes,
llegando en algunos casos a expresar su apoyo al terrorismo«100.
Carlos Marx dijo que »la
insurrección era absolutamente un arte, igual que la guerra«,
palabras que tomó de Danton, uno de los personajes principales en la
»política revolucionaria« (de la Revolución Francesa), quien tenía
por principio la consigna de »audacia, audacia y más audacia« (en el
sentido de »ataquen, ataquen, ataquen siempre«)101.
Lenin manifestó claramente la necesidad
de usar el terrorismo sistemáticamente. Algunas de esas expresiones
fueron:
»En realidad el estado no es otra cosa
más que una máquina para la represión de una clase por parte de
otra. La dictadura es el gobierno basado directamente en la fuerza
sin restricciones legales… La dictadura revolucionaria del
proletariado es el gobierno ganado y mantenido por éste a través del
uso de la violencia contra la burguesía; es un gobierno que no está
sometido a ningún tipo de traba legal«102.
»No nos oponemos para nada al
asesinato político… El terrorista individual puede y debe ser
valioso solamente en relación directa e inmediata con el movimiento
de masas«103.
»Para convertirse en poder, la clase
obrera consciente debe ganarse el apoyo de la mayoría. El único
camino al poder pasa por el uso de la violencia. No existe ningún
otro camino«104.
Lenin hizo una aterradora exposición al
hablar en una reunión de trabajadores donde explicó lo indispensable
que resultaba el terrorismo:
»Si las masas no se levantan
espontáneamente, nada de esto conducirá a algo… En tanto no tratemos
a los especuladores como se merecen —pegándoles un tiro en la
cabeza— no conseguiremos nada en ninguna parte«105.
Trotsky, uno de los líderes más
importante de la Revolución de Octubre en Rusia, dijo algo que
confirmaba las palabras de Lenin:
»Pero la
revolución requiere de la clase revolucionaria que logre sus
objetivos valiéndose de todos los métodos a su disposición,
recurriendo al levantamiento armado si fuese necesario y, si hace
falta, al propio terrorismo«106.
En otra alocución incluso fue más allá:
»Nuestra única elección ahora es la
guerra civil. La guerra civil es la lucha por el pan… ¡Larga vida a
la guerra civil!«107.
Esos principios de teóricos como Lenin
y Trotsky fueron llevados a la práctica en la revolución bolchevique
en Rusia. Durante el período revolucionario de otoño de 1917 se dio
inicio a masacres, saqueos y a una violencia increíble en gran
escala. Quienes se oponían a la revolución o se les sospechaba esa
actitud, eran apresados sin acusación alguna, fusilados y sus casas
saqueadas y destrozadas. Ese terrorismo que comenzó con Lenin y
Trotsky, creció y se hizo peor en los años de Stalin.
Harrison E. Salisbury del »New York
Times« describió el sistema que imperaba en los campos de
concentración soviéticos:
»… todo un continente de terror… A los
zares se los ve casi como benignos si se los compara con el sistema
de terror soviético que produjo cientos de miles de ejecuciones y
millones de muertos… Las mentes se espantan al considerar la
perversidad sistemática y rutinaria bajo la cual tres o cuatro
millones de hombres y mujeres eran sentenciados cada año a trabajos
forzados y al exilio eterno, sin que los prisioneros, por lo
general, supiesen nunca de qué se los acusaba…«108.
Los pueblos no rusos, y en particular
los turcos de la Crimea, los turcos de Asia Central y los Kasajs,
estuvieron expuestos al terrorismo del sistema soviético. Se
establecían cortes judiciales especiales (llamadas troiki)
para »limpiar« a la sociedad rusa de los kasajs. En octubre de 1920,
sólo esas troiki sentenciaron a muerte a más de seis mil
personas. Las penas capitales dictadas se cumplían de inmediato.
Cuando no se podía detener a los que se oponían al régimen, eran
tomados como rehenes, de manera sistemática, sus familiares e
incluso los vecinos y enviados a campos de concentración. Martin
Latsis, jefe de uno de ellos en Ucrania, admitió en sus informes que
eran campos de exterminio:
»Los rehenes, mujeres, niños y hombre
ancianos, soportan en las condiciones más espantosas el frío y el
barro en un campo cerca de Maikop… Están muriendo como moscas. Las
mujeres no hacen nada por escapar de la muerte. Los soldados
guardianes del campo se aprovechan de esa situación y las tratan
como prostitutas«109.
Bajo la influencia del darwinismo los
revolucionarios comunistas mataban a la gente de manera enloquecida.
Según los documentos de la época, el único objetivo que se perseguía
con ello era la aniquilación total de un tipo de población. Parece
que creían que cuanto más gente matasen el éxito sería mayor. En una
de las decisiones tomadas se revela que planeaban barrer a todo
aquel sospechado de oponerse a la revolución:
»La Pyatigorsk Cheka (Comité de Guerra
Contra los Contrarrevolucionarios) decidió, sin rodeos, ejecutar
a trescientas personas por día. Dividieron la ciudad en varios
distritos, tomaron a un número de personas determinado de cada uno
de ellos y ordenaron al Partido preparar las nóminas de ejecuciones…
En Kislovodsk, a falta de una idea mejor, se decidió matar a las
que estaban hospitalizadas«110.
Como se decía en el artículo de fondo
del diario »Krasniy Mech« (La Espada Roja), el cual defendía a los
comunistas, éstos consideraban que todo les estaba permitido y
creían que la sangre tenía que ser derramada para darle el color a
la bandera Roja:
»A nosotros nos está permitido todo
porque somos los primeros en levantar la espada para liberar a la
humanidad de sus grilletes, no para oprimir a las razas y reducirlas
a la esclavitud… ¿Sangre? ¡Dejemos que fluya como el agua! ¡Dejemos
que la sangre tiña para siempre la bandera pirata negra enarbolada
por la burguesía y hagamos que la nuestra sea de color rojo-sangre
para siempre! ¡Porque solamente a través de la muerte del viejo
mundo podremos autoliberarnos del retorno de esos chacales!«111.
Imitando todas esas bestialidades,
Stalin también estableció »destacamentos de confiscación« para
apoderarse de la producción de los campesinos por medio de la
fuerza. Esas unidades fueron responsables de todo tipo de vejación.
Un inspector escribió el 14/02/1922:
»El abuso del poder que practican los
destacamentos de confiscación, en verdad, ha llegado ahora a niveles
increíbles. De modo sistemático, los campesinos son encerrados en
grandes graneros sin calefacción. Luego son flagelados y se los
amenaza con ejecutarlos. Quienes no cumplen con su cuota (de granos)
son maniatados y forzados a correr desnudos por las calles
principales del villorrio, para volverlos a encerrar en otro hangar
también sin calefacción. Una gran cantidad de mujeres han sido
golpeadas hasta quedar inconscientes. Luego son arrojadas desnudas
en agujeros hechos en la nieve…«112.
Stalin creía que España significaba
buenas oportunidades para la URSS y que meterse allí daría sus
frutos. Por esa razón tomó parte en la Guerra Civil española y apoyó
a los comunistas. Un ejemplo de opresión y tortura fue el campo de
concentración en donde se metieron a doscientos antistalinistas a
comienzo de 1938. Una víctima recordó el momento en que »los
stalinistas decidieron abrir una Cheka«:
»En las cercanías
había un cementerio que estaba siendo limpiado. Los chekistas
tuvieron una idea diabólica: dejarían las tumbas abiertas con los
esqueletos y los cuerpos en descomposición a plena vista. Allí
encarcelaban a las personas más difíciles. Tenían algunos métodos de
tortura particularmente brutales. Muchos prisioneros eran colgados
de los pies, cabeza abajo, durante varios días. Otros eran
encerrados en armarios estrechos con agujeros diminutos cerca del
rostro para que respirasen… Uno de los peores métodos era conocido
como »la gaveta«: los prisioneros eran metidos dentro de pequeñas
cajas cuadradas durante varios días. A algunos de los colocados allí
no se les permitía moverse para nada durante un lapso de ocho a diez
días«113.
En 1931, en la encíclica Quadragésimo
Anno, el Papa Pío XI expresó lo siguiente respecto a la violencia
que el comunismo había infligido al mundo:
»(El comunismo) enseña y pretende sin
disimulo y con todo descaro, abiertamente y por todos los medios,
hasta los más violentos, dos cosas: la lucha encarnizada de
clases y la total desaparición de la propiedad privada. Para
lograrlo, nada hay que lo amedrente, ni nada a que guarde respeto; y
una vez logrado su intento, se muestra tan atroz e inhumano, que
parece algo increíble y satánico. Nos lo hacen ver el estrago y
la ruina en que han sumido extensísimas regiones de Europa Oriental
y de Asia«114.
Como queda expresado, los principales
designios de los comunistas eran una guerra de clase inmisericorde y
la completa anulación de la propiedad privada. En otras palabras, el
objetivo era aplicar la teoría de la evolución a las sociedades
humanas. De ese modo se consideraría »natural« que los seres humanos
estén permanentemente en conflictos y guerras, como los animales
salvajes en la naturaleza.
Los desastres que produjo el comunismo
no se limitaron a Rusia. Otro de los países afectado de la peor
manera fue China.
Las Masacres de Mao Tse Tung, un
Personaje Darwinista
El líder comunista chino Mao tenía como
guía a dos personas. Una de ellas, como lo vimos antes, era Darwin.
La otra era Stalin. Estos dos individuos letales que se unieron en
la personalidad de Mao, condujeron a grandes tragedias y dejaron su
impronta en la historia china a lo largo de un período tenebroso.
Entre seis y diez millones de personas fueron asesinadas de acuerdo
a las directivas de Mao Tse Tung. Decenas de millones de
contrarrevolucionarios pasaron gran parte de sus vidas en la cárcel,
donde murieron unos veinte millones. En el período 1959-61, llamado
»El Gran Salto Adelante«, también murieron de hambre de veinte a
cuarenta millones de seres humanos como resultado de las espantosas
políticas extremistas de Mao. La masacre de la Plaza de Tianamen en
junio de 1989 (con unos mil muertos) es un ejemplo de lo que ha
pasado en la historia reciente de China. Aún siguen las matanzas y
el genocidio contra los turcos musulmanes en el Turkestán oriental.
Cuando en China acaeció la revolución
comunista, sucedieron cosas increíbles en medio de un gran
salvajismo. La población que se encontraba bajo una especie de
hipnosis masiva apoyó todo eso, pues en tanto se realizaban las
matanzas se manifestaba vocingleramente. La publicación »El Libro
Negro del Comunismo«, preparado por un grupo de historiadores y
maestros, describe esas prácticas brutales de los marxistas chinos:
»Se invitaba a todos a los juicios
públicos de los ‘contrarrevolucionarios’, en los cuales, de modo
casi invariable, los acusados eran condenados a muerte. Todos
participaban en las ejecuciones al vociferar ‘muerte’, ‘muerte’,
para que los Guardias Rojos cumplan con la
tarea de cortar en pedazos a sus
víctimas. A veces los pedazos de los cadáveres eran cocinados y
comidos, o se forzaba a ingerirlos a los familiares de las víctimas
que aún vivían y debían observar esos sucesos. Se invitaba a todos
al banquete donde se compartían el corazón y el hígado de los que
hasta hacía poco habían sido terratenientes, como así también a las
reuniones donde el orador se dirigía a las filas de cabezas cortadas
y recientemente clavadas en estacas. Esa fascinación por un
canibalismo vengativo, que posteriormente se convirtió en algo común
bajo el régimen de Pol Pot en Camboya, reverbera un arquetipo muy
antiguo del Asia oriental, el cual se presenta a menudo en la
historia China frente a situaciones catastróficas«115.
La Amarga Cantidad de Víctimas de
la Brutalidad Comunista
Ejemplos de bestialidades semejantes a
las que vimos, se experimentaron en cada país donde el comunismo se
impuso: Camboya, Corea del Norte, Laos, Vietnam, distintos países
africanos y de Europa Oriental. Ese holocausto está expuesto en »El
Libro Negro del Comunismo«:
»Esos crímenes tienden a adecuarse a un
modelo, aunque la práctica de los mismos varía en algún grado de un
país a otro: los pelotones de fusilamiento, la horca, el ahogo, el
apaleamiento y, en ciertos casos, el envenenamiento, la asfixia por
gas o los ‘accidentes automovilísticos’, la eliminación de la
población por medio de hambrunas naturales o provocadas, la
deportación (que puede llevar a encontrar la muerte en el camino
debido al confinamiento en un espacio muy estrecho o al agotamiento
físico), la retención en el mismo lugar donde se vive, el trabajo
forzado bajo el frío y con muy poca comida (que provoca debilidad y
enfermedades). Los períodos descritos como épocas de ‘guerras
civiles’ son más complejos y no siempre es fácil distinguir entre
los sucesos provocados por la lucha entre los gobernantes y los
rebeldes y aquellos otros que se pueden describir de manera más
apropiada como masacre de la población civil.
Las siguientes cifras aproximadas,
basadas en estimaciones no oficiales, expresan en alguna medida la
escala y gravedad de esos crímenes:
URSS: 20 millones de muertos.
China: 65 millones de muertos.
Vietnam: 1 millón de muertos.
Corea del Norte: 2 millones de muertos.
Camboya: 2 millones de muertos.
Europa Oriental: 1 millón de muertos.
América Latina: 150 mil muertos.
Africa: 1.700.000 muertos.
Afganistán: 1.500.000 muertos.
Movimiento Comunista Internacional y
Partidos Comunistas en países en donde no estaban en el poder:
10.000 muertos.
Total aproximado de personas
asesinadas: 100 millones«116.
Todos esos distintos regímenes y
organizaciones comunistas compartieron y comparten una psicología
común: los sentimientos humanos como la piedad, la justicia y la
compasión estaban y están completamente perdidos. De modo repentino
todas las sociedades humanas se convirtieron en campos de guerra,
masacrándose de forma despiadada a quienes intentaban vivir y
encontrar alimentos. Las personas adquieren el mismo comportamiento
que caracteriza a los animales feroces que luchan con otros miembros
de su propia especie por el alimento y el territorio, porque los
principios darwinistas les enseñaron que básicamente son »animales«
y que, al igual que éstos, deben luchar por la supervivencia.
Esas organizaciones o movimientos
inhumanos creían que habían obtenido respetabilidad por medio de
cubrirse con una máscara científica falsa. El único motivo que
permitió a los líderes bolcheviques hablar osada y abiertamente de
agresión, terrorismo y masacres, fue que la teoría de la evolución
les respaldaba. El evolucionista P. J. Darlington admite en su libro
»El Evolucionismo para Naturalistas« que el resultado natural de la
teoría de la evolución es el salvajismo y que, incluso, se justifica
ese comportamiento:
»El primer punto es que el egoísmo y la
violencia nos son inherentes, heredados de nuestros más remotos
ancestros animales… Por lo tanto, la violencia es natural en el
ser humano, un producto de la evolución«117.
Como queda claro de lo admitido por los
evolucionistas, resultaba y resulta perfectamente natural para la
ideología comunista, que aceptó como su guía a la teoría de la
evolución de Darwin, percibir a otros seres humanos como animales,
tratarlos como se trata a éstos y sojuzgarlos. Porque quien acepta
la ideología comunista-darwinista olvida que tiene un Creador,
olvida su razón de ser en el mundo y que tendrá que rendir cuentas
frente a Dios el Día del Juicio. En consecuencia, como todo ser
humano que no teme a Dios en lo más mínimo, pasa a ser un ente
egoísta que piensa solamente en su propio interés y se llega a
convertir en un tirano inmisericorde e incluso en un asesino
enfurecido. Dios nos ha revelado cuál es la situación de esa gente y
lo que le sucederá:
Sólo incurren en él (en el reproche por
su proceder) quienes son injustos con los hombres y se insolentan en
la tierra injustamente. Esos tales tendrán un castigo doloroso.
(Corán 42:42)
Conclusión: El Comunismo Es una Forma de Terrorismo que Tiene Lugar
Debido a la Ausencia de Fe en Dios
Cualquiera que considere las masacres,
asesinatos y sufrimientos infligidos deliberadamente a los seres
humanos por parte de los comunistas, los nazis o los colonialistas,
se preguntará cómo es posible que quienes sostienen esas ideas se
hayan podido alejar tanto de la benevolencia que exhiben normalmente
las personas en su vida diaria. La única razón para esas
manifestaciones de salvajismo y opresión es la carencia de toda
religión y auténtica adoración de Dios. Un ser humano que teme a
Dios —es decir, que lo adora como corresponde— y que posee una fe
firme en el Más Allá, será incapaz de llevar a cabo cualquier tipo
de opresión, injusticia, agravio o asesinato como los descritos. Por
otra parte, ningún creyente en Dios y en el Más Allá firme y sincero
adoptará algunas de esas ideologías descarriadas, aunque se lo
aliente o empuje para que lo haga.
Pero quienes carecen de religión y
desconocen absolutamente a Dios, también desconocen todo tipo de
límites. Y si creen que todo lo viviente evolucionó por casualidad
de lo no viviente, que sus ancestros fueron animales y que no existe
nada fuera de lo material, pueden llevar a cabo fácilmente cualquier
tipo de crueldad apenas se encuentren incentivados para proceder
así. A ese tipo de personas se las puede ver, a primera vista, como
incapaces de dañar a nadie. Pero en cuanto las circunstancias se
hacen propicias, se convierten en asesinas que cometen masacres,
muelen a palos a otros o los matan de hambre por el simple hecho de
que no piensan como a ellas les gusta. De esa forma el mundo se
llena de odio, violencia y aversión. Todo ese mecanismo perverso es
el exigido por la visión general y criterios de los individuos que
desconocen totalmente a Dios.
En una disertación que dio en Londres
en 1983 Alexander I. Solzhenitsyn, ganador del Premio Nobel de
literatura de 1970, intentó explicar porqué habría sobrevenido a su
pueblo algo tan pernicioso:
«Hace más de medio siglo, cuando aún
era pequeño, recuerdo haber oído a algunos ancianos la siguiente
explicación respecto a los grandes desastres que se habían
precipitado sobre Rusia: »Los seres humanos han olvidado a Dios;
a eso se debe todo lo que sucedió«.
Desde entonces he pasado casi cincuenta
años trabajando sobre la historia de nuestra revolución. En ese
proceso he leído cientos de libros, reunido cientos de testimonios
personales y ya he colaborado con ocho volúmenes de mi autoría con
el objeto de quitar el escombro dejado por el cataclismo. Pero si se
me pidiese hoy día que formule lo más concisamente posible la causa
principal de esa ruinosa revolución que devoró unas 60 millones de
personas de nuestra población, lo haría de la manera más correcta
repitiendo: »Los seres humanos han olvidado a Dios; a eso se debe
todo lo que sucedió«.»118.
Solzhenitsyn identificó la causa de una
manera absolutamente exacta. En verdad, solamente el olvido de Dios
es lo que pudo arrastrar a esa sociedad a una situación tan
aterradora, donde se admitieron opresiones de todo tipo, las que se
observaban como algo normal o que no tenían nada que ver con ella.
Por el contrario, Dios nunca se olvida, además que nunca se
equivoca. Los inhumanos líderes comunistas pensaban que habían
instalado su sistema de gobierno por propia decisión, para gobernar
todo el planeta, y que poseían una gran fuerza y poder imbatible.
Llegaron a tener reuniones secretas en donde se comentaban entre sí
el modo en que aumentarían su opresión sobre la gente para
incrementar ese poderío y vigor. Pero Dios, que sabía lo que hacían
y proyectaban, les hará conocer el resultado de sus acciones. Dios
lo anuncia en el Corán:
El día que Dios les resucite a todos,
ya les informará de lo que hicieron (en la tierra). Dios lo habrá
tenido en cuenta, mientras que ellos lo habrán olvidado. Dios es
testigo de todo. ¿No ves que Dios conoce lo que está en los cielos y
en la tierra? No hay conciliábulo de tres personas en que no sea El
el cuarto, ni de cinco personas en que no sea El el sexto. Lo mismo
si son menos que si son más, El siempre está presente, dondequiera
que se encuentren. Luego, el día de la Resurrección, ya les
informará de lo que hicieron. Dios es omnisciente. (Corán 58:6-7)
En cuanto a la situación que enfrentan
quienes siguieron a esos líderes inhumanos, arrastrándose frente a
ellos, dice el Corán: Dios no es nada injusto con los hombres,
sino que son los hombres los injustos consigo mismos. (Corán 10:44).
En otras palabras, esa gente se oprimió a sí misma por olvidar la
religión de Dios y seguir a los líderes darwinistas. Otro versículo
sagrado anuncia que las personas hacen caer sobre ellas la maldad
que producen en el mundo:
Ha aparecido la corrupción en la tierra
y en el mar como consecuencia de las acciones de los hombres, para
hacerles gustar (es decir, para que Dios les haga gustar) parte de
lo que han hecho. Quizás, así, se conviertan. (Corán 30:41)
PARTE 5
EL CAPITALISMO Y LA LUCHA POR LA SUPERVIVENCIA ECONOMICA
La única manera de
evitar que esos desastres perjudiquen nuevamente a la humanidad es
que la gente viva con fe en Dios y en la otra vida, sin olvidar que
tendrán que rendir cuentas de todo lo que hacen. De ese modo, a la
luz del Corán —enviado por Dios a todos los pueblos—, poseerán las
buenas cualidades morales ordenadas en el mismo, como el amor, la
compasión, la misericordia y la piedad.
El término capitalismo significa la
soberanía del capital, un sistema económico libre y sin
restricciones basado totalmente en el beneficio y donde la gente
compite en el marco de esos criterios. En el capitalismo hay tres
elementos importantes: el individualismo, la competencia y la
realización de un beneficio. Al capitalismo le resulta importante el
individualismo porque la gente se ve a sí misma no como parte de una
sociedad sino como »individuos« que están solos, parados sobre sus
dos pies, y deben obtener lo necesario por su propio esfuerzo. La
»sociedad capitalista« es el terreno, como lo describió Darwin,
donde cada uno compite con los demás bajo condiciones muy duras y
brutales, donde solamente sobreviven los más fuertes, donde los
débiles y desprotegidos son eliminados y aplastados y donde domina
la competencia despiadada.
De acuerdo a la lógica en la que se
basa el capitalismo, cada elemento individual —una persona, una
empresa o una nación— debe combatir solamente por el logro de su
propio desarrollo y ventajas. El criterio más importante en esta
guerra es la producción. Los mejores productores sobreviven, los
débiles e incompetentes son eliminados y desaparecen. En este modelo
no se tiene en cuenta que los eliminados en esa lucha tan amarga,
los que son aplastados y se sumergen en la pobreza son, precisamente
»seres humanos«. En este modelo a lo que se presta una atención
especial es al desarrollo económico, a las mercancías, no a los
seres humanos. A eso se debe que las personas con mentalidad
capitalista no sientan ninguna obligación ética o problema de
conciencia respecto a la falta de protección de los que viven en
grandes dificultades, a quienes pisotean al usar sus cabezas como
peldaños en la trepada hacia ambiciones siempre crecientes. Este es
el darwinismo llevado a la práctica en la sociedad, en el plano
económico, en toda su plenitud.
Los principales teóricos del darwinismo
social estructuran un soporte »filosófico« y »científico« para el
capitalismo al proponer que es necesario impulsar la competencia en
todas las áreas de la sociedad y no proveer ningún tipo de
oportunidades o apoyo a los débiles, en cualquier plano, desde el de
la salud al económico. Por ejemplo, según Tille, uno de los primeros
representantes de la mentalidad capitalista-darwinista, es un gran
error intentar prevenir la pobreza por medio de ayudar a »las clases
derrotadas«, puesto que ello significa interferir con la selección
natural producida por la evolución119.
En la visión de Herbert Spencer —el
principal teórico del darwinismo social y quien introdujo los
principios darwinistas en el análisis de la vida social—, si alguien
cae en la pobreza se debe a sus propios errores y nadie debe
ayudarle a reponerse. Si alguien es rico se debe a sus propias
condiciones, aunque la riqueza haya sido adquirida por medios
inmorales. En consecuencia, el rico sobrevive y el pobre desaparece:
este es el criterio que prevalece casi totalmente en nuestros días,
criterio que es un resumen de la »moralidad« capitalista-darwinista.
Spencer, quien defendía esa
»moralidad«, en su obra »Estadística Social« (1850) se opone a todos
los sistemas de ayudas estatales, a la medicina preventiva, a las
escuelas públicas y a la vacunación obligatoria, porque según el
darwinismo social el orden social surge del principio de
supervivencia del más fuerte. Apoyar al débil y permitirle
sobrevivir resulta en el quebrantamiento de dicho principio. El rico
es rico porque está mejor conformado o preparado. Algunas naciones
sobreviven a otras porque son superiores. Algunas razas caen bajo el
yugo de otras porque éstas son más inteligentes. Spencer aplicó esa
doctrina a las sociedades humanas de modo radical: »Si (las
sociedades) son suficientemente aptas para vivir, vivirán, y está
bien que sea así. Si no son lo suficientemente aptas, morirán, y es
mejor que mueran«120.
Graham Summer, profesor de Política y
Ciencias Sociales en la universidad de Yale, era un vocero del
darwinismo social en los EEUU. En uno de sus escritos resumió lo que
pensaba sobre las sociedades humanas:
»...para elevar algo debemos apoyarnos
en algún lugar (en el que se ejercerá una presión hacia abajo) y
realizar una fuerza hacia arriba. En lo social eso significa que
para elevar a una persona empujamos a otra hacia abajo«121.
Richard Milner, jefe editor de »Natural
History Magazine«, revista del Museo Norteamericano de Historia
Natural de Nueva York, escribe:
»Uno de los principales voceros del
darwinismo social, William Graham Summer de Princenton, pensaba que
los millonarios más importantes eran los individuos más aptos en la
sociedad y que merecían los privilegios que poseían. Resultaban
naturalmente seleccionados en el crisol de la competencia«122.
De lo expresado se puede ver que el
darwinismo social usó la teoría de la evolución de Darwin para
explicar y defender »científicamente« las sociedades capitalistas.
Como consecuencia de ello los seres humanos empezaron a perder esos
conceptos introducidos por la religión, como los de filantropía,
asistencia solidaria y cooperación, virtudes que fueron reemplazadas
por el egoísmo, la bellaquería y el oportunismo. Según uno de los
distinguidos teóricos del darwinismo social, el profesor
norteamericano E. A. Ross, »La devoción cristiana por la caridad,
considerada una gracia, ha formado un escudo protector bajo el cual
los idiotas y cretinos se han colocado y procrean«. También dice
Ross: »El estado reúne a los sordomudos bajo su protección,
motivo por el cual está en proceso de formación una raza de los
mismos«. Ross rechaza todas esas actitudes de protección a los
disminuidos físicos y mentales argumentando que evitan el proceso de
evolución natural y dice que »El camino más corto para hacer de
este mundo un paraíso es permitir que esa gente apresure su marcha
al infierno«123.
Como seguimos viendo, el darwinismo
constituye el fundamento filosófico de todos los sistemas económicos
capitalistas, en base a los cuales se modelan todos los sistemas
políticos afines.
Esa es la razón por la que los
principales sostenedores del darwinismo social fueron y son los
dueños del capital. La aparición de los »poderosos« por medio de
pisotear al débil y la ejecución de políticas económicas
absolutamente alejadas de sentimientos de piedad, solidaridad y
compasión, son cosas que dejaron de ser condenables puesto que ese
tipo de comportamiento pasó a ser aceptado en función de la
»explicación científica« y de »las leyes de la naturaleza«.
Según Richard Hofstader, autor de »El
Darwinismo Social en el Pensamiento Norteamericano«, el magnate de
los ferrocarriles del siglo XIX, Chauncey Depew, aseguró que quienes
obtenían fama, fortuna y poder en la ciudad de Nueva York
representaban la supervivencia del más apto a través de la »mayor
capacidad, previsión y adaptabilidad«124.
Otro barón de los ferrocarriles, James J. Hill, sostuvo que
»la riqueza de las compañías ferroviarias está determinada por la
ley de la supervivencia del más apto«125.
Andrew Carnegie, otro propietario de un
capital inmenso en los EEUU, expresa en su biografía la creencia en
la evolución: »He descubierto la verdad de la evolución«126.
También dijo:
»La (ley de la competencia) está presente. No podemos evadirla. No se ha encontrado nada que la sustituya. Y aunque a veces pueda ser dura para los individuos, es lo mejor para la raza porque asegura la supervivencia del más apto en cada lugar«127.
El científico evolucionista
norteamericano Kenneth J. Hsü revela la forma de pensar de los
principales capitalistas norteamericanos en su artículo los »Tres
Errores de Darwin«:
«El darwinismo también fue usado, en
Inglaterra y los EEUU, en defensa del individualismo competitivo y
su corolario económico, el capitalismo de mercado libre sin ningún
tipo de interferencia del estado. Andrew Carnegie escribió que “la
ley de la competencia, afable o no, está presente, no podemos
evadirla”. Rockefeller fue un paso más allá cuando afirmó que “el
desarrollo de las grandes empresas se trata simplemente de la
supervivencia del más apto; se trata simplemente del cumplimiento de
una ley de la naturaleza”.« »128.
Resulta sumamente interesante que
organizaciones como Rockefeller Foundation y Carnegie Institution
—creadas por esas grandes dinastías capitalistas— hayan dado
importantes apoyos financieros para la investigación del
evolucionismo.
De lo explicado hasta ahora se puede
extraer que el capitalismo arrastró a los seres humanos a adorar
solamente el dinero y el poder que deviene de él. Dado que las
sociedades influenciadas por las sugerencias evolucionistas
consideran absolutamente nulos todos los tipos de valores éticos y
religiosos, dan importancia al poder material y se apartan de
sentimientos como los de compasión, misericordia y sacrificio.
Esa »moralidad« capitalista es la que
actualmente domina en casi todas las sociedades. Es por eso que se
niega la caridad al pobre, desprotegido y tullido, no se los cuida o
ampara; y si se enferman seriamente, no encuentran ninguna persona u
organización que los ayude a recuperarse o los asista mientras
vivan. Simplemente, se los deja morir. En muchos países esa práctica
inhumana se aplica frecuentemente de manera brutal a los niños
explotados laboralmente, pues no cuentan con ningún derecho en la
materia que los proteja.
El motivo por el que hoy día países
como Etiopía caen víctimas de la sequía y el hambre es precisamente
esa »moralidad« capitalista. Son abandonados a la pobreza y a la
inanición, a pesar de que pueden ser ayudados por distintos estados.
Otro rasgo de la sociedad capitalista
es la forma en que apaña la desigualdad en su seno. En las
sociedades capitalistas cada vez se amplía más la brecha entre
pobres y ricos: los pobres se hacen más pobres y los ricos más
ricos. La existencia de millones de personas sin vivienda o en las
condiciones más inhumanas, incluso en los EEUU, el país más
desarrollado del mundo, es el resultado de la »moralidad«
capitalista. Por supuesto, la sociedad norteamericana es
suficientemente rica como para proteger, si quisiese, a toda su
población y darle trabajo. Pero debido a que la mentalidad
prevaleciente no es ayudar a los pobres sino abusar de ellos,
pisotearlos, para la obtención de mayores ganancias, no pueden salir
de esa condición y no se les ofrece ninguna solución. Ese es el
resultado de la puesta en práctica de los supuestos del darwinismo
social, los cuales expresan, entre otras cosas, que »con el objeto
de elevarse en la escala social tiene que haber escalones por donde
subir«. (Es decir, las cabezas de los pisoteados de modo
inmisericorde).
En esta coyuntura hay que prestar
atención a algo importante: a lo largo de toda la historia siempre
hubo sociedades donde los pobres y débiles fueron pisoteados, donde
solamente fueron importantes las cosas materiales y donde el egoísmo
y el fraude fueron vistos como la única vía para volverse ricos. En
el pasado también hubo gente que pensaba que la posesión de cosas
materiales y el interés por ellas era lo único que valía la pena.
Lógicamente, esa idea estaba totalmente alejada de cualquier moral
satisfactoria. Pero a partir de la segunda mitad del siglo XIX las
personas con esos criterios entraron en un período muy distinto.
Durante los últimos 150 años las personas y sociedades que pensaban
así dejaron de ser condenadas o criticadas como antes. Ese
comportamiento insensible e inhumano empezó a ser aceptado
finalmente como una ley de la naturaleza. Es decir, el darwinismo se
había vuelto una religión falsa que justificaba la inmoralidad y la
impiedad.
Robert E. D. Clark explica esto:
»El evolucionismo, en resumen, dio
tregua a la conciencia de los hacedores del mal. Ya no se podía
criticar el comportamiento más inescrupuloso hacia el competidor; lo
malo podía ser llamado bueno«129.
En »Evolución o Creación« escribió H.
Enoch:
«El profesor J. Holmes dice que “el
darwinismo aplicaría consecuentemente el criterio de favorable a
todo lo que ayuda a la supervivencia...”. Eso es la ley de la
jungla, donde “lo correcto es el uso de la fuerza” y donde el más
apto sobrevive. Se trate del fraude o la crueldad, de la cobardía o
el engaño, todo lo que capacite para sobrevivir es bueno y correcto
tanto para al individuo como para la sociedad»130.
Como seguimos viendo, la ausencia de
religión, y el darwinismo que inspiró esa situación, es lo que se
halla como fundamento de todas las personas, sistemas e ideologías
que han traído al mundo dolores, penurias, dificultades y
desesperanza, especialmente en los últimos 150 años. Quienes
pensaban y piensan que es posible proteger los intereses
particulares en un entorno de egoísmo y brutalidad producidos por la
carencia de religión, vieron y ven al darwinismo como una concepción
salvadora. Adoptaron y adoptan como filosofía para sus vidas la
tesis darwinista que dice que »el débil desaparece, el fuerte vive«.
Quienes pensaban que estaban preparando
una gran trampa para toda la humanidad, en realidad la estaban
preparando para sí mismos, aunque no fuesen conscientes. Porque
independientemente de cuanto luchen para sobrevivir y seguir
viviendo, en realidad es solamente un Juez, un Amo, un Señor el que
decide el destino de ellos, de todo el mundo, de todas las cosas que
intentan poseer, así como de los líderes a los que se vinculan o
ideologías o »ismos« en los que creen. Dios es el único Juez y
Autoridad, aunque algunos se creen con dichas cualidades debido a
ciertos atributos temporales concedidos por El a los seres humanos,
o debido a lo que obtienen por medio de la brutalidad y oprimiendo a
otros. Las riquezas, capacidades y poder que los seres humanos creen
que obtienen por medio de su propio esfuerzo, son cosas que en
realidad se las da Dios para probarlos. Independientemente de lo que
puedan creer ciertas personas que están en el campo de batalla donde
se elimina al débil y el fuerte es el conquistador, la verdad es que
cada uno de nosotros vive la prueba a la que lo somete Dios, Quien
revela esto en un versículo sagrado:
Hemos adornado la tierra con lo que en
ella hay para probarles y ver quién de ellos es el que mejor se
porta. (Corán 18:7)
Quienes piensen que han ganado lo que
poseen como resultado de la »lucha por la supervivencia«, sentirán
un dolor desgarrador y un gran pesar que nada podrá aliviar al
enfrentarse con la realidad en la otra vida y ver cuan vacíos,
inútiles y frívolos eran los conceptos que sostenían:
Los moradores del Jardín llamarán a los
moradores del Fuego: “Hemos encontrado que era verdad lo que nuestro
Señor nos había prometido. Y vosotros, ¿habéis encontrado si era
verdad lo que vuestro Señor os había prometido?” “¡Sí!”, dirán.
Entonces, un voceador pregonará entre ellos: “¡Que la maldición de
Dios caiga sobre los impíos, que desvían a otros del camino de Dios,
deseando que sea tortuoso, y no creen en la otra vida!”... Y los
moradores de los lugares elevados llamarán a hombres que reconozcan
por sus rasgos distintivos. Dirán: “Lo que habéis acumulado y
vuestra altivez no os han servido de nada... (Corán 7:44-5, 48)
En cambio, los que no han sido
influenciados por pensamientos darwinistas-capitalistas y no han
olvidado la razón por la que están en este mundo ni la existencia de
Dios, son los que ven a los demás seres humanos como individuos
creados por Dios. Siguiendo las instrucciones de Dios, siempre
tratan a los demás bondadosamente, con afecto y comprensión, y se
esfuerzan todo lo posible por ayudarlos a eliminar todos sus temores
y dificultades. Siempre usan palabras agradables, atienden al
huérfano, socorren al enfermo y al incapacitado y cuidan a todos
ellos. Quienes se comportan así evitan el pecado, cumplen con Dios
según indica el Corán y son los de más méritos a los ojos del
Creador: no dan ninguna importancia a la riqueza, a la raza, al
color de la piel, a la clase social y a los criterios que son puras
invenciones humanas desconectadas de la religión de Dios.
PARTE 6
EL COLAPSO MORAL
PRODUCIDO POR EL DARWINISMO
La mayor catástrofe producida por el
darwinismo en el género humano fue, sin duda, el alejamiento de la
gente de la religión. Rápidamente se produjo un violento colapso
moral y espiritual en las sociedades que se apartaban de la
religión, ejemplo de lo cual se puede ver hoy día en distintas
partes.
Alguien puede decir que muchos de los
que rechazan la religión nunca escucharon hablar de la teoría
evolucionista, por lo que no cabe hacer responsable de ello al
darwinismo. La primera parte de la objeción es correcta. Es muy poca
la gente que hoy día defiende a conciencia el darwinismo. Pero esa
minoría restringida que sí lo hace está constituida por personas que
controlan y dirigen la forma de pensar de la gente en la mayoría de
los campos. Debido a los medios con que cuentan, han pasado a
influenciar de manera impresionante sobre una muy grande cantidad de
personas. Por ejemplo, los profesores universitarios más conocidos y
gran parte de los directores de cine, de casas editoras, de
periódicos, de revistas y de radios más renombrados, son
evolucionistas y, por lo tanto, naturalmente ateos. Por dicha razón,
la parte de la población que queda bajo la influencia de esos medios
se ve afectada por los conceptos evolucionistas y antirreligiosos, e
incluso algunas sociedades en su casi totalidad aceptan plenamente
tales ideas perversas.
Ernst Mayr, biólogo de la Universidad
de Harvard y uno de los más destacados evolucionistas, describe el
lugar que ocupa la teoría de la evolución en la vida social:
»A partir de Darwin toda persona de
conocimiento está de acuerdo en que los seres humanos descienden de
los monos... El evolucionismo tiene un impacto sobre todos los
conceptos humanos: la filosofía, la metafísica, las normas
morales...«131.
El dominio en amplia escala que ejercen
los darwinistas sobre la sociedad, actúa como una especie de
»hipnosis« poderosa sobre la gente. En particular, gran parte de las
generaciones más jóvenes, sin una experiencia de la vida como para
formarse una visión del mundo, aunque sea superficial, puede caer
fácilmente bajo el influjo de propuestas o sugerencias de ese tipo.
Es muy fácil influenciar a los jóvenes para que desarrollen un
proceso de pensamiento en esa línea por medio de las revistas que
leen, las canciones que oyen y, lo más importante, la educación
escolar que reciben. A pesar de su naturaleza falaz y
anticientífica, la teoría de la evolución se impuso como algo cierto
durante 150 años gracias a la influencia ejercida por todos esos
medios.
Si se presta atención se verá que hoy
día es muy raro que la propaganda antirreligiosa se lleve a cabo de
manera directa; se verá que nadie sugiere abiertamente que no hay
que tener ninguna religión. Más bien se emplean métodos que
aparentemente no se dirigen a ese objetivo o que no hacen
perceptible la intención a primera vista. Uno de esos métodos es
hacer bromas con la religión, los temas religiosos o los nombres de
gente conocida por su fe religiosa. También se valen para ese
objetivo del uso de términos que significan el rechazo de Dios, del
destino final y de la religión, los que se utilizan generalmente en
letras de canciones, en novelas, en diálogos de las películas, en
titulares de los periódicos y en chistes.
Por otra parte, los tópicos darwinistas
son las herramientas más comunes de la propaganda antirreligiosa.
Incluso al tratar asuntos que poco y nada tienen que ver con el
tema, se enfatiza la mentira de que nuestros ancestros fueron los
monos. También se introducen entre líneas los supuestos de la teoría
de la evolución en el análisis psicológico. Es así como se induce a
las sociedades que traten la religión, la vida en el más allá y las
responsabilidades morales, de manera liviana, superficial, como algo
sin valor. Eso lleva a que sean cosas a las que no se da
importancia, en las que prácticamente no se piensa, y por ende, a no
venerar a Dios, a no creer en El, aún cuando muchos de los que
proceden así dicen formalmente que creen en Dios y en la revelación.
Y la gente que no tiene fe en Dios ni lo venera, desconoce todo
límite en sus actitudes y empieza a vivir como los animales que
supuestamente tuvieron por ancestros.
Por ejemplo, no se puede esperar que
gente desaprensiva, que no considera a Dios para nada, sea recatada,
puesto que piensa que no hay ningún límite a tener en cuenta. Hasta
es posible que sienta el deseo de cometer todo tipo de inmoralidad
en tanto no sea vista por otros. Un resultado de ello, como producto
de las sugerencias darwinistas, se ve actualmente entre los jóvenes
y determinados sectores de la sociedad que se apartan de la religión
cuando se extralimitan en todos sus procederes y no dan ningún valor
a las órdenes de Dios y sus preceptos morales.
Quienes sienten que no tienen ninguna
restricción y que no tienen que rendir cuentas a nadie, exhiben un
libertinaje que aumenta día a día. Jóvenes de ambos sexos describen
sus vidas sexuales a través de los medios de comunicación hasta en
los más mínimos detalles, cosa que a muchos les parece algo
»normal«. Incluso el adulterio, que los medios de comunicación
describen minuciosamente, llegando a promoverlo, se ha convertido en
una acción que nadie encuentra como algo fuera de lo común. Si se
hace un examen atento, se verá que detrás del crimen, la
prostitución, el fraude, los engaños de todo tipo, el dar y recibir
sobornos, la mentira, etc., yace en definitiva, como fundamento del
comportamiento inmoral, la no creencia religiosa. Y el modo más
efectivo de expandir esa carencia es a través de la brutal
influencia de la mentira de Darwin en cuanto a que »el ser humano
apareció como resultado de la pura casualidad«.
Ken Ham, autor del libro »La Mentira:
El Evolucionismo«, se ocupa de la falta de religión a la que da
lugar el darwinismo:
»Si rechaza a Dios y pasa a creer en la
casualidad y los procesos azarosos, desaparece todo fundamento para
establecer qué es correcto y qué es incorrecto. Las normas pueden
ser las que se les ocurra a cualquiera. Se carece de todo principio
absoluto al que adherir. Cada persona redactará sus propias normas«132.
El conocido evolucionista Theodious
Dobzhansky está de acuerdo en que la idea de »selección natural«,
fundamento del darwinismo, da lugar a una sociedad moralmente
degenerada:
»La selección natural puede favorecer
el egotismo, el hedonismo, el fraude, la explotación y la cobardía
en vez de la valentía. En cambio, quienes se valen de normas
morales, tienden a oponerse o prohibir el comportamiento “natural”
prácticamente en todas las sociedades y a glorificar lo contrario a
ello: la amabilidad, la generosidad e incluso el autosacrificio por
el bien de la nación, la tribu o los congéneres de su sociedad y, en
definitiva, de la humanidad«133.
Si hoy día miramos a nuestro alrededor,
podemos ver de inmediato las huellas de la importantísima y profunda
devastación producida por la »moralidad« darwinista. Sobre las
sociedades se impone la idea de que el progreso, el desarrollo y la
civilización son el resultado de gente que vive alejada una de otra,
sin asistencia, dedicación y afecto mutuos. Frecuentemente se
sugiere que eso debe aceptarse para lograr una mayor producción y
desarrollo. Pero ese es el resultado de llevar a los seres humanos a
la condición de animales, no del desarrollo y la civilización.
La verdad es que el ser humano no es
una especie de animal y no pasó a existir a partir de algún animal.
El ser humano, a quien Dios creó en posesión de razón, inteligencia,
conciencia y alma, es una criatura totalmente distinta a otros seres
vivientes en virtud de dichas cualidades. Pero bajo el hechizo de la
»moralidad« darwinista-materialista los seres humanos olvidan esas
cualidades y se someten y rebajan hasta el desprecio, la inmoralidad
y la pérdida de conciencia o falta de sentido que ni siquiera se ve
en los animales. Después dicen: »Como de todos modos descendemos de
los animales, también tenemos una herencia genética de ellos«,
instalando así el supuesto fundamento científico para una conducta
equivocada.
Muchos
científicos darwinistas toman esa lógica como un punto de partida y
suponen que la exhibición por parte de los seres humanos de una
tendencia criminal es algo heredado de su ancestros animales. El
conocido evolucionista Stephen Jay Gould trata en su libro »Después
de Darwin« esa suposición, sugerida en principio por el médico,
criminalista y antropólogo Lombroso:
»Las teorías biológicas de la
criminalidad apenas ocupaban espacio entre las ideas modernas, pero
Lombroso les dio un giro evolucionista, novedoso: los criminales no
son simplemente enfermos o trastornados mentales, sino que,
literalmente, han vuelto a un estadio de evolución anterior,
primitivo. Los caracteres heredados de nuestros ancestros simiescos
permanecen en nuestro repertorio genético. Algunas personas
desgraciadas nacen con un número inusualmente grande de esas
características heredadas. Su comportamiento puede haber sido
adquirido en las sociedades salvajes del pasado. Hoy día las
etiquetamos como criminales. Podemos compadecernos del que ha nacido
criminal porque no se puede ayudar a sí mismo. Pero no podemos
tolerar sus acciones«134.
En otras palabras, según las conjeturas
darwinistas, hacer sufrir a otro, robarle, atacarlo y matarlo, son
todas cosas transferidas genéticamente a través de la herencia desde
nuestros ancestros simiescos. Según esa forma de razonar, los
crímenes que cometen esas personas no son culpa de ellas y por lo
tanto se los considera excusables.
Como se puede entender, dichas
suposiciones darwinistas consideran que la conciencia, la fuerza de
voluntad y otras capacidades de ese tipo no juegan ningún papel y
aceptan que el ser humano es una criatura limitada, carente de todo
entendimiento o capacidad de juicio, que se comporta instintivamente
como los animales. Según ese punto de vista, los seres humanos
actúan igual que un león salvaje que no puede evitar la actitud
agresiva —que le es connatural— o perdonar y ser paciente. Es
evidente que una sociedad con individuos así carecerá de paz y
seguridad y siempre padecerá el desorden, los conflictos y la lucha
violenta.
El Modelo de Vida Inhumano y Pesimista Propuesto
a la Humanidad por Darwin
Según los darwinistas y materialistas,
todo el universo, incluidos los seres humanos, es la obra del caos y
de la casualidad. En tanto en la sociedad crece la influencia de esa
visión, aparece gente irresponsable que cree que no tiene límites de
ningún tipo.
Una persona que carece de todo
propósito en el que pensar, no puede proyectar su desarrollo, es
descuidada, insensible, burlona, no se siente afectada por nada,
nunca sufre un cargo de conciencia y no reconoce normas ni límites.
Es imposible que posea alguna virtud o una cualidad hermosa. Es
perversa en su propia visión, pues se considera un animal
desarrollado que debe buscar obtener alimento y reproducirse, igual
que otras criaturas vivientes, y que después de cubrir ciertas
necesidades debe conseguir todo el entretenimiento y goce que pueda
hasta que se muera.
Podemos ver entonces que mucha gente
que conoce poco y nada las características del darwinismo lleva el
estilo de vida previsto por éste para la humanidad.
Puesto que esa gente lleva una vida
inhumana que eventualmente finaliza, es presa de una gran depresión,
del pesimismo y de la desesperanza. Al pensar que todo termina con
la muerte, que todo finaliza en la nada, vive desdichada y se
recluye en sí misma. Una de las razones que está detrás de los
suicidios, de los problemas psicológicos y de las depresiones, es la
negatividad del hechizo darwinista sobre la psicología humana.
Richard Dawkins, uno de los más
vehementes defensores del evolucionismo de nuestra época, nos revela
un ejemplo de eso. Dawkins supone que los seres humanos son máquinas
genéticas y que la única razón de su existencia es traspasar esos
genes a las generaciones subsiguientes. En la visión de Dawkins no
hay ningún otro propósito en la existencia del universo o del ser
humano. Todo el universo y todos los seres humanos son producto del
caos y de la casualidad. La gente que cae en ese engaño es
fácilmente presa de la depresión y de la desesperanza. Quien cree
que el único objetivo en la vida es traspasar sus genes, que todo
termina con la muerte y que no tiene sentido nada de lo que haga en
este mundo; quien piensa que la amistad, el amor, la bondad y la
belleza no tienen ningún valor, también pensará que la vida es cruel
e innecesaria y no será capaz de sentir placer por nada. En el
prefacio de su libro »Deshaciendo el Arco Iris«, Dawkins admite el
efecto pesimista y negativo sobre la gente de lo que él supone que
es la vida humana:
«Un editor extranjero de mi primer
libro confesó que no pudo dormir durante tres meses después
de leerlo, turbado por lo que consideró su mensaje frío y yermo.
Otros me preguntaron cómo es que puedo levantarme todos los días
a la mañana. Un maestro de un país distante me escribió
reprochándome que una alumna llegó hasta él envuelta en lágrimas
después de leer ese libro, porque le había persuadido que la vida no
tenía ningún propósito, era algo vacío. Le aconsejó a su alumna que
no muestre el libro a ninguna de sus amigas, pues temía que las
contamine con el mismo pesimismo nihilista. Acusaciones
similares de desolación sin sentido, de promover un mensaje estéril
y triste, son frecuentemente lanzadas contra la ciencia en general,
aunque para los científicos es fácil adular a quienes lo hacen. Mi
colega Peter Atkins comienza su libro “La Segunda Ley” (1984) de la
siguiente manera:
“Nosotros somos los hijos del caos, y
la estructura profunda de la transformación está en descomposición.
En la raíz existe solamente corrupción y el fluir desordenado del
caos. La no existencia es el propósito. Todo lo que queda es el
rumbo. Esta es la desolación que tenemos que aceptar mientras
escudriñamos profunda y desapasionadamente dentro del corazón del
Universo” »135.
Otro darwinista que propuso que la vida
no significa nada y que llevó a que la vida se vea de modo
pesimista, fue el filósofo alemán Nietzsche, cuya tesis de la
superioridad racial proveyó a Hitler un fundamento filosófico. El
pensamiento de Nietzsche, conocido como »nihilismo« o »nadería«, es
básicamente el siguiente: el ser humano debe tener una razón para
vivir. Pero según Nietzsche —que negaba la existencia de Dios— este
propósito no tiene nada que ver con que Dios haya creado al ser
humano. Por ese motivo, en la filosofía de Nietzsche el ser humano
busca constantemente un propósito pero no lo puede encontrar y como
producto de ello experimenta el pesimismo y la desesperanza. Lo
correcto es buscar el propósito que está por detrás, que justifica
la existencia del ser humano. Pero si una persona, como Nietzsche,
rechaza absolutamente el propósito fundamental y empieza a buscar
otro fuera del campo de la verdad antedicha, por supuesto, no va a
ser capaz de encontrarlo. Y agreguemos aquí que Nietzsche murió
loco.
Las sociedades que olvidan que Dios las
creó con un propósito, están condenadas a sufrir, inevitablemente,
el colapso moral y espiritual. La riqueza, el bienestar y el
desarrollo económico no dan a esa gente, de ninguna manera, paz y
seguridad. Son muchas las cosas que empujan a las personas a no
obrar de acuerdo con lo que ordenan la razón y la conciencia y a
verse a sí mismas como criaturas sin un propósito, sin ningún tipo
de límites, infelices, desesperanzadas y pesimistas. Lo más
importante y grave es la tristeza, pesimismo y desgracia que sentirá
esa gente en la vida que ciertamente tendrá después de la muerte,
aunque crea que no existe.
En cambio, las
personas que creen en Dios y en el más allá, son conscientes de la
meta por la que viven. Siempre albergan el gozo y la esperanza de
obtener la misericordia de Dios y el paraíso. Agradecen a Dios todo
lo que les sucede, motivo por el cual nunca caen presa de la
desesperanza y el pesimismo.
CONCLUSION
EL PANTANO DEL
DARWINISMO DEBE SER DESECADO
través de toda la historia ha habido
guerras, opresiones, matanzas y conflictos. Pero la razón por la que
el número y escala de tales desastres resultaron tan grandes en el
siglo pasado, es el falso velo de la justificación científica con
que contribuyó el darwinismo para esas acciones. Debido a que la
suposición totalmente errónea del darwinismo acerca de la naturaleza
corre paralela a lo que expresan las diversas ideologías de los
asesinos y dictadores, éstos pueden »demostrar« que están en lo
correcto y que está justificado lo que hacen, pues dicen que sus
políticas son la expresión de que »la ley de la naturaleza también
se aplica a la sociedad«.
En nuestros días la teoría de la
evolución sigue siendo defendida por razones ideológicas y
filosóficas. El colonialismo —que se difundió o floreció con la
teoría de la evolución en el siglo XIX—, así como la Alemania nazi y
la Unión Soviética, son ahora cosas del pasado. Pero la filosofía
darwinista-materialista, la cual era el fundamento último de los
sistemas mencionados, es aún vigorosamente defendida por ciertos
círculos y aún se siguen sintiendo en todo el mundo los efectos de
la misma.
A pesar de que es evolucionista,
Kenneth J. Hsü ha escrito acerca de los desastres a que ha conducido
el darwinismo a la humanidad:
»Fuimos víctimas de una ideología
social cruel que asume que la competencia entre los individuos, las
clases, las naciones o las razas es la condición natural de la
vida y que también es natural que la gente superior mande a la
inferior... Sostendré y afirmaré siempre que la selección
natural no es ciencia. Es una ideología, una ideología perversa...«136.
Las precauciones materiales y legales
que se tomen contra esos criterios o ideologías sólo pueden atender
las heridas que producen. La solución permanente yace en su
tratamiento científico y cultural. Si el darwinismo colapsa en estos
planos, también desaparecerán las filosofías que se hicieron fuertes
con el mismo, lo cual significará la apertura del camino para
liberarse de la opresión en todo el mundo.
Ese es el motivo por el que las
personas con fe, conciencia y valores espirituales tienen una gran
responsabilidad. No es correcto ignorar o subestimar los desastres
que el darwinismo infligió al mundo, en particular en el siglo
pasado, y los sufrimientos que padecieron y padecen los individuos y
las sociedades. Cualquiera que entienda la urgencia de esto, debe
hacer lo que pueda para que por medio de una contraofensiva cultural
se ponga fin al engaño del darwinismo, el cual duró 150 años y aún
persiste en ciertos sectores de la sociedad mundial.
La única manera de lograr esto último
en un sentido verdadero, es decir, de modo que se solucione el
problema fundamental por el que atraviesa la humanidad, es vivir la
moral coránica. Esos desastres se terminarán y el pueblo volverá a
la religión auténtica cuando la belleza, el amor, el afecto, la
compasión, la justicia, la devoción, la cooperación y la tolerancia,
a los que invita el Corán, sean vividos ampliamente. Como ha
revelado uno de los versículos de Dios, »la verdad vendrá« y »la
falsedad desaparecerá«:
Y di: “¡Ha venido la verdad y se ha
disipado lo falso! ¡Lo falso tiene que disiparse!”. (Corán 17:81)l
APENDICE
LA EQUIVOCACION DEL EVOLUCIONISMO
El Darwinismo, o más
bien, la teoría de la evolución, para nada científica, no es más que
una falacia propuesta con el objetivo de negar la verdad de la
creación, aunque en definitiva no lo ha conseguido. Esta teoría, que
supone que la vida proviene de la materia inorgánica a través de una
serie de coincidencias casuales, ha quedado desacreditada frente al
hecho de un universo creado por Dios. Es Dios Quien lo creó y le dio
el orden correspondiente, hasta en los más pequeños detalles. En
consecuencia no puede ser cierta esa teoría que sugiere lo
contrario, es decir, que lo viviente no fue creado por Dios sino que
fue el resultado de múltiples casualidades.
En realidad, cuando estudiamos la
teoría de la evolución nos encontramos con que es negada por los
descubrimientos científicos. La estructura que existe en la vida es
mucho más compleja y notable que la existente en el mundo inanimado.
Por ejemplo, podemos examinar el orden que poseen los átomos en la
materia inerte y, por otra parte, estudiar las estructuras
complicadas que se presentan en el mundo de lo viviente y los
mecanismos extraordinarios que se forman para usarlas, como es el
caso de las proteínas, las enzimas y las células.
Esa estructura extraordinaria de los
viviente ha invalidado la teoría de la evolución a fines del siglo
XX.
Ya hemos considerado este tema
detalladamente en otros trabajos publicados. Debido a su importancia
será provechoso recapitularlo aquí.
Las Dificultades
que Demuelen la Teoría de la Evolución
La teoría de la evolución, cuya
delineación se remonta a la Grecia Antigua, fue completada a
mediados del siglo XIX. El motivo más importante que colocó a esa
teoría en la agenda del mundo de la ciencia fue el libro »El Origen
de las Especies«, publicado por Charles Darwin en 1859, donde se
manifiesta que las distintas especies vivientes en el mundo no han
sido creadas por Dios, una por una. Según Darwin, todas las especies
provienen de un ancestro común y se diferenciaron una de otra a
través de pequeños cambios acumulados a lo largo del tiempo.
La teoría de Darwin no se basa en
ningún descubrimiento científico: como lo decía él mismo, se trataba
de un »curso lógico«. En realidad, como lo admitió Darwin en una
parte del libro bajo el subtítulo »Dificultades de la Teoría«,
no tenía respuesta para una serie de cuestiones importantes.
Abrigaba la esperanza de que podrían
ser respondidas con el avance de la ciencia. Pero, en oposición
total a las esperanzas de Darwin, dicho avance desacredita, uno por
uno, todos los supuestos fundamentales de la teoría.
La derrota del darwinismo frente a la
ciencia se puede estudiar bajo tres encabezamientos básicos.
1. La teoría es totalmente incapaz de
explicar cómo apareció la vida en el mundo por primera vez.
2. No existe ninguna evidencia
científica que exhiba que los »mecanismos evolucionistas« propuestos
por la teoría posean realmente efectos evolucionistas.
3. Los registros fósiles presentan un
cuadro totalmente opuesto a las expectativas de la teoría.
El Primer Obstáculo Insuperable: El
Origen de la Vida
La teoría de la evolución supone que
todas las especies vivientes provienen de una célula, la cual
apareció en el mundo primitivo hace unos 3,8 millones de años. Cómo
fue que de una sola célula se formaron millones de especies
complejas y porqué no se ha encontrado ningún rastro de ello en los
registros fósiles, si es que realmente sucedió eso, son cosas que la
teoría ha sido incapaz de explicar. Pero, antes que nada, debemos
detenernos en el primer paso del supuesto proceso evolucionista.
¿Cómo se produjo esa pretendida »primera célula«?
La teoría de la evolución, que rechaza
la creación y no acepta la intervención sobrenatural, reivindica que
la “primera célula” se produjo de manera casual sin ningún plan,
orden o estructura definida. En otras palabras, según la teoría,
como resultado de una serie de casualidades, la materia inerte debe
haber producido una célula viva. No obstante, esta es una suposición
que se esfuma frente al más básico conocimiento de las leyes de la
biología.
»La Vida Proviene de la Vida«
Darwin no se ocupó en su libro del tema
del origen de la vida. Debido a la comprensión científica primitiva
de aquellos días, asumió que lo viviente poseía una estructura muy
simple. Según la teoría llamada »generación espontánea«, en la cual
se creía desde la Edad Media, se suponía que substancias inertes
podían juntarse de modo casual y dar lugar a una criatura viviente.
En aquella época era común creer que los insectos y las ratas del
trigo surgían espontáneamente de los restos de algún alimento. Se
hicieron experimentos interesantes para demostrarlo. Por ejemplo, se
desparramaba trigo sobre una lona sucia y se esperaba que allí, a
los pocos minutos, aparecieran ratitas.
Las larvas de prophila, que se
presentaban en los trozos de carne, eran consideradas una prueba de
que la existencia podía surgir de sustancias sin vida. Más tarde se
comprendió que esos dípteros no surgían por sí solos sino de los
huevos de larvas dejados allí por las moscas, los cuales eran muy
pequeños para ser observados a simple vista.
En la época en que Darwin escribió »El
Origen de las Especies«, se aceptaba ampliamente que la bacteria
podía surgir de la materia inorgánica.
Cinco años después de la publicación
del libro de Darwin, el conocido biólogo francés Louis Pasteur
destruyó categóricamente dicha creencia, la cual constituía el
fundamento del evolucionismo. Como resultado de sus largas
investigaciones y estudios, Pasteur resumió los resultados a los que
había llegado diciendo: »La suposición de que la materia
inanimada puede originar la vida está históricamente enterrada de
una vez por todas«137.
Los defensores de la teoría de la
evolución resistieron durante bastante tiempo los descubrimientos de
Pasteur. Pero como la ciencia se desarrollaba y revelaba la
complicada estructura de la célula viviente, se hizo aún más obvio
lo inválido que resultaba suponer que la vida se producía por sí
misma.
Esfuerzos Improductivos en el Siglo XX
El primer evolucionista que se ocupó
del origen de la vida en el siglo XX fue el conocido biólogo ruso
Alexander Oparin. En una serie de tesis que presentó en el decenio
de 1930, intentó probar que la célula viva se podía originar por
casualidad. Pero esos esfuerzos finalizaron en el fracaso y Oparin
tendría que hacer la siguiente confesión: »Desgraciadamente,
el origen de la vida permanece como una cuestión que resulta el
punto más obscuro de toda la teoría de la evolución«138.
Los evolucionistas que siguieron el
sendero de Oparin intentaron llevar a cabo experimentos que
supuestamente conducirían a solucionar el tema del origen de la
vida. El más conocido de ellos fue llevado a cabo en 1953 por el
químico norteamericano Stanley Miller, quien reunió bajo condiciones
especiales de laboratorio los gases que supuso existieron en la
atmósfera primitiva de nuestro planeta. A esa mezcla agregó energía
y sintetizó unas pocas moléculas orgánicas (aminoácidos) que
intervienen en la producción de las moléculas de proteínas.
La invalidez de ese experimento —que en
esos años fue considerado un paso importante en la historia del
evolucionismo— y el uso de una atmósfera muy distinta a la que
existía en la Tierra primitiva, se hicieron visibles en los años
siguientes139.
Después de un largo silencio, Miller
admitió que la atmósfera utilizada no fue la que correspondía140.
Todos los esfuerzos evolucionistas a lo
largo del siglo XX para explicar el origen de la vida siempre
terminaron en el fracaso.
El conocido geoquímico Jeffrey Bada del
Scripps Institute de San Diego acepta esa verdad en un artículo
publicado en 1998 en la revista evolucionista »Earth«:
»Hoy día, mientras abandonamos el siglo
XX, aún enfrentamos el más grande problema irresuelto que ya
lo teníamos cuando entramos al mismo: ¿Cómo se originó la vida en
la Tierra?«141.
La Estructura Compleja de la Vida
La principal razón por la que la teoría
de la evolución se encuentra frente a una gran dificultad respecto
al origen de la vida, estriba en que hasta las estructuras vivientes
más simples albergan una increíble complejidad. La célula viva es
más compleja que todos los productos tecnológicos construidos por el
género humano, en un grado tal, que ni siquiera los laboratorios más
altamente desarrollados del mundo pueden producir la unión de
substancias inorgánicas y dar lugar a una célula viva.
Debido a la cantidad de condiciones
necesarias para que aparezca una célula, no se puede decir,
simplemente, que es el producto de las casualidades. La posibilidad
de que una proteína —el ladrillo de la célula— promedio constituida
por 500 aminoácidos sea sintetizada de modo casual es de una
probabilidad entre 10950.
En matemáticas, una probabilidad menor a una entre 1050 es
considerada en la práctica como inexistente.
La molécula de ADN que se encuentra en
el núcleo de la célula y contiene información genética, es un banco
de datos increíble. Si el código genético de un ser humano fuese
puesto por escrito, ocuparía 500 volúmenes, cada uno de 500 páginas.
Y aquí hay otro punto muy interesante:
el ADN sólo puede replicarse con la ayuda de proteínas
especializadas (enzimas). Sin embargo, la síntesis de estas enzimas
solamente se puede realizar por medio de la información codificada
en el ADN. Como ambos dependen uno del otro, tienen que existir
simultáneamente para replicarse. Ello lleva el escenario de la vida
autoengendrada a un atolladero insuperable. El conocido profesor
evolucionista Leslie Orgel de la Universidad San Diego de
California, admite esa verdad en la revista »Scientific American« de
Octubre de 1994:
»Es extremadamente improbable que las
proteínas y los ácidos nucleicos, ambos estructuralmente complejos,
hayan concurrido espontáneamente al mismo lugar al mismo tiempo.
También resulta imposible tener uno sin el otro. Entonces, a primera
vista, se podría concluir que la vida, en realidad, nunca pudo
haberse originado por medios químicos«142.
No hay ninguna duda de que si es
imposible que la vida se produzca a través de efectos naturales, se
debe aceptar que la vida fue »creada« de una manera sobrenatural.
Esta verdad invalida claramente la teoría de la evolución, cuyo
objetivo básico es negar la creación.
El Mecanismo Imaginario de la Evolución
El segundo punto
importante que invalida la teoría de Darwin es que se ha comprobado
que los dos conceptos presentados por la teoría como »mecanismos de
la evolución«, no poseen en realidad ninguna capacidad evolutiva.
Darwin había vinculado totalmente el
supuesto evolucionismo que sostenía, con la »selección natural«. La
importancia que le dio a este mecanismo se puede ver en el título de
su libro, »El Origen de las Especies por Medio de la Selección
Natural...«.
Se basa en la idea de que en la lucha
por la supervivencia sobrevivirán las criaturas más fuertes
adaptadas a las condiciones naturales. Por ejemplo, cuando una
manada de ciervos es amenazada por bestias de presa, sobrevivirán
los más ágiles, los que corran más ligero. De ese modo la manada
quedará constituida por los individuos más fuertes y más rápidos.
Pero por supuesto, este mecanismo no hace que el ciervo evolucione,
es decir, no puede convertir una especie en otra. Por ejemplo, no
puede llevar a la transformación de los ciervos en caballos.
Por esa razón, el mecanismo de
selección natural no involucra ninguna capacidad evolutiva. Darwin
era consciente de esa realidad, por lo que se vio forzado a decir:
»La selección natural no puede hacer
nada hasta que se produzcan variaciones casuales favorables«143.
La Influencia de Lamarck
Pero, ¿cómo se produjeron esas
»condiciones favorables«? Dentro de la compresión primitiva de esa
época, Darwin buscó apoyarse en Lamarck para responder dicha
pregunta. Según el biólogo francés Lamarck, anterior a Darwin, las
criaturas vivientes transfieren los cambios físicos que sufren en el
curso de sus existencias a las generaciones subsiguientes, como
resultado de lo cual aparecen nuevas generaciones con esas
características que se fueron acumulando una generación tras otra.
Por ejemplo, en la visión de Lamarck, las jirafas evolucionaron
hasta su actual estado a partir de los antílopes, pues los cuellos
de éstos se fueron alargando una generación tras otra debido al
esfuerzo que hacían para poder comer las hojas elevadas de los
árboles más altos.
Darwin se valió de ejemplos similares.
Por ejemplo, en »El Origen de las Especies« conjeturó que algunos
osos que entraron al mar en búsqueda de alimento, con el tiempo se
convirtieron en ballenas144.
Pero la ley de la herencia descubierta
por Mendel, comprobada con el desarrollo de la ciencia genética en
el siglo XX, destruyó el mito que sostenía que los rasgos adquiridos
pueden pasar a generaciones posteriores. De esta manera, la
selección natural resultaba algo que se producía una sola vez,
irrepetible, y por lo tanto completamente ineficaz como mecanismo de
evolución.
El Neodarwinismo y las Mutaciones
Con el objeto de encontrar una solución
a lo anterior, los darwinistas presentaron en el decenio de 1930 la
»teoría de la evolución sintética moderna«, la cual es más conocida
como »neodarwinismo«: a los criterios de selección natural de Darwin
agregaba »una razón para las variaciones favorables«, es decir, las
mutaciones o variaciones en los genes de criaturas vivas debido a
influencias externas, como la radiación, que en un cromosoma produce
una copia defectuosa o errónea de un segmento de ADN de otro
cromosoma.
Es el modelo neodarwinista el que
actualmente defiende la validez del evolucionismo. La teoría en
cuestión sostiene que las millones de especies vivientes del mundo
se presentaron como resultado de las mutaciones o los defectos
genéticos con el paso del tiempo, lo que dio lugar a la aparición de
incontables órganos complejos, como los oídos, los ojos, los
pulmones y las alas. Pero una realidad científica desmonta esa
teoría: las mutaciones no desarrollan favorablemente a las
criaturas vivientes, sino que, por el contrario, siempre les produce
daños.
La razón de ello
es muy simple: el ADN tiene una estructura muy compleja. Cualquier
alteración casual en la molécula conduce únicamente al deterioro o
perjuicio. El genetista norteamericano B. G. Ranganathan lo explica
así:
»Las mutaciones son pequeñas,
azarosas y dañinas. Ocurren raramente y lo más posible es que
sean ineficaces. Estas cuatro características de las mutaciones
implican que no pueden llevar a un desarrollo evolutivo. Un cambio
fortuito en un mecanismo altamente perfeccionado es ineficaz o
dañino. Un cambio fortuito en un reloj no puede perfeccionarlo. Lo
más probable es que lo dañe o que, en el mejor de los casos, no lo
afecte. Un terremoto no mejora a la ciudad que golpea sino que
provoca su destrucción«145.
En realidad, hasta ahora la ciencia
genética no ha observado ningún ejemplo de mutación provechosa. Se
ha comprobado que las mutaciones a las que se refiere la teoría de
la evolución —sugeridas como »mecanismos evolucionistas«— son en
realidad sucesos que solamente destruyen o estropean a las criaturas
vivas (La mutación más común vista en los seres humanos es el
cáncer). Por supuesto, un mecanismo destructor no puede ser
»evolucionista«. La selección natural, como lo había testimoniado el
propio Darwin, »no puede hacer nada por sí misma«. Esa verdad nos
muestra que en la naturaleza no existe ningún »mecanismo
evolucionista«. Puesto que no existe, el período imaginario llamado
»de evolución« no pudo haber existido.
Los Registros Fósiles: Ningún Signo de
Formas Intermedias
La más clara prueba de que el escenario
de la teoría de la evolución no sucedió, son los registros fósiles.
Según la teoría de la evolución, las
criaturas vivientes aparecieron una de otra: una especie que ya
existía se transformaba en otra con el transcurso del tiempo y todas
aparecieron así. La teoría sostiene que dicho cambio abarcó un
período de millones de años y que se fue produciendo paso a paso.
De haber sido eso así, incontables
»especies intermedias« deberían haber aparecido y vivido durante
todo ese supuesto período de cambios.
Por ejemplo, en el pasado los peces
tendrían que haber sumado algunos
rasgos de reptiles y deberían haber vivido criaturas que reunían
características de semirreptiles y semipeces. Pero en realidad, los
peces tienen ahora la misma estructura que tuvieron siempre. Del
mismo modo, deberían haber existido reptiles que sumaban
características de pájaros, por lo que también deberían haber
existido criaturas semirreptiles-semipájaros. Pero también es cierto
que los reptiles siempre tuvieron los rasgos que exhiben hoy día.
En cambio, según la teoría de la
evolución, hubo un período de transformación en el que habrían
existido criaturas endebles, incompletas y defectuosas. Los
evolucionistas denominaron a esas criaturas, que supuestamente
existieron, »formas intermedias«.
Si realmente hubiesen vivido en el
pasado, habrían sido millones en cantidad y variedad. Y los restos
de esas supuestas criaturas tan peculiares se deberían encontrar en
los registros fósiles. Darwin explica eso en »El Origen de las
Especies« de la siguiente manera:
»Si mi teoría es correcta,
innumerables variedades intermedias, que vincularían más
ajustadamente todas las especies del mismo grupo, deben haber
existido con seguridad. En consecuencia, evidencias de su
anterior existencia podrían encontrarse solamente entre los restos
fósiles«146.
El Desvanecimiento de las Esperanzas de
Darwin
Sin embargo, a pesar de que la búsqueda
de fósiles fue llevada a cabo con toda intensidad, en todas partes,
desde mediados del siglo XIX hasta el presente, no se han hallado
esas formas intermedias. Por el contrario, todo lo descubierto en
esas excavaciones e investigaciones, lejos de exhibir lo que
esperaban los evolucionistas, ha revelado que las criaturas
vivientes aparecieron de modo repentino, intactas y completas en sus
estructuras.
El conocido paleontólogo evolucionista
británico Derek W. Ager, admite lo anterior:
»Lo que se presenta, si analizamos en
detalle los registros fósiles, ya sea a nivel de órdenes o de
especies, es que lo que encontramos una y otra vez no es una
evolución gradual sino la repentina explosión o aparición de un
grupo a expensa de otro«147.
En otras palabras, todas las especies,
según los registros fósiles, aparecieron repentinamente, con su
estructura acabada, sin que se presente, para ninguna de ellas,
algún tipo de formas intermedias. Esto resulta exactamente lo
opuesto a lo previsto por Darwin. Además es una prueba de mucho peso
en cuanto a que las especies fueron creadas. Porque lo único que
explica que una especie aparezca de modo repentino y sin tacha, sin
ningún ancestro del cual habría evolucionado, debe ser que la
especie fue creada. Esta verdad es aceptada por el conocido biólogo
evolucionista Douglas Futuyma:
»Las posiciones creacionistas y
evolucionistas agotan entre ambas las posibles explicaciones del
origen de lo viviente. Los organismos vivos aparecieron sobre la
Tierra totalmente desarrollados o no. Si no aparecieron totalmente
desarrollados deben haber evolucionado de especies preexistentes por
medio de algún proceso de modificación. Si aparecieron en un estado
de total desarrollo, en realidad deben haber sido creados por alguna
inteligencia omnipotente«148.
Los fósiles revelan que las criaturas
vivientes aparecieron en el mundo perfectamente estructuradas. En
otras palabras, »el origen de las especies«, contrariamente a lo
que pensaba Darwin, está en la creación, no en la evolución.
El Mito de la Evolución del Ser Humano
El tema más frecuentemente planteado
por los defensores de la teoría de la evolución es el del origen del
ser humano. Los darwinistas conjeturan que el ser humano moderno
desciende de una serie de criaturas parecidas a los monos. Se supone
que ese período de transformación comenzó hace unos cuatro a cinco
millones de años y que entre el ser humano actual y sus ancestros
más primitivos se ubican »formas intermedias«. En ese escenario
totalmente ilusorio se cuentan cuatro »categorías« básicas:
1.- Australopitecos.
2.- Homo habilis.
3.- Homo erectus.
4.- Homo sapiens.
Los evolucionistas consideran como
»Australopitecos« (que significa »mono del sur«) al primer ancestro
del ser humano, parecido al mono. Pero esas criaturas no eran más
que una especie de mono extinta. Una amplia investigación llevada a
cabo sobre fósiles de Asutralopitecos por Lord Solly Zuckerman y el
profesor Charles Oxnard, dos conocidos anatomistas de Gran Bretaña y
los EEUU, muestra que eran criaturas pertenecientes a una especie de
monos extinta, sin ninguna similitud con los seres humanos149.
Los evolucionistas dividieron la fase
siguiente en »homo« o »clases humanas«. Según esa suposición, las
criaturas vivas de la serie »homo« eran más desarrolladas que los
Australopitecos. Los evolucionistas colocan a los fósiles de esas
criaturas distintas lado a lado y trazan un bosquejo imaginario de
la evolución. Y es imaginario porque en los hechos reales nunca se
ha probado la existencia de un vínculo evolutivo entre esas clases
de criaturas distintas. Ernst Mayr, uno de los principales
defensores de la teoría de la evolución en el siglo XX, acepta eso
al decir: »la cadena que llega hasta el Homo sapiens, realmente
está perdida«150.
Los evolucionistas, al trazar el
esquema Australopitecos > Homo habilis > Homo erectus > Homo
sapiens, dicen que cada especie era el ancestro de la siguiente.
Pero los últimos descubrimientos paleontológicos revelan que los
Australopitecos, Homo habilis, Homo erectus y Homo sapiens vivieron
simultáneamente en distintas regiones del mundo151.
Además, personas de la clase Homo
erectus han sobrevivido hasta tiempos muy cercanos: el Homo sapiens
neanderthalis y el Homo sapiens sapiens (el ser humano moderno) han
sido encontrados uno al lado del otro en el mismo período152.
Por supuesto, esto demuestra
categóricamente la invalidez de que una clase era ancestro de otra.
Stephen Jay Gould, evolucionista y uno de los paleontólogos de la
Universidad de Harvard, explica el dilema en el que se colocó la
teoría darwinista:
»¿En qué queda nuestra escalonamiento
si es que coexisten tres líneas de homínidos (A. Africanus, los
australopitecinos robustos y el Homo habilis), sin que ninguna de
ellas derive claramente una de la otra? Además, ninguna de las tres
exhibe alguna tendencia evolucionista durante su permanencia sobre
el planeta«153.
En resumen, los dibujos de criaturas
imaginarias »semimonos-semihumanas« que aparecen en los medios de
comunicación o en los libros escolares, es decir, los supuestos
escenarios de la evolución humana que los evolucionistas pretenden
mantener vivos por medios propagandísticos, son mitos sin ningún
fundamento científico.
El evolucionista Lord Solly Zuckerman,
uno de los más respetados y bien conocido científico británico,
estudió este tema mucho tiempo e investigó durante quince años los
fósiles Australopitecos. Llegó a la conclusión de que no había
ningún árbol genealógico real que vaya desde esas criaturas
parecidas a los monos hasta el ser humano. También hizo un
interesante »diagrama de la ciencia«, en el cual colocó a las ramas
que aceptaba como realmente científicas en la parte superior y a las
que no en la parte inferior. Según ese diagrama, las ramas más
»científicas«, es decir, las que se basan en resultados concretos,
son la química y la física. Le siguen las ciencias biológicas y las
sociales. En la parte final del diagrama, es decir, la parte »menos
científica«, Zuckerman ubica la »percepción extrasensorial«, en la
que se incluyen cosas como la telepatía y el sexto sentido. ¡Y el
último lugar lo ocupa el »evolucionismo humano«! Zuckerman lo
describe así:
»Entramos inmediatamente al registro de
la verdad objetiva en esos campos que se suponen pertenecen a las
ciencias biológicas, como la percepción extrasensorial o la
interpretación de la historia fósil del ser humano, donde para el
que cree (en el evolucionismo) cualquier cosa es posible e incluso
donde el creyente vehemente (en la evolución) es a veces capaz de
creer al mismo tiempo en varias cosas contradictorias«154.
Por lo tanto, el mito de la evolución
humana consiste de comentarios prejuiciosos hechos por algunas
personas que creen ciegamente en las teorías basadas en unos pocos
fósiles que encontraron.
La Tecnología en el Ojo y en el Oído
Otro tema al que la teoría de la
evolución no puede dar respuesta, es el de la excelente calidad de
percepción visual y auditiva del ser humano.
Antes de ocuparnos del tema de la
visión, explicaremos brevemente »cómo vemos«. Los rayos de luz que
provienen de un objeto caen sobre la retina de forma invertida. Allí
los rayos son transformados en señales eléctricas por las células y
llegan a un diminuto punto en la parte de atrás del cerebro que se
llama centro de la visión. Esas señales eléctricas son percibidas en
dicho centro como una imagen, después de una serie de procesos. Con
este antecedente tecnológico, hagamos algunas consideraciones.
El cerebro está aislado de la luz. Eso
significa que el interior del cerebro es totalmente obscuro y la luz
no llega al mismo. El lugar llamado centro de la visión, por lo
tanto, está en la misma condición. Incluso puede ser más obscuro que
cualquier otro lugar. Sin embargo, allí observamos un mundo
brillante y luminoso.
La imagen que se forma en el ojo es tan
definida que ni siquiera la tecnología del siglo XX ha sido capaz de
obtenerla. Por ejemplo, mire el libro que lee y las manos que lo
sostienen. Luego levante la cabeza y mire a su alrededor. ¿Ha visto
alguna vez a través de cualquier tecnología una imagen tan definida
y clara? Ni las más desarrolladas pantallas de TV producidas por las
mejores fábricas del mundo pueden proveer una imagen tan definida.
Durante más de cien años miles de ingenieros han intentado lograr
esa definición. En las fábricas se establecieron premisas elevadas,
se hicieron cuantiosas investigaciones, se bosquejaron proyectos con
ese fin. Observe de nuevo la pantalla de TV y el libro en sus manos.
Advertirá la gran diferencia en definición y calidad. Además, la
pantalla de TV le brinda una imagen de dos dimensiones, en tanto que
con los ojos se observan las cosas en una perspectiva
tridimensional, con profundidad.
Los ingenieros también se esforzaron
durante muchos años para construir una TV tridimensional y conseguir
la calidad de visión del ojo. Lo consiguen, pero con el uso de
lentes. Además, se trata de algo defectuoso. El fondo es más
borroso, el primer plano aparece como un montaje. Nunca se ha podio
producir una visión definida y clara como la del ojo. Tanto en la
filmadora como en la TV hay pérdida de calidad en la imagen.
Los evolucionistas suponen que el
mecanismo que produce esa imagen definida y clara se formó por
casualidad. Pero si alguien dice ahora que el aparato de TV que está
en la sala se formó por casualidad, que los átomos del caso se
unieron casualmente para construir ese ingenio que produce imágenes,
¿qué pensarían los evolucionistas? Entonces, ¿cómo es posible que
los átomos hayan producido de manera azarosa lo que miles de
personas no consiguen hacer?
Si un ingenio que produce una imagen
más primitiva que la producida por el ojo no se pudo haber
constituido por casualidad, resulta muy evidente que el ojo y la
percepción de la que está dotado tampoco se pudieron formar por
casualidad. Las mismas consideraciones hechas respecto a la visión
son válidas para la audición. El oído exterior recoge los sonidos
disponibles por medio de la aurícula y los dirige al oído medio, el
cual transmite las vibraciones sonoras intensificándolas, siendo
recogidas por el oído interno que las envía al cerebro como señales
eléctricas. Al igual que en el caso de la visión, el acto de oír
finaliza en el centro de la audición en el cerebro.
Lo que es cierto para la visión también
lo es para la audición. Es decir, el cerebro está aislado del sonido
así como de la luz: no admite ningún sonido en su interior. Por lo
tanto, independientemente del ruido que haya en el exterior, el
interior del cerebro está completamente silencioso. Sin embargo allí
se perciben los sonidos más agudos aunque esté totalmente aislado de
los ruidos. Se oyen la sinfonía de una orquesta, los murmullos de
una plaza llena de gente. Pero si en ese momento se mide el nivel de
sonido en el cerebro por medio de algún artilugio, se verá que allí
prevalece un silencio total.
Como en el caso de las imágenes,
durante decenios se han hecho esfuerzos por generar y reproducir un
sonido tan fiel como el percibido naturalmente por el oído. El
resultado de esos esfuerzos se concretó en registradores de sonidos,
sistemas de alta fidelidad y sistemas sensores de sonidos. A pesar
de toda esa tecnología y de los miles de ingenieros y expertos que
se esforzaron por lograrlo, aún no se ha obtenido ningún sonido con
la misma fidelidad y claridad como lo percibe nuestro sentido de la
audición. El oído humano normal nunca percibe un sonido acompañado
de algún siseo o silbido o con ruidos atmosféricos, como sucede con
los aparatos de alta fidelidad. El oído percibe el ruido exactamente
como es, definido y claro. Esto ha sido así desde la creación del
ser humano.
Hasta ahora no se ha inventado nada que
perciba los sonidos y las ondas luminosas de modo tan perfecto y
sensible como lo hacen los oídos y los ojos.
De todos modos, en lo que hace a la
audición y la visión, existe una realidad más allá de todo lo visto.
¿A Quién Pertenece la Conciencia que
Ve y Oye en el Cerebro?
¿Quién es el que en el cerebro observa
el mundo circundante, oye una sinfonía, el gorjeo de los pájaros y
también huele las rosas?
Los estímulos que
provienen de los ojos, los oídos y la nariz del ser humano viajan al
cerebro como impulsos nerviosos, electroquímicos. En los libros de
bioquímica, fisiología y biología se pueden encontrar muchos
detalles de cómo se forman las impresiones en el cerebro. Sin
embargo, nunca encontrará planteado el hecho más importante acerca
de este asunto: ¿quién es el que percibe esos impulsos nerviosos
electroquímicos en el cerebro que se presentan como imágenes,
sonidos, olores, etc.? ¿Hay en el cerebro una conciencia que percibe
todo ello sin que le hagan falta ojos, oídos o nariz? De ser así, ¿a
quién pertenece esa conciencia? No hay ninguna duda de que esa
conciencia no pertenece a los nervios, a la grasa y a las neuronas
que componen el cerebro. A esto se debe que a los
darwinistas-materialistas, quienes creen que todo está compuesto de
materia, les resulte imposible responder a esas preguntas.
Porque esa conciencia es el espíritu
creado por Dios. El espíritu no necesita el ojo para observar las
imágenes ni el oído para escuchar los sonidos. Además, tampoco
necesita el cerebro para pensar.
Todo el que lea estos hechos explícitos
y científicos debería reflexionar sobre Dios Todopoderoso, debería
temer a El y buscar refugio en El, Quien comprime todo el universo
en un lugar obscuro como boca de lobo y de unos pocos centímetros
cúbicos, bajo una forma tridimensional, llena de colores, totalmente
luminosa o con sombras proyectadas.
Una Creencia Materialista
Lo que hemos estudiado hasta ahora nos
enseña que la teoría de la evolución es una suposición que se
enfrenta abiertamente con las realidades científicas. La suposición
de la teoría respecto al origen de la vida se esfuma frente al
conocimiento científico, puesto que el mecanismo evolucionista que
propone carece de todo efecto en tanto que los fósiles muestran que
las supuestas formas intermedias no existieron. En consecuencia, la
teoría de la evolución tiene que ser tirada por la borda como una
idea opuesta a la investigación científica. Es cierto que a lo largo
de la historia muchas ideas, como las del modelo evolucionista y
otras, centradas únicamente en la materia, han sido descartadas de
la agenda científica.
Pero la teoría de la evolución es
mantenida a toda costa en dicha agenda. Incluso hay personas que
presentan cualquier crítica a la misma como »un ataque a la
ciencia«. ¿Por qué?
La razón estriba
en que para algunos la teoría de la evolución se ha convertido en
una creencia dogmática indispensable. Esos círculos están ligados de
modo contumaz a la filosofía materialista y están influenciados por
el darwinismo, al que consideran la única explicación materialista
de la naturaleza.
A veces admiten abiertamente eso.
Richard Lewontin, conocido genetista de la Universidad de Harvard y
al mismo tiempo prominente evolucionista, admite que él es »primero
materialista y después científico«, en las siguientes palabras:
»No es que los métodos e instituciones
de la ciencia nos compelen por alguna razón a aceptar una
explicación materialista del mundo fenoménico, sino que, por el
contrario, estamos forzados por nuestra adhesión a priori a la
causa materialista a crear un aparato de investigación y un conjunto
de conceptos que produzcan explicaciones materialistas,
independientemente de que resulten contrarias al sentido común o
desconcertantes para el no iniciado. Además, ese materialismo es
absoluto, por lo que no podemos permitir en la puerta un Pie Divino«155.
Cualquiera que busque el origen de la
vida sin un prejuicio materialista, podrá percibir la siguiente
verdad plena: todo lo viviente es obra de un Creador que posee una
potestad, conocimiento e inteligencia superiores. El Creador es
Dios, Quien creó todo el universo de la nada, lo diseñó del modo más
perfecto y le dio origen y forma a todo lo viviente.
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93.- E. Yaroslavsky, Landmarks in
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98.- David Jorafsky, Soviet Marxism
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99.- Nicolas Werth, »Le Pouvoir
soviétique et l’Eglise orthodoxe de la collectivisation à la
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3-4, 1993, pp. 41-49 citado por Stéphane Courtois, Nicolas Werth,
Jean-Louis Panné, Andrzej Paczkowski, Karel Bartosek, Jean-Louis
Margolin, The Black Book of Communism, Harvard University
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102.- V. I. Lenin, The Proletarian
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Publishing House, 1952, pp. 32-33, 20).
103.- V. I. Lenin, Collected Works,
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105.- V. I. Lenin, “Polnoe Sobranie
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1958-1966, 35: 311, citado por Stéphane Courtois, Nicolas Werth,
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106.- Ann Arbor, Leon Torcki,
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107.- Protokoly zasedanii VSIK
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109.- Russian center for the
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citado por Stéphane Courtois, Nicolas Werth, Jean-Louis Panné,
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Black Book of Communism, Harvard University Press, 1999, p. 100.
110.- Citado en V. I. Brovkin,
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Social Movements in Russia, 1918-1922, Princeton: Princeton
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Nicolas Werth, Jean-Louis Panné, Andrzej Paczkowski, Karel Bartosek,
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111.- Krasnyi Mech, Nº 1 (18
August 1919), p.1; citado por Stéphane Courtois, Nicolas Werth,
Jean-Louis Panné, Andrzej Paczkowski, Karel Bartosek, Jean-Louis
Margolin, The Black Book of Communism, Harvard University
Press, 1999, p. 102.
112.- Stéphane Courtois, Nicolas Werth,
Jean-Louis Panné, Andrzej Paczkowski, Karel Bartosek, Jean-Louis
Margolin, The Black Book of Communism, Harvard University
Press, 1999, p. 119.
113.- Citado en Julian Gorkin, Les
Communistes contre la révolution espagnole, Paris: Belfon, 1978,
p. 181, citado por Stéphane Courtois, Nicolas Werth, Jean-Louis
Panné, Andrzej Paczkowski, Karel Bartosek, Jean-Louis Margolin,
The Black Book of Communism, Harvard University Press, 1999,
p.342.
114.- Encíclicas Políticas y
Sociales de los Romanos Pontífices, Ediciones Los Libros del
Mirasol, Fabril Editora S .A., Argentina, 1961, pp. 331-32.
115.- Stéphane Courtois, Nicolas Werth,
Jean-Louis Panné, Andrzej Paczkowski, Karel Bartosek, Jean-Louis
Margolin, The Black Book of Communism, Harvard University
Press, 1999, pp. 470-471.
116.- Stéphane Courtois, Nicolas Werth,
Jean-Louis Panné, Andrzej Paczkowski, Karel Bartosek, Jean-Louis
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118.- Edward E. Ericson Jr.,
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121.- “The Challenge of Facts and Other
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in America, Dallas: Southern Methodist University Press, 1963,
p. 170.
122.- R. Milner, Encyclopedia of
Evolution, 1990, p. 412.
123.- Thomas F. Gosset, Race: The
History of and Idea in America, Dallas: Southern Methodist
University Press, 1963, p. 170.
124.- Chauncey Depew, My Memories of
Eighty Years, New York, 1922, pp. 383-384.
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Hofstadter, Social Darwinism in American Thought, Boston:
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and Values in Biological and Cultural Evolution«, Zygon, the
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134.- Stephen Jay Gould, Ever Since
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135.- Richard Dawkins, Unweaving The
Rainbow, Houghton Mifflin Company, New York, 1998, p. ix.
136.- “Earthwatch”, March 1989, p. 17;
citado en Henry M. Morris, The Long War Against God, Baker
Book House, 1989, p. 57.
137.- Sidney Fox, Klaus Dose,
Molecular Evolution and The Origin of Life, New York: Marcel
Dekker, 1977, p. 2.
138.- Alexander I. Oparin, Origin of
Life (1936), New York, Dover Publications, 1953 (Reprint), p.
196.
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Early Atmosphere and Life«, Bulletin of the American
Meteorological Society, vol. 63, November 1982, pp. 1328, 1330.
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Small Molecules, 1986, p. 7.
141.- Jeffrey Bada, Earth,
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142.- Leslie E. Orgel, »The Origin of
Life on Earth«, Scientific American, vol. 271, October 1994,
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143.- Charles Darwin, The Origin of
Species: A Facsimil of the First Edition, Harvard University
Press, 1964, p. 189.
144.- Charles Darwin, The Origin of
Species: A Facsimil of the First Edition, Harvard University
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145.- B. G. Ranganathan, Origins?,
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146.- Charles Darwin, The Origin of
Species: A Facsimil of the First Edition, Harvard University
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147.- Derek A. Ager, »The Nature of the
Fossil Record«, Proceedings of the British Geological
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148.- Douglas J. Futuyma, Science on
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151.- Alan Walker, Science, vol.
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153.- S. J. Gould, Natural History,
vol. 85, 1976, p. 30.
154.- Solly Zuckerman, Beyond The
Ivory Tower, New York: Toplinger Publications, 1970, p. 19.
155.- Richard Lewontin, »The
Demon-Haunted World«, The New York Review of Books, 9
January, 1997, p. 28.
EL COLAPSO DE LA VISION
MARXISTA DE LA HISTORIA
arlos Marx, fundador del
comunismo, adaptó las ideas de Darwin, que le habían influenciado
profundamente, al proceso dialéctico de la historia. Según Marx, la
sociedad pasó por distintas etapas históricas. Y el factor que
determinó cada una de ellas fue el cambio en los medios de
producción y en las relaciones productivas. Según esa visión, la
economía determinaba todo lo demás. La historia pasaba por etapas
evolutivas: sociedad primitiva, sociedad esclavista, sociedad
feudal, sociedad capitalista, y la última, sociedad comunista.
No obstante, la historia
mostró que los períodos evolutivos propuestos no tenían ninguna
validez. La historia no ha visto en ningún momento alguna sociedad
que haya pasado por las etapas evolucionistas enunciadas por Marx.
Por el contrario, es posible ver la convivencia en la misma sociedad
de sistemas que Marx identificó como anteriores o posteriores en su
escala. Por ejemplo, mientras una parte de algún país experimenta
sistemas del tipo feudal, en otra parte se pueden estar aplicando
normas del sistema capitalista, razón por la cual no hay
absolutamente ninguna prueba de que el pasaje de un sistema a otro
siga el sistema evolucionista propuesto por Marx y la teoría de la
evolución.
Por otra parte, ninguna de
las profecías de Marx respecto al futuro se hicieron ciertas. En el
decenio que transcurrió después de su muerte ya se comprobó que sus
teorías fallaban. Marx había supuesto que la mayoría de las naciones
capitalistas sufrirían revoluciones comunistas, cosa que no sucedió.
Lenin, uno de los principales seguidores de Marx, intentó explicar
porqué no se habían producido esas revoluciones y adelantó otras
profecías en las que pronosticó que dichos eventos tendrían lugar en
los países del Tercer Mundo. Pero esas suposiciones tampoco se
cumplieron. Actualmente los regímenes comunistas se pueden contar
con los dedos de una mano. Además, el marxismo llegó al poder por
medio de la fuerza y no a través de movimientos populares, como se
suponía debía ser, manteniéndose por medio de la presión
dictatorial.
En resumen, la historia
reciente no ha convalidado para nada el período de evolución
histórica predicho por la filosofía marxista. Teorías como “la
dialéctica de la historia” o “la evolución histórica”, escritas en
incontables volúmenes por ideólogos materialistas como Marx y
Engels, no son más que producto de la fantasía.
TAMBİÉN POR HARUN YAHYA
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